Celebrar la Semana Santa en nuestros pueblos

VICARÍA PARA LA ZONA RURAL

 

Este año el clima nos ha acompañado y facilitado la celebración de la pasada Semana Santa. Nuestros pueblos se han repoblado, por unos días. Han sido días para celebrar que Dios nos ama tanto que nos entregó a su Hijo, y que el Hijo nos ama hasta el extremo.

En el transcurrir del tiempo de Pascua, quiero compartir con vosotros mi acción de gracias a Dios por las personas que habéis hecho posible momentos de celebración y de Gracia, de comunión con el Señor por toda nuestra extensa diócesis.

Gracias  a todos los que residís habitualmente en cada pueblo y cuidáis de ellos  y de sus iglesias.. En unas condiciones tantas veces difíciles y en soledad transcurre vuestro día a día y también vuestra vida cristiana y de fe.

Gracias  a los sacerdotes que a lo largo de todo el año ofrecéis vuestra vida y  vuestra dedicación pastoral en las zonas rurales y acompañáis la fe y la vida cristiana de los fieles. Gracias por el esfuerzo más intenso  en estos días  de Semana Santa.

Gracias  a todos los sacerdotes, religiosos y cristianos que habéis ofertado vuestro tiempo y vuestra ayuda en las distintas comunidades de la diócesis, especialmente en la zonas rurales.

Ciertamente, la Semana Santa  es un momento que requiere de todos nosotros la colaboración en la preparación de los templos, la organización y la realización de las celebraciones de cada comunidad cristiana por pequeña que sea. Es una oportunidad para crecer en corresponsabilidad y en protagonismo  con los dones, cualidades y carismas de cada uno,  que harán posible la realización de cada momento de oración, de piedad y de tradición propios y acostumbrados en cada pueblo y adaptados a las circunstancias actuales.

En las celebraciones litúrgicas, en los momentos de oración, en los viacrucis y procesiones, hacemos memoria y revivimos los acontecimientos centrales y fundamentales de Pasión, Muerte y Resurrección  de Jesucristo, nuestro Señor, donde se concentra  toda su vida y  su  Evangelio; que rompe nuestra sujeción al mal y al pecado, que  nos redime y libera para vivir como bautizados, como discípulos en su seguimiento y en su Iglesia.  En cada momento es importante nuestra participación activa y nuestra implicación y colaboración según nuestras posibilidades. Gracias, porque así se posibilita la comunión con el Señor, y la participación en su salvación, en su Amor.

Agradecemos también la posibilidad  que nos ofrecen  las retransmisiones de radio y de televisión,   especialmente a los ancianos y enfermos, para vivir el misterio de la Pasión y Pascua, que se ha hecho arte y vida en los distintos puntos de nuestra geografía nacional y, también,  para participar en las celebraciones presididas en Roma  por el papa Francisco.

La fuerza y el dinamismo de la participación y la entrega, de la disposición al servicio de los demás, nos introduce en el núcleo y corazón del misterio pascual de Jesucristo, nuestro Señor. El  grano de trigo que se siembra y entrega , florece y fructifica en gozo y plenitud de vida. Que el Espíritu Santo nos llene del  gozo y  alegría esperanzada de la Pascua.

                FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

                                                                                                                             Jesús Molina Alcántara

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