"Lo que tienes que hacer, hazlo pronto" (Jn 13-27)

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

Aquélla frase dirigida al amigo de años, al compañero, a aquel al que llamaba discípulo, el que parecía que le quería, era el “fiat” del Cordero al que iba a consumar la mayor traición de todos los tiempos: la traición al Hijo de Dios. Traición que, sin embargo, a través del sacrificio infinito de Cristo, iba a abrir la puerta a la redención del género humano. También a la horrorosa pasión, al sobrehumano dolor, del gran Inocente. De Aquel que iba a entregarse por nuestras faltas. Por nuestros pecados. Por todos y los de cada uno individualmente. Por los tuyos y los míos. Así sucedió. Así fue. 

Me he preguntado con frecuencia, si la frase del Hijo del Hombre que da título a esta pequeña reflexión, fue solo dirigida a quien, en aquel momento, iniciaba una traición o también lo era para todos nosotros en los que desgraciadamente, iba a consolidarse esa traición y a mantenerse. Traición, de los que decimos querer ser sus seguidores. Los seguidores del Maestro. 

Profundicemos en mi pregunta y aceptemos que, efectivamente, va dirigida también a cada uno de nosotros como he indicado. ¿No nos dice el Buen Dios continuamente también a cada uno: ve y haz pronto lo que debes? Para ello nos dejó los Consejos Evangélicos. 

Cuando se nos va fisicamente, cuando parecía que nos abandonaba, cuando hasta los Apóstoles así lo creyeron, nos dejó indicado a lo largo de toda su vida pública como y conque valores debíamos vivir.  Antes incluso de consumarse aquella traición que le llevó a la Pasión, ¿no querría Cristo dejarnos un interrogante para la vida también de todos los que nos llamamos cristianos y que con tanta frecuencia le seguimos traicionando hoy? Es decir: aquellas palabras del Inocente que propiciaron la llegada de los esbirros, de los verdugos ¿no son también aplicables a cada uno de nosotros? ¿No somos también nosotros traidores? ¿No continuamos vendiéndole por unas cuantas monedas todos y cada uno de los días? 

¡Claro que le abandonamos! Lo hacemos cuando omitimos la alabanza que le debemos, cuando abandonamos el rato de oración, de cercanía espiritual para con Él, cuando no atendemos debidamente a aquellos que sufren y en los que quiso quedar reflejado para cada uno de nosotros. Cuando no le escuchamos. Cuando abandonamos la fraternidad en nuestra Conferencia. Cuando nuestra dedicación a la Conferencia, es de solo un rato, en lugar de informar cada minuto de nuestra vida. 

A veces, no somos conscientes de que Él, nos acompaña en cada uno de los minutos de nuestra existencia esperando nuestra cálida y comprometida respuesta a tanta entrega y tanta misericordia. 

Pidamos a María en esta nueva celebración de la Pasión de su Hijo, del Hijo de Dios, que nos ayude a ser conscientes de esa compañía diaria y que Ella, nos empuje a ser mejores y más entregados cada día a los que sufren. 

“Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”. Los que sufren, siguen sufriendo tantas veces por falta de compañía y aún de comprensión de su dolor, los solos, siguen sin nadie que charle con ellos, los ancianos, tantas veces, están abandonados y casi “aparcados” en Residencias, muchos presos, siguen sin alguien que se preocupe por ellos. Multitud de enfermos están solos y hay miembros de las propias Conferencias de San Vicente enfermos y sin compañía. Abandonados de sus consocios. Las parejas rotas con dolor para los hijos, el odio que tantas veces separa a los padres. Los parados de larga duración. Todos ellos necesitan de quienes quieran compartir un poco de tanto dolor. 

¿Te sientes concernido? “Lo que tienes que hacer, hazlo pronto”

 

Feliz Pascua de Resurrección.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara