Tiempo del otro y para el otro

Mª Lourdes López García

(Cáritas diocesana Sigüenza-Guadalajara)

 

La Cuaresma es tiempo de preparación para la Pascua, tiempo especialmente favorable para cambiar y crecer. El Papa Francisco en su mensaje de Cuaresma de este año nos decía: “Cuánto querría que también en nuestras relaciones cotidianas, ante cada hermano que nos pide ayuda, pensáramos que se trata de una llamada de la divina Providencia”.

Ayudar, caminar hacia el otro, hacia el hermano, caminar hacia los pobres, esa es nuestra apuesta. Tanto tiempo leyendo el evangelio y aún nos cuesta entender que Cristo está en los hermanos y en los pobres, y que los hermanos y los pobres están en Cristo y cuando caminamos hacia el hermano y el pobre es una pascua.

Ir hacia el otro exige desarraigo, apertura, vaciamiento y vivir para el otro muriendo para sí. El camino de cuaresma para los voluntarios de Cáritas conlleva desinstalación, búsqueda, sorpresa, crecimiento, confianza y esperanza en cada uno de los hermanos que nos encontramos.

En este tiempo se nos invita a salir de nuestra casa, de nuestros recintos e instalaciones, de nuestros prejuicios e ideologías, de nuestros intereses, gustos y comodidades y caminar “hacia el otro”; esto significa empezar a conocerle, no solo su nombre y sus necesidades, sino toda su verdad, aunque esto no es nada fácil, pues a veces nos dejamos llevar fácilmente por los prejuicios y la superficialidad y no le reconocemos desde la comprensión, el cariño y la verdad. Caminar hacia el otro es aceptarle y valorarle tal cual es, sabiendo que es distinto y alegrándonos de que así sea, esto es la acogida incondicional a la que estamos llamados.

Es también aceptarle en la diferencia, sobre todo cuando nos desestabiliza y no entendemos ni comprendemos su forma de ser y de actuar. Es más fácil para nosotros dejarnos llevar por la crítica, el desacuerdo o el “no tiene solución”.

Sin embargo el otro tiene muchas cosas que decirnos, enseñarnos y pedirnos, está en nosotros querer escucharle, hacernos vulnerables y dejarnos interpelar por él.

Nos encontramos con el “otro” cuando sentimos, sufrimos, padecemos y gozamos con él, cuando hacemos nuestras las cosas del otro, como si fueran nuestra “propia carne”, eso es empatía.

Nos encontramos con el otro, con los otros cuando sabemos compartir con ellos nuestros bienes y nuestros talentos, lo que tenemos y lo que somos; cuando unimos nuestros sueños y capacidades, cuando trabajamos juntos en un mismo proyecto y luchamos por unos mismos ideales.

Cuando nos amamos con amistad limpia, en donación desinteresada, en camino de amistad y de unión hasta la verdadera Comunidad.

Nos encontraremos de verdad con el otro, con el pobre, cuando empecemos a ser pobres, a vivir con los pobres y a luchar y esperar con ellos. Ese será el autentico camino de cuaresma, no es un camino de rosas, necesitaremos mucha decisión y mucho corazón y sobre todo necesitaremos a Alguien, al Otro, que nos acompañe y nos de su mano, sin su ayuda maravillosa será imposible, pero merecerá la pena, cuando lleguemos a la meta, pues de esta manera viviremos la verdadera Pascua.