Las prisas no son buenas

Por Alfonso Olmos

(Director de la Oficina de Información)

 

 

Es un dicho popular, pero, como dice mi madre, “todos los refranes caminan”. El nuevo gobierno tiene prisa para determinadas cosas, y las prisas no son buenas. Se proponen nombres y personas que, nombrados o no, se apartan inmediatamente del oficio para el que habían sido propuestos con celeridad; se anuncian, sorpresivamente, iniciativas sobre temas que han de solucionarse cuanto antes, teniendo como protagonista a la Iglesia, sus instituciones o sus convicciones profundas; se cree oportuno arrinconar, cuanto antes, la religión; se pretende poner fin, en breve, a conflictos que necesitan una serena reflexión; se camina con decisión para legalizar acciones que van en contra, claramente, del “no matarás”, se pretende implantar en los centros educativos, sin posibilidad de elección, doctrina contraria a los principios de muchos y todo esto con mucha prisa, puesto que no se sabe cuánto durará la legislatura presente.

Ante las prisas de algunos conviene utilizar vocablos como diálogo, consenso, unanimidad, reflexión, prudencia, serenidad, paciencia o calma. Son palabras utilizadas, y actitudes puestas en práctica, por los demócratas del mundo entero. Nos viene bien a todos caminar por estos caminos para que la crispación social no crezca, y para que la convivencia pacífica sea la seña de identidad de nuestro pueblo.

Mientras tano la Iglesia seguirá trabajando, como hasta ahora, para combatirla pobreza, acogiendo a los que tienen que salir fuera de su tierra buscando una vida con más posibilidades, promoviendo el arte, la cultura y la educación integral y en valores, atendiendo a las personas enfermas y a los ancianos y buscando el bien común y la armonía entre todos.