Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2019

La Jornada Mundial de la Vida Consagrada se celebra el 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo. Un día de especial agradecimiento al Padre nuestro. Los obispos españoles desean recordar que “la vida consagrada es presencia del amor de Dios. Cada consagrado, con su vida y testimonio, nos anuncia que Dios Padre, es un Dios que ama con entrañas. Su Hijo Jesús nos enseñó una oración, el padrenuestro, que expresa la relación que Dios tiene con cada uno de nosotros, sus hijos y sus consagrados”. 

El obispo nos invita a celebrar el jubileo de los consagrados en la catedral, coincidiendo con la Jornada Mundial de la Vida Consagrada:

 

"Con el fin de acompañar a los consagrados de nuestra diócesis y dar gracias a Dios por su testimonio de oración, entrega y amor en medio de las dificultades y problemas del momento, os invito a los sacerdotes y a los restantes miembros del Pueblo de Dios a participar en la celebración de la Eucaristía que, Dios mediante, presidiré el próximo día 2 de febrero, a las 12:00 horas, en la Catedral de Sigüenza".

 

 

ORACIÓN

 

Oremos juntos para que la vida consagrada

sea siempre presencia del Amor del Padre en el mundo:

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

«Es el Padre nuestro, porque yo no soy hijo único.

Ninguno de nosotros lo es.

Y si no puedo ser hermano,

difícilmente puedo llegar a ser hijo de este Padre,

porque es un Padre, con certeza, mío,

pero también de los demás, de mis hermanos».

Papa Francisco

 

SUBSIDIO LITÚRGICO

RENOVACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN DE LOS MIEMBROS DE LA VIDA CONSAGRADA

 

Fiesta de la Presentación del señor 

Monición de entrada

 

Convocados por el Señor, junto con toda la Iglesia, celebramos la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo. En el pueblo de Israel, la presentación del nuevo hijo en el Templo significaba el primer encuentro cultual de un recién nacido con el Dios de la Salvación. Así, María y José, fieles a la tradición de su pueblo, acercan a su Hijo al Templo para propiciar su encuentro con el Padre. De igual modo, en la liturgia de esta fiesta, la Iglesia, representada por nuestro obispo diocesano y por todos los fieles que nos acompañan, invita a las personas consagradas a tener un encuentro con el amor de Dios. Los consagrados ofrecen el testimonio vivo de que Dios está presente en todo lugar y época, de que su amor llega a todos los rincones de la tierra y del corazón humano. En esta Jornada, que lleva por lema «Padre nuestro. La vida consagrada, presencia del amor de Dios», renovamos nuestra respuesta a la elección de Dios, y salimos al encuentro del Señor con la luz de la fe, la fuerza de la esperanza y el fuego del amor que el Padre ha encendido en nuestros corazones.

 

Renovación de la consagración 

[Acabada la homilía, los miembros de los Institutos de Vida Consagrada renuevan su consagración en el seguimiento de Cristo y en la misión de la Iglesia].

 

El celebrante:

Hermanos y hermanas: En esta Jornada mundial de la Vida Consagrada damos gracias a Dios por todas las personas consagradas, que desde las diversas vocaciones y formas de servicio son presencia elocuente del Amor de Dios en el mundo. Invitamos encarecidamente a todos los fieles cristianos a dar gracias a la Trinidad por el don de la vida consagrada, que siempre es iniciativa del amor del Padre.

 

(Todos oran en silencio durante algún tiempo)

 

El Celebrante:

Bendito eres, Señor, Padre nuestro, porque en tu gran misericordia, y por medio de tu Espíritu, no has dejado de llamar, a lo largo de la historia, a hombres y mujeres que, consagrados a Ti, fuesen en la Iglesia presencia de tu Amor y manifestación viva del seguimiento radical de Cristo, testigos creíbles del Evangelio, profetas humildes y valientes de tu Reino, hijos fieles de la Iglesia. Por ello ¡te glorificamos!

 

Cantor:

Gloria a Ti, por los siglos. Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

 

Lector 1.º

Te glorificamos, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra porque en tu Hijo Jesús nos has mostrado el camino del amor sin medida en el servicio solícito y generoso. Cristo ha hecho de Tu voluntad su alimento y su descanso, su fortaleza y su alegría.

 

Lector 2.º

Gracias, Padre, por habernos querido asociar íntimamente a este misterio de obediencia filial, en Cristo, por Cristo y con Cristo. La Virgen María, la Sierva obediente, siempre dócil a tu Palabra, nos precede en la sincera adhesión a tu santa voluntad, y renovamos nuestro voto de obediencia que un día profesamos en el seno de tu Iglesia.

 

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

 

Lector 1.º

Te glorificamos, Padre, y te bendecimos, porque en Jesucristo, nuestro Dios y Señor, nos has dado la verdad de tu amor, donación sin reservas y entrega sin límite. Él, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, nos ha mostrado la dicha evangélica reservada para los mansos y humildes de corazón, los pobres de espíritu, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, los perseguidos y los que sufren a diario por causa de tu Reino.

 

Lector 2.º:

Gracias, Padre, porque en Cristo nos lo has entregado todo. Él es tu Hijo Amado, a quien nos invitas a escuchar siempre. Él, nuestro maestro y nuestro hermano, es el Hombre-Dios paciente y misericordioso, compasivo y fiel, que ha venido a buscar lo que estaba perdido y enseñarnos el camino de regreso a la Casa del Padre. De Él aprendemos que no tenemos, aquí en la tierra, otro lugar donde reclinar nuestra cabeza fuera de Ti. Junto a Él somos dichosos de vivir desprendidos, compartiendo nuestros bienes con los necesitados y proclamando que solo Cristo es nuestra riqueza.

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

 

Lector 1.º:

Te glorificamos, Padre, y te damos gracias, porque en Jesucristo, el Hijo bendito de María, hemos sido seducidos por tu amor y conducidos a la virginidad de nuestros corazones. Como María, podemos decir hoy: ¡somos de Cristo y le pertenecemos solo a Él!

 

Lector 2.º:

Gracias, Padre, por tu Hijo Jesús, Esposo fiel de la Iglesia. Renueva Tú en nosotros la llama de tu amor, la dicha y la alegría de vivir la verdadera castidad y la pureza sincera de cuerpo, mente y corazón, en el camino de santidad que plenifica nuestras vidas.

Asamblea: Gloria a Ti, por los siglos.

 

El celebrante:

Oh, Señor: mira con ojos de misericordia a estos hijos e hijas tuyos: un día les llamaste y ellos te siguieron. Lo dejaron todo por Ti. Renueva hoy en sus vidas el fuego ardiente del amor primero. Ayúdales a caminar presurosos tras las huellas de tu Hijo e infunde en sus corazones la adhesión plena a tu Palabra y la comunión sin fisuras con nuestra Madre la Iglesia. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Asamblea: (Cantando) Amén, amén, amén.

 

PRECES ESPECÍFICAS

- Por los jóvenes: para que, descubriendo el amor de Dios, puedan escuchar su voz y estén dispuestos a ofrecer sus vidas siguiendo su llamada. Roguemos al Señor.

- Por todos los miembros de Institutos de vida consagrada y Sociedades de vida apostólica, por el Orden de las vírgenes, y por cuantos han recibido el don de la llamada a la consagración: para que, alcanzados por Cristo, sean auténticos testigos de la presencia del Amor de Dios en nuestra sociedad y en el mundo entero.  Roguemos al Señor.

- Por las familias, elegidas por Dios para transmitir la fe a sus hijos: para que, impulsadas por la fuerza del Espíritu Santo y el amor de Jesús, sean semilleros de nuevas vocaciones. Roguemos al Señor.

- Por quienes estamos participando en esta celebración de acción de gracias por la vida consagrada: para que todos seamos uno en el amor, y el mundo crea en Jesucristo, único Salvador de todos los hombres. Roguemos al Señor.