Gente sin prejuicios

 

Por Enrique Alonso

Abogado

 

La semana pasada encontré una traductora de nacionalidad rumana que más allá de su cometido como traductora, fuera de un horario normal de trabajo, con actitud humilde, sin ninguna pretensión de reconocimiento, se ofreció a acompañar a un detenido que quedaba en libertad, ya entrada la noche, sin posibilidad de regresar a su casa.

La autoridad logró una plaza de emergencia en el Albergue Betania y ella no dudó en acompañarle para seguir haciendo de traductora, esta vez de forma altruista y mientras su marido y sus dos hijos la esperaban en casa. Tampoco faltó, dos días después, a la entrevista con el trabajador social que se exige en el Albergue, para seguir haciendo de traductora para aquel desconocido. 

Es posible, es seguro, que vivimos tiempos de desconfianza, de incertidumbre, pero también es seguro que vivimos rodeados de buena gente, gente valiente, alegre, disponible, sin prejuicios. Cuánto daño nos hacen los prejuicios, cuando nos dejamos llevar por las apariencias o los comentarios, que solo reflejan nuestros propios límites. Cuando cortamos las alas a los demás, cuando, por ejemplo, no les escuchamos porque ya sabemos lo que van a decir, nos privamos de descubrir grandes cosas.