Zoilo, Antonio y Santiago

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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ZOILO, ANTONIO Y SANTIAGO

 

Tuve la suerte, mejor el regalo y la caricia del Misericordioso, de vivir el principio de la aventura. Allá hace muchos años, las Conferencias españolas quisieron iniciar el Proceso de Canonización de quien, también muchos más años atrás, exactamente en Madrid el 11 de noviembre de 1849, había fundado y traído a España desde Paris junto con el Padre Lobo (1), las Conferencias de San Vicente de Paúl. Me refiero a Don Santiago Masarnau Fernández.

Hará tan solo unas semanas cuando se publiquen estas líneas, qué la Santa Sede comunicaba que través del oportuno Decreto, el Santo Padre ha reconocido que Don Santiago, había vivido las Virtudes cristianas en grado heroico. Por lo tanto y desde ese Decreto, las Conferencias de San Vicente de Paúl en el mundo y en España, cuentan con un Venerable más.

Recuerdo bien aquellos días de tan intensas emociones pues, a pesar de la seguridad que tenían los responsables en aquel momento de las Conferencias españolas, no se les ocultaba la dificultad de iniciar un Proceso de Canonización histórico pues nadie de los que conocieron al hoy Venerable, continuaba con vida.

Al comienzo del Proceso y por lo que me contaban, una de las ilusiones de aquellos consocios, era trasladar con la mayor dignidad los restos de Don Santiago al Templo Nacional de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Madrid, situado en la calle Verónica. Finalmente lograron las oportunas autorizaciones civiles y eclesiásticas

Entre todos aquellos que de una manera u otras participaron en aquel “prologo”, no puedo olvidar a tres de ellos cuyos nombres sirven de título a estas líneas: Zoilo, Antonio y Santiago. Dos de ellos, Zoilo y Antonio, es posible que nadie en el fututo los vincule o los recuerde unidos a ese acontecimiento.

Zoilo, simpático siempre, era un amigo que vivía en la Casa Nª Srª del Amparo para enfermos de sida. Antonio, consocio bueno y siempre con un punto de broma en su hablar, era miembro de la Conferencia que tutelaba la Casa del Amparo como siempre nos referíamos a ella. Una de las dificultades, sin duda estribaba en buscar el arcón que recibiera sus restos.

En aquella Casa de Nª Srª del Amparo, había un taller de carpintería para que los muchachos que vivían en ella pudieran desahogar toda su adrenalina y aprendieran un oficio. Los consocios tutelaban el Taller y muy en particular el bendito Antonio. Enterados de la necesidad del arcón que guardaría los restos de Don Santiago, propusieron confeccionarla en el Taller de Carpintería.

Para ello, compraron la mejor madera noble que pudieron encontrar y con ella confeccionaron el arca que sería después pulida y barnizada con todo esmero hasta quedar verdaderamente útil para el servicio al que iba a ser destinado. Me contaban, que compraron el mejor lino para forrar el arcón y recoger sus restos. Finalmente, conociendo la fecha en la que iba a producirse el traslado de los restos, prepararon la correspondiente placa.

Llegado el día del traslado del hoy Venerable, mientras el arcón con los restos de Santiago Masarnau entraba en el Templo hoy dedicado al Beato Federico Ozanam y recibían sepultura, había que ver a aquellos hombres, con tan distintos pasados como Zoilo y Antonio, llorar como niños. Alguien al entrar el arca en el atrio del Templo musito: “Bienvenido a casa, querido consocio”. En su Casa siguen.

No sé si en el Cielo estará admitido el lloro, pero si fuera así, el Venerable Santiago Masarnau Fernández, aquel que cedía su abrigo los días de frío si encontraba a alguien en la calle que lo necesitara, lloraría de alegría al ver los restos de su cuerpo llevados por un amigo en necesidad al que acompañaba otro amigo y consocio.

A María, siempre a Cristo por María

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferencia de Santa María la Mayor

Guadalajara, España

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(1) Este Padre Lobo, fue Secretario de San Antonio María Claret. En algún momento seguro que alguien escribirá sobre la relación de los Claretianos en los primeros años de las Conferencias en España.

 

 

 

ZOILO, ANTONIO AND SANTIAGO

 

I was fortunate, or rather I had the Merciful’s gift and caress, to live the beginning of the adventure. Many years ago, the Spanish Conferences decided to start the Canonization Process of who, many more years ago, exactly on 11th November 1849, had founded and brought to Spain from Paris, together with father Lobo (1), the Conferences of St. Vincent de Paul. I mean Mr. Santiago Masarnau Fernández.

Just a few weeks before publishing these lines, the Holy See informed that through the due Decree, the Holy Father has recognized that Santiago, had lived the Christian Virtues to a heroic degree. Therefore, since that Decree, the Conferences of St. Vincent de Paul in the world and in Spain, have one more Venerable.

I remember well those days of such intense emotions because, despite the faith of the then leaders of the Spanish Conferences, they did not ignore the difficulty of starting a historical Canonization Process since no one of those who had known the now Venerable, was still alive.

At the beginning of the Process and according to what I was told, one of the hopes of those fellow members, was to transfer with the greatest dignity the remains of Santiago to the National Temple of the Conferences of St. Vincent de Paul in Madrid, located in Veronica Street. They finally obtained the necessary civil and ecclesiastical authorizations

Among all those who in one way or another participated in that "prologue", I cannot forget three of them whose names serve as a title to these lines: Zoilo, Antonio and Santiago. Two of them, Zoilo and Antonio, may not be remembered by anyone in the future as linked to that event.

Zoilo, always nice, was a friend who lived in Our Lady of Refuge’s Home for AIDS sufferers. Antonio, a good fellow member who always had a joking point in his speaking, was a member of the Conference that sponsored the ‘Casa del Amparo’ [House of Refuge] as we always referred to it. One of the difficulties was undoubtedly to look for a coffin suitable for his remains.

In that Home of Our Lady of Amparo, there was a carpentry workshop so that the boys who lived in it could vent all their adrenaline and learn a trade. The fellow members, and in particular that blessed Antonio, organized the workshop. Aware of the need for a coffin that would keep the remains of Santiago, they proposed to make it in the Carpentry Workshop.

To do this, they bought the best hardwood they could find and with it they made the coffin that would then be carefully polished and varnished until it was ready for the service it would be given. I was told that they bought the best linen to line the coffin and receive his remains. Finally, knowing the date on which the transfer of his remains was going to take place, they prepared the pertinent plaque.

On the day of the transfer of who is now Venerable, when the coffin with the remains of Santiago Masarnau entered the Temple currently dedicated to Blessed Frederic Ozanam and received burial, those men with such different pasts as Zoilo and Antonio, cried like children. Someone, when the coffin arrived at the portico of the Temple, murmured: "Welcome home, dear fellow member". He is still there.

I do not know if in Heaven crying is allowed, but if so, the Venerable Santiago Masarnau Fernández, the one who offered his coat to someone in the street who needed it on cold days, would cry with joy at seeing the remains of his body carried by a friend in need and another friend and fellow member.

To Mary, always towards Christ through Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conference of Santa María la Mayor

Guadalajara, Spain

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(1)  Father Lobo, was the Secretary of St. Antonio Maria Claret. I am sure that, some day, somebody will write about the participation of the Claretians in the first years of the Conferences in Spain.

 

 

 

ZOILO, ANTONIO ET SANTIAGO

 

J’ai eu la chance, ou plutôt le cadeau et la caresse du Miséricordieux, de vivre le début de l’aventure. Il y a de nombreuses années, les Conférences espagnoles voulaient lancer le Processus de Canonisation de celui qui, beaucoup d’années avant, exactement à Madrid le 11 Novembre 1849, avait fondé et amené en Espagne de Paris, avec le Père Lobo (1), les Conférences de Saint Vincent-de-Paul. Je parle de M. Santiago Masarnau Fernández.

Quelques semaines avant la publication de ces lignes, le Saint-Siège informait, à travers un Décret, que le Saint-Père a reconnu que Santiago avait vécu héroïquement les vertus chrétiennes. Par conséquent et à partir de ce Décret, les Conférences de Saint Vincent-de-Paul dans le monde et en Espagne, ont un Vénérable de plus.

Je me souviens bien de ces jours d’émotions si intenses car, malgré la confiance des responsables des Conférences espagnoles à ce moment-là, ils n’ignoraient pas la difficulté d’entamer un Processus de Canonisation historique, puisqu’aucun de ceux qui avaient connu celui qui est aujourd’hui Vénérable, vivait encore.

Au début du Processus et d’après ce qu’ils me racontaient, l’un des espoirs de ces confrères était de transférer avec la plus grande dignité les restes de Santiago au Temple National des Conférences de Saint Vincent-de-Paul à Madrid, situé rue Verónica. Ils ont finalement obtenu les autorisations civiles et ecclésiastiques nécessaires.

Parmi tous ceux qui, d’une manière ou d’une autre, ont participé à ce « prologue », je ne peux pas oublier trois d’entre eux dont les noms servent de titre à ces lignes: Zoilo, Antonio et Santiago. Il est possible que, dans le futur, personne ne se souvienne de deux d’entre eux, Zoilo et Antonio, comme liés à cet événement.

Zoilo, toujours sympathique, était un ami qui vivait à la Maison Notre Dame de l’Amparo [Protection/refuge] pour les malades du sida. Antonio, un bon confrère qui mettait toujours un point de plaisanterie dans son discours, était un membre de la Conférence qui s’occupait de la Casa d’Amparo [la Maison du Refuge] comme nous l’avons toujours appelée. L’une des difficultés était sans aucun doute de chercher le cercueil qui puisse recevoir ses restes.

Dans cette Maison de Notre Dame de l’Amparo, il y avait un atelier de menuiserie pour que les garçons qui y vivaient puissent défouler toute leur adrénaline et apprendre un métier. Les confrères, et en particulier ce sacré Antonio, dirigeaient l’Atelier. Conscients du besoin d’un cercueil pour garder les restes de Santiago, ils ont proposé de le construire à l’atelier de menuiserie.

Pour ce faire, ils ont acheté le meilleur bois noble qu’ils ont pu trouver et avec lui, ils ont fait le cercueil qui serait ensuite soigneusement poli et vernis jusqu’à ce qu’il soit vraiment utile pour le service auquel il était destiné. Ils m’ont dit qu’ils avaient acheté le meilleur lin pour tapisser l’intérieur et accueillir ses restes. Enfin, connaissant la date où le transfert de ses restes devait avoir lieu, ils ont préparé la plaque correspondante.

Le jour du transfert de celui qui est aujourd’hui Vénérable, lorsque le cercueil avec les restes de Santiago Masarnau entrait dans le Temple aujourd’hui dédié au Bienheureux Frédéric Ozanam et était placé dans sa sépulture, il aurait fallu voir ces hommes, avec des passé si différents comme ceux de Zoilo et Antonio, pleurer comme des enfants. Quelqu’un, quand le cercueil est arrivé sur le parvis du Temple, murmura: « Bienvenue à la maison, cher confrère ». Il est toujours chez lui.

Je ne sais pas si les pleurs sont tolérés au Ciel, mais si c’est le cas, le Vénérable Santiago Masarnau Fernández, celui qui offrait son manteau par temps froid s’il trouvait quelqu’un dans la rue qui en avait besoin, pleurerait de joie de voir les restes de son corps portés par un ami dans le besoin accompagné d’un autre ami et confrère.

À Marie, toujours vers le Christ à travers Marie

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférence de Santa María la Mayor

Guadalajara, Espagne

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(1) Le Père Lobo, fut le Secrétaire de Saint Antonio María Claret. Je suis sûr que, à un moment donné, quelqu’un écrira sur la participation des Clarétains dans les premières années des Conférences en Espagne.