El año de San José, esposo de María, custodio del redentor

Del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021, por decisión del Papa Francisco, toda la Iglesia vive un año santo dedicado a San José, con ocasión del 150 aniversario de su proclamación como patrono de la Iglesia universal

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El 8 de diciembre pasado, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco convocó un año santo especial en honor de san José, el esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Lo hizo mediante la carta apostólica “Patris corde” (“Con corazón de padre”), que va a ser el hilo conductor de esta página de Religión de NUEVA ALCARRIA de este viernes, día 12 de marzo, y del próximo, día 19, fiesta del santo. Hoy abordaré la primera parte de la carta apostólica josefina de Francisco y la próxima semana, los siete rasgos esenciales, las siete claves de identidad del santo, según el Papa, que es un gran devoto suyo.

 

Razón de ser de este año santo de San José

 

“Al cumplirse ciento cincuenta años (escribe Francisco) de que el beato Pío IX, el 8 de diciembre de 1870, lo declarara como Patrono de la Iglesia Católica, quisiera —como dice Jesús— que «la boca hable de aquello de lo que está lleno el corazón». (cf. Mt 12,34), para compartir con ustedes algunas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana”.

A continuación, el Papa explica que “este deseo ha crecido durante estos meses de pandemia, en los que podemos experimentar, en medio de la crisis que nos está golpeando, que «nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo. […] Cuánta gente cada día demuestra paciencia e infunde esperanza, cuidándose de no sembrar pánico sino corresponsabilidad. Cuántos padres, madres, abuelos y abuelas, docentes muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. Cuántas personas rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos»”.

Y es que, añade el Papa, “todos pueden encontrar en san José —el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta— un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en segunda línea tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud”.

 

San José - Carmelitas Descalzas Guadalajara

 

San José en los Evangelios

 

Los dos evangelistas que evidenciaron su figura, Mateo y Lucas, refieren poco, pero lo suficiente para entender qué tipo de padre fuese y la misión que la Providencia le confió. Sabemos que fue un humilde carpintero (cf. Mateo 13,55), desposado con María (cf. Mateo 1,18; Lucas 1,27); un “hombre justo” (Mateo 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lucas 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mateo 1,20; 2,13.19.22).

El Papa Francisco subraya la condición de testigo excepcional de san José en la infancia de Jesús. Afirma textualmente: “Después de un largo y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había lugar para ellos» (Lucas 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lucas 2,8-20) y de los Magos (cf. Mateo 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos”.

 

Valentía y protección

 

El Papa encomia asimismo la valentía de san José al “asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner un nombre a una persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20)”.

Junto a la valentía de san José, el Papa reflexiona sobre cómo el santo siempre ejercicio la paternidad sobre su Jesús, tanto en el cumplimiento de los deberes religiosos como protegiéndolo de los peligros, deteniéndose en cuatro escenas: la presentación del Niño Jesús en el templo, la persecución de Herodes, el regreso a Nazaret y la pérdida y el hallazgo de Jesús en el templo a los 12 años.

“En el templo, cuarenta días después del nacimiento, José, junto a la madre, presentó el Niño al Señor y escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre Jesús y María (cf. Lucas 2,22-35). Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en Egipto como extranjero (cf. Mateo 2,13-18). De regreso en su tierra, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido pueblo de Nazaret, en Galilea —de donde, se decía: « No sale ningún profeta» y «no puede salir nada bueno» (cf. Juan 7,52; 1,46)—, lejos de Belén, su ciudad de origen, y de Jerusalén, donde estaba el templo. Cuando, durante una peregrinación a Jerusalén, perdieron a Jesús, que tenía doce años, él y María lo buscaron angustiados y lo encontraron en el templo mientras discutía con los doctores de la ley (cf. Lucas 2,41-50)”.

 

Numerosos patronazgos

 

Después de María, Madre de Dios, ningún santo ocupa tanto espacio en el magisterio pontificio como José, su esposo. Los Papas han profundizado en el mensaje contenido en los pocos datos transmitidos por los Evangelios para destacar su papel central en la historia de la salvación: el beato Pío IX lo declaró patrono universal de la Iglesia Católica, como ya quedó dicho; el venerable Pío XII lo presentó como patrono de los trabajadores; y san Juan Pablo II como custodio del Redentor. Y el pueblo  fiel lo invoca como patrono de la buena muerte.

Son muy numerosas las congregaciones e instituciones religiosas puestas bajo su patrocinio. Y entre los santos que profesaron especial devoción a san José, bien merece ser mencionada santa Teresa de Jesús.

 

Objetivos del Año Santo de San José

 

Según el Papa, el objetivo principal es que crezca el amor a este gran santo, para ser impulsados a implorar su intercesión e imitar sus virtudes, como también su resolución. Y añade: “En efecto, la misión específica de los santos no es sólo la de conceder milagros y gracias, sino la de interceder por nosotros ante Dios, como hicieron Abrahán y Moisés, como hace Jesús, único mediador, que es nuestro “abogado” ante Dios Padre, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.

Los santos ayudan a todos los fieles a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad. La vida de san José y la vida de los santos son pruebas concreta de que es posible vivir el Evangelio. Y se puede hacer de mil maneras distintas, también mediante el silencio y la obediencia como san José.

Por ello, apunta el Papa, ante el ejemplo de tantos santos y santas, por ejemplo, san Agustín se preguntó a sí mismo: “¿No podrás tú lo que éstos y éstas?”. Y así llegó a la conversión definitiva exclamando: “¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva!”. Y  Francisco concluye su carta apostólica dedicada a san José con este deseo: “No queda más que implorar a san José la gracia de las gracias: nuestra conversión”.

 

Gracias jubilares especiales

 

El Papa Francisco, a través de la Penitenciaría Apostólica, organismo del Vaticano y del Papa al servicio del perdón de los pecados y de la obtención de la gracia de Dios, ha decretado indulgencias plenarias especiales en razón del 150 aniversario de la proclamación de san José como patrono universal de la Iglesia.

 

¿Cómo hacer efectiva esta indulgencia plenaria especial para cada día del Año de San José?

 

(1) Intención expresa de recibir la gracia de esta indulgencia plenaria especial.

(2) Ejercicio de piedad y/o de caridad expreso y concreto por este motivo, que puede consistir en  (a) meditar una media hora sobre la oración del Padre Nuestro o participar en un retiro espiritual sobre san José; (b) rezar las letanías de San José o cualquier otra oración oficial dirigida a este santo.; (c) rezar en familia y/o en grupo (parroquia, comunidad) el Santo Rosario; y/o (d) llevar a cabo una obra de misericordia (espiritual o corporal), intentando que sus destinatarios sean los más necesitados y/o los más damnificados por la pandemia.

(3)  Concluir el ejercicio de piedad y/o caridad rezando el  Padre Nuestro por las intenciones del Papa y la recitación o proclamación del Credo.

(4) Y como siempre, confesión sacramental y comunión sacramental, quince días antes o quince días después, o antes si hay pecado grave.

 

San José - San Vicente de Sigüenza

 

Letanías de San José, del Papa León XIII

 

Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

Dios Padre celestial, ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.

Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros.

San José, ruega por nosotros.

Ilustre descendiente de David,  ruega por nosotros.   

Luz de los Patriarcas, ruega por nosotros.  

Esposo de la Madre de Dios, ruega por nosotros.  

Casto guardián de la Virgen, ruega por nosotros.  

Padre nutricio del Hijo de Dios, ruega por nosotros.  

Celoso defensor de Cristo, ruega por nosotros.  

Jefe de la Sagrada Familia, ruega por nosotros.  

José, justísimo, ruega por nosotros.  

José, castísimo, ruega por nosotros.  

José, prudentísimo, ruega por nosotros.  

José, valentísimo, ruega por nosotros.  

José, fidelísimo, ruega por nosotros.  

Espejo de paciencia, ruega por nosotros.  

Amante de la pobreza, ruega por nosotros.  

Modelo de trabajadores, ruega por nosotros.  

Gloria de la vida doméstica, ruega por nosotros.  

Custodio de Vírgenes, ruega por nosotros.  

Sostén de las familias, ruega por nosotros.  

Consuelo de los desgraciados, ruega por nosotros.  

Esperanza de los enfermos, ruega por nosotros.  

Patrón de los moribundos, ruega por nosotros.  

Terror de los demonios, ruega por nosotros.  

Protector de la Santa Iglesia, ruega por nosotros.  

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,…

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,..

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,..

V.- Le estableció señor de su casa./ R.- Y jefe de toda su hacienda.

 

OREMOS: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector, patrono y custodia en la tierra. Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

Salve a San José, compuesta por el Papa Francisco

“Salve, custodio del Redentor/ y esposo de la Virgen María./ A ti Dios confió a su Hijo,/ en ti María depositó su confianza,/ contigo Cristo se forjó como hombre. Oh, bienaventurado José,/ muéstrate padre también a nosotros/ y guíanos en el camino de la vida./ Concédenos gracia, misericordia y valentía,/ y defiéndenos de todo mal. Amén”.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 12 de marzo de 2021