San José Obrero

El 1 de mayo, Jornada Mundial del Trabajo, es también en la Iglesia la fiesta de san José considerado como trabajador y como modelo e intercesor de los trabajadores

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Este sábado, 1 de mayo, es la memoria litúrgica de san José considerado, contemplado como obrero, como trabajador. Fiesta instituida por el Papa Pío XII en 1955, haciéndola coincidir con el Día Internacional del Trabajo, y proponiendo a san José como un ejemplo y mediador para todos los trabajadores. Y en este contexto celebrativo de san José,  y máxime dentro de su año santo (ver artículos de NUEVA ALCARRIA de los viernes 12, 19 y 26 de marzo), y ahora, el día 1, como trabajador, como obrero, Pastoral Obrera de la diócesis organiza una misa, presidida por el obispo, el sábado 1 de mayo, a las 12:30 horas, en la parroquia de San José Artesano de Guadalajara.

 

Orígenes y sentido de la fiesta de san José Obrero

 

San José Obrero, en latín «Sancti Joseph opificis», celebración litúrgica de la Iglesia católica, establecida por Pío XII, en 1955, el 1 de mayo, coincidiendo así con el día que el mundo del trabajo tenía y tiene ya fijada como su fiesta propia.

El evangelio se refiere a José como el artesano (en el original griego, «τεχτων», Mateo3, 55)​ y que con él trabajó Jesús, que era conocido como  también como «artesano» (Marcos 6,3)​.Los primeros escritores cristianos suelen hablar de él como carpintero. Así, en el siglo II, san Justino, hablando de la vida de trabajo de Jesús, afirma que hacía arados y yugos; y quizás, basándose en esas palabras, san Isidoro de Sevilla (siglo VI) concluye que José era herrero. En todo caso, se trata de «un obrero, de un trabajador, que trabajaba en servicio de sus conciudadanos, que tenía una habilidad manual, fruto de años de esfuerzo y de sudor», concluye en el santo autor del libro de «Las Etimologías», considerado la mejor enciclopedia del saber en su tiempo y un libro todavía muy válido.

El Papa Pío IX en 1847 estableció para la Iglesia universal la fiesta de san José como patrono de los trabajadores, fijándola para el tercer domingo de Pascua. León XIII, en su encíclica «Quamquam pluries», resaltó el papel del trabajo en la vida de San José y su ejemplo para los trabajadores; y Pío X, trasladó esta fiesta al miércoles anterior. Y ya fue Pío XII quien en 1955, estableció su fiesta propia el 1 de mayo y suprimió la anterior.

 

San José, carpintero, trabaja una viga delante de Jesús. Óleo de Georges de Latour (1593-1652)

 

Fiesta civil

 

En Estados Unidos, la Federación Americana del Trabajo, convocó para el 1 de mayo de 1868 una huelga general pidiendo que se estableciese la jornada máxima de trabajo de 8 horas, la huelga fue especialmente seguida en Chicago, donde se prolongó durante los días 2 y 3, con numerosos heridos y muertos.​  Y desde entonces, en algunos países, se empezó a conmemorar aquella reivindicación cada 1 de mayo A lo largo del siglo XX, se extendió por la mayor parte de los países la celebración de ese día como fiesta del trabajo, con un carácter reivindicativo, aunque suavizado por la propias conquistas sociales, y su consideración como una fiesta laboral. Y ya en la segunda década del siglo XX se extiende el Día Internacional del Trabajo en la práctica totalidad del mundo.

En ese contexto reivindicativo en el que Pío XII decisión establecer la fiesta litúrgica de San José Obrero el 1 de mayo. Así lo comunicó en el discurso dirigido a la Asociación Cristianos de Trabajadores Italianos (ACLI)​ el 1 de mayo de 1955. Su discurso  comenzó recordando que desde el origen de la ACLI, el mismo papa había puesto a esta asociación bajo el patrocinio de san José. Se refirió después a la labor que los cristianos han de realizar para dar un sentido cristiano al trabajo, y hacer que la justicia reine en las relaciones laborales. Y en este sentido afirmó, textualmente que «como Vicario de Cristo, queremos reafirmar [estos valores], aquí, en esta jornada del 1 de mayo que el mundo del trabajo se ha otorgado a sí mismo como celebración propia, con la intención de que todos reconozcan la dignidad del trabajo, y que este inspire la vida social y las leyes, basadas en el reparto equitativo de derechos y deberes». Y añadió: «Así el 1 de mayo, acogido por los obreros cristianos, y casi recibiendo el crisma cristiano, lejos de ser un despertar de la discordia, el odio y la violencia, es y será una invitación recurrente a la sociedad moderna a hacer lo que aún falta a la paz social. Fiesta cristiana, por tanto; es decir, un día de júbilo por el triunfo concreto y progresivo de los ideales cristianos de la gran familia del trabajo».

Y en el oficio litúrgico de la fiesta, se añadió la siguiente introducción: «Para que la dignidad del trabajo humano, y los principios que la sustentan sean grabados profundamente en las almas, Pío XII instituyó la fiesta de San José obrero, a fin de que brinde su ejemplo y protección a todas las uniones de trabajadores. A imitación suya, aquellos que ejercen profesiones laboriosas deben aprender con qué espíritu y enfoque llevar a cabo su cargo para que, obedeciendo el principio del orden de Dios, sometan la tierra y contribuyan a la prosperidad económica, obteniendo, al mismo tiempo, las recompensas de la vida eterna».

Introducción que concluía con esta frase: «Y el guardián previsor de la Familia de Nazaret no abandonará a los que son sus compañeros de oficio y de trabajo: los cubrirá con su protección y enriquecerá sus hogares con riquezas celestiales».

 

San José con el Niño Jesús (San Pedro de Sigüenza)

 

El Papa Francisco en su carta «Patris corde»

 

Por decisión del Papa Francisco, la Iglesia católica dedica, desde el 8 de diciembre al próximo 8 de diciembre, un año especial, lucrado de indulgencias plenarias especiales. Es con ocasión del 150 aniversario de la proclamación de san José como patrono universal de la Iglesia, declaración efectuada por el beato papa Pío IX el 8 de diciembre de 1870.

Francisco promulgó este año santo, como ya ha contado NUEVA ALCARRIA, mediante la carta apostólica «Patris corde». En ella, el Santo Padre dedica un apartado especial a la condición de san José como trabajador. Reproducimos, a continuación, íntegro el texto del Papa al respecto.

«Un aspecto que caracteriza a san José y que se ha destacado desde la época de la primera Encíclica social, la “Rerum novarum” de León XIII, es su relación con el trabajo. San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo.

En nuestra época actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aun en aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar.

El trabajo se convierte en participación en la obra misma de la salvación, en oportunidad para acelerar el advenimiento del Reino, para desarrollar las propias potencialidades y cualidades, poniéndolas al servicio de la sociedad y de la comunión. El trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para ese núcleo original de la sociedad que es la familia. Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. ¿Cómo podríamos hablar de dignidad humana sin comprometernos para que todos y cada uno tengan la posibilidad de un sustento digno?

La persona que trabaja, cualquiera que sea su tarea, colabora con Dios mismo, se convierte un poco en creador del mundo que nos rodea. La crisis de nuestro tiempo, que es una crisis económica, social, cultural y espiritual, puede representar para todos una llamada a redescubrir el significado, la importancia y la necesidad del trabajo para dar lugar a una nueva “normalidad” en la que nadie quede excluido. La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. La pérdida de trabajo que afecta a tantos hermanos y hermanas, y que ha aumentado en los últimos tiempos debido a la pandemia de Covid-19, debe ser un llamado a revisar nuestras prioridades. Imploremos a san José obrero para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de abril de 2021