Ascensión del Señor y Comunicaciones Sociales

Pasado mañana, 16 de mayo, es el domingo de la Ascensión del Señor a los cielos y la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, instituida en 1967 por Pablo VI

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El itinerario pascual (ocho semanas, cincuenta días)   inicia su  recta final. Pasado mañana, 16 de mayo, será ya en el séptimo domingo y semana. Es el domingo de la Ascensión del Señor y es la semana de preparación a Pentecostés. De este modo, Resurrección-Ascensión-Pentecostés forma así una unidad sucesiva, que es la cincuentena pascual.

Culminada su misión y fortalecida la fe de los apóstoles y discípulos, Jesús asciende al cielo ante la mirada, admirada y atónita, de estos (1ª lectura de la liturgia de la Palabra, ciclo B, de la Ascensión del Señor). Idea que, con gozo y alabanza, expresa y ora también el salmo responsorial.

¿Y adónde va Jesús? San Pablo, en la segunda lectura, y san Marcos, en el evangelio, nos lo dicen claramente: a sentarse a la derecha del Padre, en la Gloria de la eternidad y en la permanente asistencia a su Iglesia y a la entera humanidad.

Jesús se va, pero que se queda. Su misión queda ahora, bajo el impulso y la gracia del Espíritu Santo, que nunca nos fallarán,  en nuestras manos. Comienza nuestra misión.

 

 

Jornada Mundial Pontificia desde 1967

 

En el día de la Ascensión del Jesús, día en cuyas vísperas nos hallamos, y  tras una propuesta del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI instituyó, en 1967, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Nada ajeno le es ajeno a la Iglesia y en absoluto le pueden ser ajenos los medios de comunicación social. Todo lo contrario.

San Pablo VI, que fue también un gran comunicador (era hijo de una abogado y periodista del norte de Italia) que el Señor donó a su Iglesia para su gobierno, decía que «la Iglesia se sentiría responsable y hasta culpable si no usara los medios de comunicación». Tal y como afirmara el Papa Montini a propósito de la publicidad y parafraseándole, podemos afirmar que «nadie puede escapar a la influencia de la comunicación».

Siguiendo con la paráfrasis («nadie puede escapar a la influencia de la comunicación»), la Iglesia, pues, anima a los medios de comunicación para que puedan llegar a ser un sano y eficaz instrumento de recíproca ayuda entre los hombres. La comunicación social, en sus distintos medios y expresiones, es quizás la revolución mayor y de más profundas consecuencias de la segunda mitad del siglo XX y desde todavía aún en estas dos primeras décadas del siglo XX, marcadas por la irrupción de internet y de las redes sociales.

 

Aldea global, comunicación social y evangelización

 

«El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad y transformándola -como suele decirse- es una “aldea global”. Los medios de comunicación son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación y de inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales». Son palabras del Papa Juan Pablo II en su encíclica «Redemptoris missio», de 1991. Son suficientemente conocidas y elocuentes como para abundar en mayores comentarios. Como suficientemente conocida y elocuente fue la condición de san Juan Pablo II como extraordinario comunicador.

Afirmaba en el año 2000 el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, en su documento titulado «Ética en las comunicaciones sociales», que «la Iglesia asume los medios de comunicación social con una actitud fundamentalmente positiva y estimulante. No se limita simplemente a pronunciar juicios o condenas; por el contrario, considera que estos instrumentos no sólo son productos del ingenio humano, sino también grandes dones de Dios y verdaderos signos de los tiempos».

Y es que precisamente la misión y hasta identidad de la Iglesia es anunciar, comunicar la buena noticia, la mejor noticia, que no es otra que Jesucristo y este encarnado, crucificado y resucitado.

Por ello, la Iglesia sabe que debe evangelizar a los hombres y mujeres con los medios de hoy, entre los cuales emergen los poderosísimos medios de comunicación social: prensa, radio, televisión, internet, redes sociales, cine y demás plataformas comunicativas.

 

Entre el temor y la responsabilidad

 

No cabe, pues, la menor duda. Vivimos en la sociedad de la comunicación. Y no en vano, los modernos medios de comunicación social están insertos entre las maravillas de la creación, puesta al servicio y desarrollo del hombre. Son instrumentos de comunión y progreso y adelantado de la nueva era, en referencia a los títulos de los tres significativos documentos pontificios sobre los mass media.

Sin embargo, los medios de comunicación desconciertan, a menudo, a la Iglesia y a sus hombres y mujeres, pastores o fieles. Incluso, a veces, hasta son temidos y repudiados. ¡Podríamos aducir tantos y tantos ejemplos, muchos de ellos hasta justificados...! Como escribiera el arzobispo español Antonio Montero, uno de los más emblemáticos apóstoles de nuestra Iglesia en los mass media, la Iglesia vive su relación con ellos entre el miedo y la responsabilidad, más en clave de temor que de responsabilidad.

Incluso, el medio, el temor -humanísimo sentimiento donde los haya- muchas veces es tan grande que agarrota e impide la comunicación. ¿Cómo salir de esta situación, que tantas veces se convierte en un círculo vicioso y peligroso? Como manifestara el Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del año 1999, la Iglesia quiere, busca y necesita la amistad con los medios de comunicación. Y la Iglesia, que debe salir siempre al encuentro y al camino de hombre, no puede renunciar al aludido entendimiento. Con palabras, ya citadas de  san Pablo VI, habría de sentirse culpable.

 

¿Cuál es el mensaje del Papa Francisco para este año?

 

Habida cuenta del carácter pontificio de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales en la solemnidad de la Ascensión, esta jornada cuenta cada año con un mensaje papal, que en 2021, escrito por Francisco, papa comunicativo donde los haya, lleva por título  «”Ven y lo verás”» (Jn 1,46). Comunicar encontrando a las personas donde están y como son».

En su Mensaje para la 55ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Francisco advierte del riesgo de una información siempre igual, exhortando a ir «donde nadie va». En su discurso tiene un gran peso la dinámica de ponerse en marcha con pasión y curiosidad y de salir «de la cómoda presunción de lo ya conocido».

El horizonte de la pandemia, que se extiende por el mundo desde principios de 2020, marca de forma decisiva este mensaje. El Papa advierte que se corre el riesgo de contarla, al igual que todas las crisis, «solo con los ojos del mundo más rico», de llevar una «doble contabilidad».

 

Oportunidades e insidias en internet y redes sociales

 

Escribe Francisco en este mensaje: «La red, con sus innumerables expresiones sociales, puede multiplicar la capacidad de contar y de compartir: tantos ojos más abiertos sobre el mundo, un flujo continuo de imágenes y testimonios. La tecnología digital nos da la posibilidad de una información de primera mano y oportuna, a veces muy útil: pensemos en ciertas emergencias con ocasión de las cuales las primeras noticias y también las primeras comunicaciones de servicio a las poblaciones viajan precisamente en la web. Es un instrumento formidable, que nos responsabiliza a todos como usuarios y como consumidores».

Y asimismo alerta de sus insidias: «Pero ya se han vuelto evidentes para todos también los riesgos de una comunicación social carente de controles. Hemos descubierto, ya desde hace tiempo, cómo las noticias y las imágenes son fáciles de manipular, por miles de motivos, a veces sólo por un banal narcisismo. Esta conciencia crítica empuja no a demonizar el instrumento, sino a una mayor capacidad de discernimiento y a un sentido de la responsabilidad más maduro, tanto cuando se difunden, como cuando se reciben los contenidos. Todos somos responsables de la comunicación que hacemos, de las informaciones que damos, del control que juntos podemos ejercer sobre las noticias falsas, desenmascarándolas. Todos estamos llamados a ser testigos de la verdad: a ir, ver y compartir».

 

Gracias a la valentía de tantos periodistas

 

Escribe asimismo Francisco: «También el periodismo, como relato de la realidad, requiere la capacidad de ir allá donde nadie va: un movimiento y un deseo de ver. Una curiosidad, una apertura, una pasión. Gracias a la valentía y al compromiso de tantos profesionales —periodistas, camarógrafos, montadores, directores que a menudo trabajan corriendo grandes riesgos— hoy conocemos, por ejemplo, las difíciles condiciones de las minorías perseguidas en varias partes del mundo; los innumerables abusos e injusticias contra los pobres y contra la creación que se han denunciado; las muchas guerras olvidadas que se han contado. Sería una pérdida no sólo para la información, sino para toda la sociedad y para la democracia si estas voces desaparecieran: un empobrecimiento para nuestra humanidad.

Numerosas realidades del planeta, más aún en este tiempo de pandemia, dirigen al mundo de la comunicación la invitación a “ir y ver”. Existe el riesgo de contar la pandemia, y cada crisis, sólo desde los ojos del mundo más rico, de tener una “doble contabilidad”. Pensemos en la cuestión de las vacunas, como en los cuidados médicos en general, en el riesgo de exclusión de las poblaciones más indigentes. ¿Quién nos hablará de la espera de curación en los pueblos más pobres de Asia, de América Latina y de África? Así, las diferencias sociales y económicas a nivel planetario corren el riesgo de marcar el orden de la distribución de las vacunas contra el COVID. Con los pobres siempre como los últimos y el derecho a la salud para todos, afirmado como un principio, vaciado de su valor real. Pero también en el mundo de los más afortunados el drama social de las familias que han caído rápidamente en la pobreza queda en gran parte escondido: hieren y no son noticia las personas que, venciendo a la vergüenza, hacen cola delante de los centros de Cáritas para recibir un paquete de alimentos».

 

Oración final del mensaje papal

 

«Señor, enséñanos a salir de nosotros mismos,

y a encaminarnos hacia la búsqueda de la verdad.

Enséñanos a ir y ver, enséñanos a escuchar,

a no cultivar prejuicios,

a no sacar conclusiones apresuradas.

Enséñanos a ir allá donde nadie quiere ir,

a tomarnos el tiempo para entender,

a prestar atención a lo esencial,

a no dejarnos distraer por lo superfluo,

a distinguir la apariencia engañosa de la verdad.

Danos la gracia de reconocer tus moradas en el mundo

y la honestidad de contar lo que hemos visto».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 14 de mayo de 2021