Un nuevo ciclo pastoral y la revitalización la vocación y misión del laico

Por Agustín Bugeda

(vicario general)

 

 

La llegada de un nuevo curso pastoral es siempre un reto, que todos de los diversos sectores diocesanos tenemos que asumir con gozo y esperanza.

Este curso 2015-2016 viene marcado por el seguimiento y realización de lo propuesto por nuestro Plan Pastoral Diocesano, “El amor de Cristo nos urge”, y por la asunción gozosa de la llamada del Papa Francisco para toda la Iglesia al convocar el Jubileo de la Misericordia.

El fin de nuestra labor y acción no es otro que la evangelización movidos por el amor de Cristo. Recuerdo el Objetivo general de nuestro PPD: “Anunciar, desde el testimonio alegre y esperanzado, a Jesucristo como Buena Nueva para el hombre de hoy”.

No podemos lanzarnos a programar sin tener en cuenta muy someramente la situación en la que nos movemos. La recojo en palabras de D. Atilano de la carta de presentación del PPD: “No podemos pasar por alto la gran movilidad de la población, el envejecimiento de la misma en las zonas rurales y la emigración constante de la buena gente de nuestros pueblos a las zonas urbanas… También hemos de tener muy presente el reducido número de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, así como el descenso paulatino del número de sacerdotes, que se incrementará en los próximo años, debido a la avanzada edad de algunos miembros del presbiterio diocesano” (nn. 6-7).

Por otro lado, tenemos muy claro que debemos caminar unidos, animados por el mismo Espíritu, con criterios comunes, superando falsos individualismos. Ahora bien, la comunión y la corresponsabilidad nos exigen también el que cada uno aportemos los carismas que el Señor nos ha regalado, acompañemos con sencillez los diversos procesos que salen a nuestro encuentro en nuestras parcelas territoriales o sectoriales y fomentemos la riqueza eclesial en sus diversos dones. Por ello no hemos de estar siempre juntos físicamente, sí es necesario alguna vez, para que nos vean y nos apoyemos, pero con la libertad y el gozo de lo personal, no de lo individual cerrado y egoísta.

No olvidar tampoco en nuestro calendario que es muy importante todo evento, ahora veremos los principales del año, pero también lo son los procesos y nunca pueden estar separados. Es decir, programamos encuentros, jornadas, días de… pero es muy importante el callado proceso de fe, de formación, de respuesta que necesita del evento, pero ni es el fin en si mismo, ni lo único o más importante.

¿Cuáles son las líneas fundamentales de actuación en este año pastoral para nuestra Diócesis?

La línea maestra de actuación para este curso 2015-2016: Corresponsabilidad de los laicos y religiosos de cara a una nueva forma de evangelización en las UdAPs

“La aplicación del Plan Pastoral –son palabras también de D. Atilano- nos permitirá acoger y valorar los distintos carismas suscitados por el Espíritu Santo en el Pueblo de Dios y nos impulsará a promoverlos en cada bautizado para el crecimiento y edificación de todo el Cuerpo de Cristo. Esto nos ayudará también a dar pasos seguros para pasar de una pastoral de mera conservación de lo que hay a una pastoral más misionera, afrontando así con esperanza los retos de la nueva evangelización” (Presentación PPD, n. 32).

Necesitamos una pastoral más misionera, más en salida, más en la calle y tenemos claro que esta misión no la podemos hacer, ni la debemos hacer solamente los sacerdotes. Son los laicos fundamentalmente desde su vocación bautismal los que han de tomar una conciencia mayor de su tarea misionera. Y la tenemos que hacer juntos.

Para ello necesitamos formarlos y animarlos en un doble sentido: Primero para fomentar su presencia en la Vida Pública desde su ser cristiano y segundo para entrar cada día más en un ámbito de corresponsabilidad dentro del entramado eclesial.

Lógicamente como bien nos recuerda nuestro Plan en el Capítulo I, “La Misión nace de la intimidad con Dios”, por lo que no deberemos de dejar en nuestras programaciones de organizar encuentros de oración, retiros, ejercicios espirituales, los grupos de lectura creyente y orante de la Biblia,  y así están programados en el calendario, cada uno insistiremos desde nuestro ámbito. El año de la Misericordia nos ayudará a entrar en el Misterio del Amor de Dios de una forma transversal, como ha pasado con la celebración del V Centenario del Nacimiento de Sta. Teresa de Jesús.

En este ámbito espiritual también tendremos en cuenta que dentro del plan de elaboración del Directorio de Iniciación Cristiana, este año trabajaremos sobre el sacramento de la Eucaristía, su pastoral principalmente relacionada con la Primera Comunión. Esto nos ayudará también a que tengamos una vez más la Eucaristía al centro de nuestro vida, cima y culmen de la vida cristiana (Cfr. LG 11).

Para la formación de los laicos, además de los medios con los que cada uno contamos, de la escuela de Teología, es necesario impulsar unas catequesis que ha preparado la Delegación de Nueva Evangelización y que en cada arciprestazgo hemos de ir programando y organizando, en su realización tenemos todos que poner nuestros esfuerzo durante este año, principalmente los arciprestes en su organización e impulso. Asimismo la formación de los catequistas, de los agentes de pastoral caritativa, de pastoral familiar, etc… ha de ayudarnos a crecer en esa tarea conjunta.

Como ayuda a todo ello,  el Jubileo de la Misericordia será un tiempo de gracia para toda la Iglesia y también para nuestra Iglesia particular.

En el Consejo Presbiteral del mes de noviembre perfilaremos con el trabajo que está realizando la Mesa de ponencia las líneas maestras de este año en nuestra diócesis, siempre con vocación de permanencia y de reforzar la línea principal de actuación en este año según nuestro Plan Pastoral Diocesano.

El rostro de la Misericordia es Jesucristo, “vultus misericordiae”, y nosotros tenemos en imagen en nuestra Catedral, casa madre, el Cristo de la Misericordia, por eso nada mejor que ese rostro que ambientará y estará presente en las diversas publicaciones diocesanas para que no desviemos la atención de la auténtica manifestación de la Misericordia, Jesucristo, vivida en comunión, en eclesialidad, así pues desde nuestra Catedral. Otros rostros de Cristo misericordia como el de Quer, San Pascual Bailón, Mondejar en sus 250 años, etc… aparecerán en nuestro calendario diocesano y otras publicaciones.

Acontecimientos puntuales en el año como el centenario de D. Jesús Plá y quizá apertura del proceso de canonización, que celebraremos el 26 de diciembre con la presencia del Cardenal Cañizares. Y también el encuentro de jóvenes de la Provincia Eclesiásticas de Toledo el 9 y 10 de abril, serán momentos de gracia que nos ayudarán a vivir y profundizar en estas líneas de acción pastoral. No olvidamos tampoco lo que nos queda del Año de la Vida Consagrada y su clausura el próximo 2 de febrero.

Trabajamos recordando siempre esas palabras de D. Atilano en su carta pastoral “Id y haced discípulos”:

“En la Iglesia, por otra parte, nadie es imprescindible ni protagonista, pero todos somos necesarios pues estamos llamados a vivir y actuar como piedras vivas de la misma. Solo el Señor debe ser protagonista porque es el único Salvador y el único con poder para enviar en misión, como Él fue enviado por el Padre. Por gracia y misión del único Señor, todos tenemos el encargo de evangelizar y nadie puede delegar esta responsabilidad en los demás” (p. 53).