SANTO
ENTIERRO
Santo Entierro
2ª ½ s. XVI
Óleo sobre lienzo, 180 x 202 cm.
La pieza del mes que
presentamos hoy es una de las obras importantes del
patrimonio perteneciente a la S. I. Catedral Basílica de
Sigüenza que, tras su reciente restauración, podemos
disfrutar en este museo.
Se trata de un cuadro
atribuido bien al taller de Tiziano, bien considerado como
la mejor copia del mismo, cuyo tema iconográfico es el Santo
Entierro o la Depositio del cuerpo de Cristo en el
sepulcro.
Los principales elementos a
tener en cuenta en la composición son: el color, la
composición escénica de los personajes conformando su eje
dinamizador, y, la intención teológica pretendida directa y
explícitamente por el pintor con la inusual elección
morfológica del sepulcro, al estilo del sarcófago
paleocristiano, en detrimento de la ilustración del texto
evangélico, con el fin de expresar mejor el contenido
teológico de la Muerte de Cristo a través de la tipología
que la misma Tradición eclesiástica concede a las escenas
veterotestamentarias.
La restauración de la obra ha
sido realizada por el Instituto del Patrimonio Cultural de
España dentro del Plan Nacional de Catedrales.
LACTATIO DE
SAN BERNARDO
Presentamos
como pieza del mes una obra excepcional, no tanto por su
calidad artística, nada desdeñable, sino por el tema que
muestra, la llamada “Lactatio de San Bernardo” o “Premio
lácteo a San Bernardo”.
Se trata de un óleo sobre
lienzo que representa una leyenda de origen español sobre el
premio que recibe San Bernardo de Claraval por su devoción y
predicación sobre la Virgen María, ella misma se le aparece
mientras el santo está en oración, quizás recitando el himno
Ave maris Stella que recoge esta petición “muestra que eres
madre”, la Virgen hace llegar desde su pecho una porción de
leche hasta la boca del santo.
El lienzo, de autor anónimo
del S. XVIII, procede de la parroquia del desaparecido El
Atance, está montado con un sencillo soporte, sin marco ni
bastidor, y ha llegado hasta nosotros tras una cuidadosa
restauración realizada por Tríptico-Restaura.
CRUZ
PROCESIONAL
Presentamos
por primera vez como pieza del mes una obra de orfebrería,
una cruz procesional de plata sobre corazón de madera con
algunas partes sobredoradas, procede de Olmeda de Jadraque y
ha sido depositada para su custodia en nuestro Museo.
Es una obra
excepcional, en bastante buen estado de conservación,
realizada por un orfebre anónimo en el S. XVI. Su
particularidad consiste en que la cruz es el “árbol de la
vida”, referencia esta propia del renacimiento que pone en
relación la cruz de Cristo con el árbol del Paraíso y del
Apocalipsis. Los remates del brazo horizontal y vertical
están sobredorados, también la imagen de la Virgen con el
Niño en el anverso así como el halo y el paño de pureza del
Crucificado. La decoración del cañón tiene formas
platerescas, mientras que la macolla presenta a modo de
cabujones ángeles y soles alternados y sus balaustres
recuerdan la mazonería gótica.
SANTA ÁGUEDA
Nos encontramos ante una
curiosa escultura románica de santa Águeda, joven mártir
siciliana del S. II, a la que según la tradición le cortaron
los senos. Es realmente una rareza, pues existen pocas
tallas en madera de pequeño tamaño del periodo Románico. La
iconografía de los mártires los presenta con la palma en una
de sus manos y los atributos del martirio en la otra, razón
por la que el artista la ha representado portando sus pechos
en la mano.
La escultura que contemplamos
procede de Mojares y ha sido necesario un cuidadoso trabajo
de restauración, saneando la madera y asentando la
policromía original, para que podamos admirar ahora su
sencilla e ingenua belleza. Le hemos añadido una peana para
darle estabilidad. Su recuperación se debe al patrocinio de
UMAS Mutua de Seguros y a la mano experta y paciente de
Tríptico-Restaura.
SANTA
BÁRBARA
La joven de Nicomedia
representada en la talla que contemplamos es santa Bárbara,
según la tradición, mártir del S. III y patrona de los
arquitectos, mineros, artilleros… y otros oficios donde
puede producirse una muerte inesperada. Resulta sencillo
distinguir que se trata de una mártir, pues lleva la palma
del martirio, y el nombre de la santa, que nos llega a la
memoria al descubrir la torre que carga en su mano.
Es una pequeña obra
renacentista, de un autor anónimo que ha sabido plasmar la
belleza y la fortaleza de esta joven que se enfrenta a la
muerte sólo por el hecho de ser cristiana y desear
permanecer virgen en unos tiempos en que esta decisión era
interpretada como una rebelión contra el propio Imperio
Romano.
La recuperación de esta talla
se debe al trabajo de Tríptico-Restaura y al patrocinio de
UMAS Mutua de Seguros.
CABEZA
BARBADA
Poco antes de 1978 llegó al
Museo esta cabeza barbada, clasificada inicialmente como
renacentista por sus formas clásicas. Hemos de encuadrarla
en pleno barroco, por la búsqueda de realismo en la
perfección anatómica y la viveza en la expresión del rostro,
alcanzada a través del uso del cristal en los ojos. No es
difícil imaginar que perteneció a una imagen de vestir.
Encontramos una clara
semejanza con la foto de Tomás Camarillo, fechada entre 1923
y 1948, de San Gerónimo de Tendilla, que se guarda en el
Centro de la fotografía y la imagen histórica de
Guadalajara. Se supone que desapareció en la pasada guerra
civil. Es probable que perteneciera originalmente al
Monasterio de Santa Ana, de la orden jerónima, fundado en
1493 y desamortizado en 1843, del que sólo quedan ruinas,
también un magnífico retablo de pinturas dedicado a San
Jerónimo y realizado en el taller del flamenco manierista
Jan Sanders van Hemessen (1500-1556), hoy en el Museo de
Bellas Artes de Cincinati (USA).
CALVARIO
Esta
pintura sobre tabla, renacentista, de finales del siglo XV o
primer tercio del XVI, presenta algunas relaciones con
Fernando Gallegos, pintor de la escuela hispano-flamenca,
con cierto germanismo que se muestra en el tratamiento de la
luz, además del dramatismo y la composición escénica. Pero
se aproxima más a la obra de Pedro Cisneros, discípulo de la
escuela de Toledo fundada por Juan Borgoña, seguidor
inmediato, en Castilla, del estilo castellano-italianizante
de Pedro Berruguete. De esta escuela castellana nos habla el
fondo, que nos hace ver un horizonte lejano con una ciudad
difuminada, y el vivo colorido y la postura de San Juan, de
gran plasticidad y dramatismo. Procede de El Sotillo, donde
debió ocupar el altillo de algún retablo, del que sólo ha
quedado esta magnífica tabla.
NIÑO JESÚS
Habitualmente el arte
cristiano ha representado al Niño Jesús en compañía de su
Madre, de san José, o en escenas basadas en los relatos
evangélicos. En Italia se encuentra al Niño, ya en el S. XIV,
desligado de estos contextos históricos, a España llegará en
el XVI. La imagen del Niño portando una esfera rematada por
una Cruz sólo se hace habitual a partir del S. XVII, época a
la que corresponde la que ahora contemplamos, de estilo
barroco naturalista, llegada desde Villacadima.
La representación del Niño, a
una edad de tres o cuatro años, busca despertar sentimientos
de piedad y de dulzura a través de signos que hablan de su
gloria o su Pasión. Poner la esfera en las manos del Niño
invita a descubrir su divinidad, la gloria. Cargarlo con un
racimo de uvas, una corona de espinas o una cruz, alude a su
futura Pasión. La imagen que nosotros presentamos, de algún
modo, aúna ambas representaciones, nos hace pensar en su
gloria y en su Pasión.
ÁNGEL MÚSICO
Este
ángel de pequeño tamaño, bella-mente tallado y policromado,
fue creado para decorar la parte alta de un retablo
renacentista. Sorprende el esmero con que el artista realizó
lo que estaba destinado a ser un adorno más del retablo: un
rostro joven y cabellos rizados, una túnica ricamente
adornada para vestir el cuerpo bien proporcionado del ángel,
que tañe una lira, pues fue creado para la alabanza divina,
y porta unas grandes alas, siempre preparado para ir
rápidamente al servicio que se le encomiende.
Esta iconografía se
corresponde con la que Francisco Pacheco establecerá más
adelante –en su obra Arte de la Pintura Su antigüedad y
grandezas (Madrid, 1866, t. II, pp. 182-185. 1.ª ed.
Sevilla, 1649)– para la representación de los ángeles:
varones sin barba, con rostros hermosos, ojos
resplandecientes y lustrosos cabellos castaños o rubios, con
alas hermosas, imitando los colores de la naturaleza, y
vestiduras variadas.
SAN MATEO
Tras una laboriosa tarea, el
Centro de Restauración de Castilla-La Mancha ha recuperado
para nuestro museo esta magnífica talla en madera
policromada del apóstol san Mateo procedente de La Olmeda de
Jadraque. Un artista anónimo castellano ejecutó a finales
del S. XVII la imagen del patrono de la iglesia parroquial.
Bajo
uno de sus pies, calzados con unas sencillas sandalias,
aparece una bolsa con monedas de plata y oro, aludiendo a su
oficio de recaudador de impuestos, que abandonó para seguir
a Jesucristo. Con rostro sereno nos señala el libro abierto
en sus manos, en él podemos leer: Sequéntia sancti Evangélii
secúndum Matthaeum… introduciéndonos a un fragmento del
evangelio que lleva su nombre, en concreto aquel que habla
del matrimonio (Mt 19,3-6).
VIRGEN DE LA ANTIGUA
Esta talla de la Virgen con
el Niño recibe el nombre de Santa María de la Antigua. La
madre sostiene un fruto dorado y el Hijo bendice al que se
acerca a su presencia. Cuesta trabajo encuadrarla en un
estilo artístico, pues ha sufrido transformaciones para
adaptarla al gusto de los diversos momentos de la historia,
pero fue realizada, seguramente en el S. XIV, por un artista
anónimo castellano.
De apariencia románica, esta
Virgen sedente sirve de trono a su Hijo, Rey desde la
debilidad propia de un niño; góticos semejan sus rostros
sonrientes y sus miradas cálidas; renacentistas los arreglos
del cabello de la madre y el tratamiento de sus vestidos.
La cuidadosa restauración
realizada por el Centro de Restauración de Castilla-La
Mancha ha puesto al descubierto restos de la magnífica
ornamentación floral del manto de la Virgen y la delicada
redecilla que recoge su pelo.
SAN PEDRO APÓSTOL
El Centro de Restauración de
Castilla-La Mancha ha recuperado para nuestro museo esta
magnífica talla de bulto redondo del apóstol san Pedro que
llegó desde la iglesia del despoblado Villacadima. Esta es
la imagen de su patrono, por lo que nos encontramos ante una
importante talla, estofada y policromada, realizada por un
artista anónimo a finales del S. XVI para ocupar un lugar de
honor en el altar mayor de la iglesia parroquial.
Los pies descalzos, un libro
abierto, la túnica verde y el manto dorado y rojo nos
indican que estamos ante un apóstol, la mutilación de la
mano derecha nos impide ver las llaves, atributo normal de
san Pedro, pero el pose de su rostro y su mirada nos hablan
del anuncio del evangelio que lleva en su mano. Podría estar
diciendo, como narra el libro de los Hechos de los
Apóstoles: Os hablo de Jesús de Nazaret… Dios lo ha
resucitado de entre los muertos, y nosotros somos testigos
de ello (Hch 3,15).
CALLAD MIENTRAS DUERME
Nos encontramos ante una obra
inédita, procedente de la desaparecida población de El
Atance, recuperada por Tríptico-Restaura para nuestro museo.
Es una representación de la Virgen María Reina que vela el
sueño de su Hijo mientras san Juan Bautista niño manda
callar y un devoto observa la escena. Se trata de un óleo
sobre lienzo de finales del XVII o principios del XVIII, de
un autor anónimo que pudo inspirarse en la obra de Angelino
Medoro (c. 1567-1633) titulada Virgen con el Niño, que se
encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Es una obra de
encargo, pues se adivina el retrato del donante en el
personaje que observa la escena. Sorprende ver a la Virgen
con los atributos de Reina y rodeada por ángeles. Conmueve
la placidez de su hijo dormido, apenas cubierto por un velo
transparente. Lleva a la reflexión el gesto de san Juanito,
que se completa en la inscripción latina que rodea el marco
e inspira el título de la obra:
TACETE DUM DORMIT ET REQUIESCIT
DOMINUS ET DEUS MEUS QUONIAM CITO SUSCITABUM EUM PECATA
HOMINUN (Callad
mientras duerme y descansa el Señor y Dios mío porque muy
pronto lo despertarán los pecados de los hombres).
SAN JOSÉ Y EL NIÑO
Éste
óleo sobre tela se atribuye con seguridad a Juan Bautista de
Losa y Alcázar, padre filipense que tuvo su taller y escuela
en el Oratorio de san Felipe Neri de Molina de Aragón en el
S. XVII. Nuestro museo tiene el honor de exponer una
magnífica muestra de sus obras en la segunda planta.
Contemplamos a S. José como
“un hombre joven de poco más de 30 años” que sostiene en sus
brazos al Niño Jesús, viste amplios ropajes y porta la vara
florida. Una iconografía al gusto de la época que sigue las
sugerencias de F. Pacheco. La representación muestra un
fuerte contraste entre la sensación de paz que trasmiten el
santo Patriarca y el Niño y la turbación que apuntan el
cielo amenazante y los árboles agitados por el viento.
Contraste, sin duda, buscado por el autor como anticipando
el futuro de este Niño, que es el Salvador.
Su restauración ha sido
patrocinada por el Excmo. Ayuntamiento de Sigüenza y
realizada por Tríptico-Restaura.
ESTIGMATIZACIÓN DE SAN FRANCISCO
El
relieve de la estigmatización de San Francisco, del S. XVII,
es un magnífico ejemplo de la técnica del estofado, en la
que el artista dora la superficie tallada con pan de oro,
sobre el que aplica la capa pictórica, que finalmente raspa
para que reaparezca el dorado bajo la policromía.
El autor anónimo nos presenta
una escena de la vida de San Francisco de Asís, cuyo ideal
de vida era seguir a Jesucristo pobre y crucificado. Esta
imitación llega a su momento máximo en una experiencia
mística en el Monte Alverna. San Francisco aparece de
rodillas, en contemplación, en el momento de la visión de
un querubín con los rasgos de Jesús crucificado que imprime
las llagas de la Cruz del Señor, a través de unos rayos de
luz, en sus manos, costado y pies.
La obra ha sido restaurada
por Tríptico-Restaura con el patrocinio del Ayuntamiento de
Sigüenza.
CRISTO CRUCIFICADO
Talla gótica de Cristo
Crucificado, obra anónima de la Escuela Castellana de la
primera mitad del S. XIII. Es una escultura de bulto redondo
y de tamaño medio a la que se le ha agregado una cruz
durante el proceso de restauración para preservar su
integridad.
Se trata de una obra gótica,
un Cristo con tres clavos, que aún conserva del románico un
rostro sereno y la ausencia de corona de espinas, pero debe
al gótico la abundancia de sangre en las heridas de la
frente, costado, rodillas, manos y pies, y un incipiente
aunque nada desdeñable estudio anatómico. Un Crucificado que
busca impactar la sensibilidad del que se acerca a él, una
gota de sangre en la mejilla, que se confunde con una
lágrima, nos sugiere el nombre de Cristo de la Compasión. La
obra ha sido restaurada por Tríptico-Restaura con el
patrocinio de Ibercaja.
VISITACIÓN DE LA VIRGEN
Este óleo sobre lienzo, del
primer cuarto del S. XVII, fue bellamente realizado por un
pintor anónimo de la Escuela Madrileña, encuadrado en el
primer barroco naturalista. Nos sugiere afinidades con
maestros tan conocidos como V. Carducho o Eugenio Caxés. El
lienzo era originalmente más grande. El proceso de
restauración ha puesto de manifiesto que fue recortado,
desapare-ciendo de él las figuras de San José y de Zacarías,
apenas insinuado ahora en la mano que se acerca al hombro de
Isabel. Nos presenta el saludo de dos mujeres bendecidas por
Dios en la puerta de la casa de Zacarías: Isabel,
sobrecogida al descubrir la presencia de Jesús en el seno de
María, que llega a acariciar con su mano, la Virgen
concentrada como meditando el misterio que va creciendo en
su interior; la madre de Juan en tonos oscuros, la Madre de
Jesús en colores más claros y vivos, pues es portadora del
que trae la luz al mundo. La obra ha sido restaurada por
Tríptico-Restaura con el patrocinio del Excmo. Ayuntamiento
de Sigüenza.