Segunda parte del Adviento, Virgen de la Esperanza y Corona

El 17 de diciembre, hoy, marca cada año la segunda parte del Adviento, su semana final caracterizada por el gozo y la esperanza ante la inminencia nacimiento del Jesús

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Del 17 al 24 de diciembre, comienza la segunda parte del Adviento. Es la llamada semana de la “¡Oh!”. Esta semana final del Adviento es la semana de la espera y expectativa inminentes, con y junto a la María, la Virgen de la Esperanza, como el sábado 18 recordaremos. ¿Cuáles son los contenidos litúrgicos, devocionales, catequéticos y pastorales de esta semana final del Adviento?

 

 

Las antífonas de la Oh

Las antífonas de esta segunda parte del Adviento se cantan o se recitan en las vísperas del oficio divino de la liturgia de las horas desde el 17 de diciembre hasta el 23 de diciembre. También, después del Concilio Vaticano II, son cantadas o recitadas o cantadas, a modo de perícopa, versículo o exclamación, antes y después del Aleluya previo al Evangelio en la misa de los días de semana entre el 17 y el 23 de diciembre.

Y estas antífonas y sus significados son los siguientes: 17 de diciembre: O, Sapientia! (¡Oh, Sabiduría!); 18 de diciembre: O Adonai! (¡Oh, Señor!); 19 de diciembre: O Radix Jesse! (¡Oh, Raíz de Jesé!); 20 de diciembre: O Clavis David (¡Oh, Llave de David!); 21 de diciembre: O, Oriens (¡Oh, Amanecer, Luz, Sol que nace de Oriente!); 22 de diciembre: O Rex Gentium! (¡Oh Rey de las naciones!); y 23 de diciembre: O, Emmanuel! (¡Oh Emmanuel, o Dios con nosotros!). Todos estos nombres son títulos mesiánicos que se aplican y se culminan en Jesucristo. Además, leyendo al revés las primeras letras -van en negrita- dan el acróstico, en griego ERO CRAS, que significa en español “Llegaré mañana”, en clara alusión a la llegada del nacimiento de Jesús en la noche del último día de la semana de la oh: la Navidad.

 

La Virgen de la Esperanza

Virgen de la Esperanza, Virgen encinta, Virgen de la Divina Enfermera, Virgen de la Dulce Espera o Virgen de la O es una advocación mariana en la que se la asocia con el Adviento o espera de la Natividad de Cristo (además de con la virtud teologal de la esperanza); el período en que la Virgen María estaba embarazada (en latín Maria Gravida o Virgo Gestans).

La razón del nombre "O" es la exclamación admirativa "oh", ya explicada También se refiere cualquiera de estos títulos marianos al aspecto iconográfico de con que María es reflejada en estado de buena esperanza (embarazada). Iconográficamente, se representa frecuentemente con un círculo en el abdomen simulando el embarazo, en el que en ocasiones se sitúa el feto de Jesús dibujado o esculpido, y cuyo borde semeja una O, aunque esta ha desaparecido en la iconografía moderna.

 

¿Virgen de la Esperanza en la catedral de Sigüenza?

Escribe Julián García, canónigo fabriquero de la catedral de Sigüenza: “En el crucero de la catedral seguntina, a una altura superior a siete metros (varían en torno a 7,30 metros), sobre repisas de piedra, policromadas a imitación de mármol e incrustadas en las columnas que sostienen el tramo central del crucero, están situadas cuatro esculturas de bulto redondo de piedra caliza policromada, de una altura aproximada, incluyendo las peanas que forman unidad con ellas, de 2,10 metros”.

En el lado de la nave del evangelio, aparecen dos profetas, descritos históricamente como Isaías y Zacarías (este podría Miqueas), que se miran, uno desde la columna exterior de la capilla mayor, el otro desde la columna delantera del coro. En el lado de la nave de la epístola, nos encontramos con la Virgen María, que mira desde la columna exterior de la capilla mayor al arcángel san Gabriel, que está situado en la correspondiente columna del coro y le muestra su saludo escrito en una filacteria: AVE MARÍA, completando así en este lado derecho del crucero el misterio de la Anunciación-Encarnación, que habían anunciado los profetas.

Y añade el fabriquero de nuestra catedral: “Las peanas están decoradas con escudos de Simón Girón de Cisneros, obispo de Sigüenza entre 1299 y 1326, lo que permite datar las esculturas en el primer cuarto del siglo XIV”.

Con todo, el gran historiador por excelencia de la catedral seguntina, Manuel Pérez Villamil, escribe, en el alba del siglo XX, que el arcángel muestra el año 1640, información que interpreta como el momento en que serían colocadas en el lugar que ocupan en la actualidad. De 1640 a 1645 desarrolló su ministerio episcopal en Sigüenza el obispo Fernando de Andrade y Sotomayor. ¿Dónde estuvo hasta entonces este conjunto escultórico? No lo sabemos.

“La escultura de la Virgen María –describe Julián García-  es de gran calidad, tanto por el trabajo meticuloso del entallador como por su cuidadosa y rica policromía. Viste sobre una túnica de color rosáceo un amplio manto azul claro que recoge con su mano izquierda, en la que sostiene un libro de las horas, ricamente decorado con herrajes sobre cubierta de cuero carmesí. Los vestidos están decorados con hojas y flores doradas, también el borde del manto. No se observan perdidas volumétricas, aunque no se aprecia claramente la integridad del dedo pulgar de la mano derecha, quizás a causa el pliegue del manto. Se observa el polvo acumulado y algunas pérdidas de la policromía, y colores apagados especialmente en los vestidos”.

¿Podríamos considera a esta imagen de María como la Virgen de la Esperanza? Tengamos en cuenta, para reforzar esta hipótesis, al menos desde la piedad y la congruencia, que justo enfrente de ella, en el final de la epístola, aparece, hace cinco siglos, el precioso retablo en alabastro de la Virgen de la Leche, una tierna representación de María madre en posición de amamantar al Niño Jesús.

 

¿Y qué pasa con la corona de Adviento en esta semana final?

Permanece, ya con sus tres primeras velas encendidas; a lo largo de estos días finales, se encenderá la cuarta, correspondiente al cuarto y último domingo de Adviento, y el día de Navidad o en Nochebuena se podrá añadir un gran cirio blanco que representa la Natividad del Señor y que sitúa en el centro de la corona.

La corona de Adviento es una costumbre originaria de los países germánicos y extendida a América del Norte y al resto de Europa, y ya convertida en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos y de las parroquias y comunidades.

Durante el frío y la oscuridad del final del otoño los pueblos germánicos precristianos recolectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida del sol naciente y de la primavera.

Ejemplo, pues, de cristianización de la cultura donde lo viejo toma ahora un nuevo y pleno sentido, la corona de Adviento encuentra un espléndido referente en Jesucristo, la luz del mundo, el vencedor de la oscuridad y de las tinieblas.

 

Lo que es la corona de Adviento

Se trata de una corona de ramas verdes, en la que se fijan cuatro velas vistosas. Suele colocarse sobre una mesita, o sobre un tronco de árbol, o colgada del techo con una cinta elegante. En principio, no se pone encima del altar, sino junto al ambón o en otro lugar adecuado como, por ejemplo, junto a una imagen o icono de la Virgen Madre, siempre Santa María del Adviento. La corona de Navidad es así el primer anuncio de la Navidad.

La corona ha de ser circular, ramas o follaje verde, cuatro velas y algún adorno sobre ellas. ¿Y por qué circular? El círculo hace presente la figura perfecta que no tiene principio ni fin, evocando la unidad y eternidad del Señor Jesucristo que es el mismo ayer, hoy y siempre (cfr. Cartas a los Hebreos, 13, 8). Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio ni fin. Es asimismo interpelación para que también nuestro amor a Dios y amor al prójimo tampoco finalice nunca.

 

Colores, adornos y cirios

El follaje ha de ser verde, color que expresa esperanza y perennidad. Las ramas verdes pueden ser de ramas de pino, abeto, hiedra…. Representan a Cristo, siempre vivo.

Los adornos pueden ser unas manzanas rojas y un listón rojo. Las manzanas representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva. Hablan, pues, del pecado de la expulsión del paraíso y el anhelo permanente del hombre de regresar a él. Por eso el listón rojo significa el amor de Dios que nos envuelve y nuestra respuesta también de amor a ese amor de Dios. También adornan la corona de Adviento pequeñas piñas, bolas de colores y otros signos decorativos propios y anunciadores de la Navidad,

Las cuatro velas representan los cuatro domingos. Nos hacen pensar en la oscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Y así con cada vela que encendemos, la humanidad se iluminó y sigue iluminando con la llegada de Jesucristo a nuestro mundo.

¿Y los colores de las velas?  Suele haber dos modelos de colores. En uno, tres velas son moradas o violetas y una carta rosa o anaranjada. Esta último se enciende el tercer domingo de Adviento, el llamado domingo de la alegría (“gaudete” en latín), en el que los sacerdotes usan la casulla de color rosa.

Un segundo modelo de los colores de velas es aquel que las tiene de cuatro colores: morada para el primer domingo y que significa alerta, vigilancia y el color litúrgico del Adviento; verde, color de la esperanza, para el segundo domingo; rojo, color de alegría, para el tercer domingo; y la última, blanca, color de la fiesta de Navidad.  El gran cirio representativo del nacimiento de Jesús y que se puede colocar en el centro de la corona a partir de Nochebuena, siempre ha de blanco o dorado.

 

El encendido progresivo de las velas

Es expresión de alegre expectación, cada semana, se realiza el rito de encender las velas correspondientes: el primer domingo de Adviento, una, el segundo, dos, el tercero, tres, el cuarto y último, las cuatro.

El progresivo encendido de estos cirios nos hace tomar conciencia del paso del tiempo, en el que esperamos la última y definitiva venida del Señor. Este itinerario, acompañado de alguna oración o canto, nos marca los pasos que nos acercan hasta la fiesta de Navidad, y nos ayudará a tener más presente el tiempo en que nos encontramos.

El rito encendido de la corona se puede realizar en todas las misas dominicales de la parroquia, incluyendo la vespertina del sábado. En las comunidades religiosas, en cambio, será mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: las primeras vísperas.

La corona que se ha instalado en la iglesia parroquial, se puede bendecir al comienzo de la misa. La bendición se hará después del saludo inicial, en lugar del acto penitencial.

 

Metáfora de la corona de Adviento

Este sencillo lucernario es, a la vez, memoria, símbolo y profecía. Es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo. Es símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia.

Y, finalmente y a su vez, es profecía de Cristo, luz del mundo que volverá para iluminar definitivamente al mundo y a quien esperamos con las lámparas encendidas.

 

 

 

PUBLICADO EN NUEVA ALCARRIA 17 DICIEMBRE 2021

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps