'Jornada Mundial de los Pobres'
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
La Jornada Mundial de los Pobres llega a su octava edición. “La oración del pobre sube hasta Dios” es el lema de este año, un versículo del Eclesiástico (21,5). El autor de este libro desea transmitir un estilo de vida “sabia y digna de vivir ante Dios y ante los hermanos” (Papa Francisco, Mensaje VIII Jornada Mundial de los Pobres, 2).
Puesto que “los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios” (ibíd., 4), en este año dedicado a la oración, “necesitamos hacer nuestra la oración de los pobres y rezar con ellos” (ibíd., 5). “La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria” (ibíd.).
Hemos de considerar la Jornada Mundial de los Pobres como “una ocasión propicia para llevar a cabo iniciativas que ayuden concretamente a los pobres, y también para reconocer y apoyar a tantos voluntarios que se dedican con pasión a los más necesitados. Debemos agradecer al Señor por las personas que se ponen a disposición para escuchar y sostener a los más pobres. Son sacerdotes, personas consagradas, laicos y laicas que con su testimonio dan voz a la respuesta de Dios a la oración de quienes se dirigen a Él” (ibíd., 7).
En nuestro itinerario hacia el Año Santo, el Papa nos invita a no olvidar los “pequeños detalles del amor”: “saber detenerse, acercarse, dar un poco de atención, una sonrisa, una caricia, una palabra de consuelo. Estos gestos no se improvisan; requieren, más bien, una fidelidad cotidiana, casi siempre escondida y silenciosa, pero fortalecida por la oración” (ibíd., 9). Y añade: “En este tiempo, en el que el canto de esperanza parece ceder el puesto al estruendo de las armas, al grito de tantos inocentes heridos y al silencio de las innumerables víctimas de las guerras, dirijámonos a Dios pidiéndole la paz” (ibíd.).
El Papa Francisco escribió en el Mensaje para la I Jornada Mundial de los Pobres (2017): “la oración, el camino del discipulado y la conversión encuentran en la caridad, que se transforma en compartir, la prueba de su autenticidad evangélica. Y esta forma de vida produce alegría y serenidad espiritual, porque se toca con la mano la carne de Cristo. Si realmente queremos encontrar a Cristo, es necesario que toquemos su cuerpo en el cuerpo llagado de los pobres” (nº 3).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, Obispo de Sigüenza-Guadalajara