RESEÑA HISTÓRICA DE LA CATEDRAL DE SIGÜENZA
Un bajel en Castilla
Hace medio siglo el gran crítico e historiador de arte José Camón Aznar describió, hermosa y atinadamente, la catedral seguntina con estas palabras: “Una vez más en tierras españolas, un exterior hosco, macizo y de bélica rudeza, encierra los primores más delicados del arte. Así es la catedral de Sigüenza, cuyo proceso constructivo nos permite seguir la misma evolución del arte cristiano desde el siglo XII”.
Y José Ortega y Gasset escribió poéticamente sobre ella: “La catedral de Sigüenza, toda oliveña y rosa a la hora del amanecer, parece sobre la tierra quebrada, tormentosa, una bajel secular que lleva bogando hacía mi…”
Desde el siglo XII
Consta que la actual iglesia de Santa María de los Huertos (siglo XVI), en la Alameda y actual templo del monasterio de las Hermanas Clarisas, se levantó sobre las ruinas de la primitiva Catedral seguntina, reconocida como Santa María de Medina o Santa María Antiquísima.
Reconquistada Sigüenza del poder musulmán en el año 1124, gracias a su preconizado pastor, Bernardo de Agén, obispo y guerrero, este procedió enseguida a la construcción de un templo catedralicio que sirviera, a la vez, de fortaleza militar. La actual catedral no es, como afirma el historiador local y sacerdote Felipe Peces, "ni en su elevación ni en sus proporciones la que erigió el obispo Bernardo de Agén en los años de su pontificado".
En el año 1138 el Emperador Alfonso VII donó al cabildo la propiedad del terreno sobre el que se levantó la catedral. Inmediatamente después, en torno a 1140 ó 1144, comenzó el culto en el templo, erigiéndose quizás alguna pequeña iglesia previa.
Los obispos Pedro de Leucata (1152-1156) y Cerebruno (1156-1166), sucesores inmediatos de Bernardo de Agén, dieron gran impulso a la construcción del edificio. Fue el obispo Martín de Finojosa (1186-1192) quien promovió la construcción de una gran catedral gótica, puesta en "hombros" de la románica. El obispo Martín de Finojosa era monje cisterciense y es santo, está canonizado por la Iglesia, con fiesta el 5 de mayo.
El 19 de junio del año 1169, siendo obispo de la diócesis Joscelmo Adelida -también llamado Goscelmo o Joscelino-, tenía lugar la consagración y dedicación de la catedral de Sigüenza. La fiesta litúrgica de la dedicación de la catedral se celebra el 19 de junio. La catedral seguntina fue declarada basílica por el Papa Pío XII en 1948, siendo litúrgicamente dedicada o consagrada como templo basilical, quedando como muestra de ella las cruces rojas basilicales sitas en las naves del templo. Era obispo de la diócesis seguntina Luis Alonso Muñoyerro.
La primitiva planta de esta catedral es del siglo XII, en su mitad, perteneciente al estilo cisterciense, de cruz latina con tres naves, torres cuadradas en los ángulos accidentales, cimborrio sobre el crucero y dos torrecillas en los extremos de este. Al norte, a comienzos del siglo XVI se levantó el claustro principal, gótico tardío. La fábrica primera es de dos estilos superpuestos; uno románico avanzado y otro, gótico incipiente. La girola y otras dependencias pertenecen a los siglos XVI a XVII. Del siglo XVII, son sus dieciséis tapices flamencos, ocho de ellos –la colección titulada “Alegoría de Palas Atenea”, todo un tratado sobre el buen gobernante y las virtudes cívicas- acaban de ser restaurados primorosamente y se exponen en la sala grande la panda norte del claustro.
Descripción de la Catedral
En la construcción de la catedral, podemos distinguir tres grandes períodos globales. El primero corresponde a la catedral medieval, entre los siglos XII-XV, a la que pertenecen las torres y las fachadas, las naves interiores, la capilla del ábside, la capilla mayor la capilla de los Arce (donde se halla el inmortal Doncel, Martín Vázquez de Arce) y el claustro.
La segunda época corresponde a la catedral renacentista y plateresca, con el retablo de la capilla mayor, ornamentación de la capilla de los Arce, retablo de Santa Librada y mausoleo del obispo del siglo XVI Fadrique de Portugal, coro y trascoro, sacristía de las cabezas, capilla del Espíritu Santo, girola, capillas laterales, capillas de San Pedro, de la Anunciación, de San Marcos, del Cristo de la Misericordia y otras dependencias menores.
A partir de la primera mitad del siglo XVII, llega la catedral barroca, una de cuyas muestras es el retablo de la Virgen de la Mayor, en el trascoro. El neoclásico también dejó hermosas muestras en la catedral como la puerta del mercado, mandada construir en la segunda parte del siglo XVIII por el obispo Juan Díaz de la Guerra.
La catedral en la Guerra Civil
Este hermoso templo catedralicio quedó muy deteriorado durante la última guerra civil española (1936-1939). El crucero, la capilla mayor, las torres del poniente y del mediodía, el coro, el púlpito del evangelio, las capillas de Santa Librada, el retablo de don Fadrique, el retablo de la Virgen de la Mayor, los bellos rosetones, el magnífico órgano y otros elementos quedaron profundamente dañados durante los días de la liberación de Sigüenza. Sus valores artísticos más valiosos -las alhajas, el viril de la custodia, una custodia del siglo XVI, algunos tapices flamencos, vasos sagrados, el cuadro de la Anunciación de El Greco...- habían desaparecido; los valores bancarios, usurpados; el archivo-biblioteca, hundido; el mobiliario destrozado y sus fondos, dispersos.
Asesinado el 27 de julio de 1936 el obispo diocesano Eustaquio Nieto y Martín, correspondía al menguado cabildo catedralicio, tras la entrada en Sigüenza del ejército nacional, la elección de un vicario capitular, un gobernador eclesiástico provisional, un obispo sin mitra y en funciones, para entendernos... Quedaban vivos tan solo cuatro canónigos. Fue elegido el arcediano Hilario Yaben Yaben. A él le correspondieron las primeras, apremiantes e imprescindibles obras y gestiones de reconstrucción de la catedral. Obras y gestiones sin las cuales quizás la catedral no se habría podido mantener en pie.
Tras el final de la Guerra, el Gobierno del general Franco asumió la reconstrucción. El 27 de julio de 1946 la catedral seguntina, cicatrizadas sus heridas, era solemnemente reabierta.
"La Fortis Seguntina"
El edificio de la catedral ofrece semblante militar, respondiendo a una de sus primitivas funciones de templo-fortaleza. Es la "fortis seguntina", como ha popularizado, con acierto y éxito mi colega Felipe Peces, antes citado.
El conjunto del templo, y, de forma especial, el interior respira austeridad, energía, armonía y recogimiento. Así, la catedral de Sigüenza -que debe figurar entre las diez/doce mejores catedrales de España, como os decía al comienzo- ha merecido encendidos elogios de historiadores, críticos, artistas, turistas, visitantes, literatos y ha generado una bella y amplia literatura.
La catedral del Doncel
Tal vez su elemento más destacado y el que reporta una mayor celebridad a la catedral seguntina sea la singular y bellísima estatua yacente del Doncel, don Martín Vázquez de Arce. Se trata de una extraordinaria escultura en alabastro de finales del siglo XV, trazada en el estilo gótico isabelino y revestida ya de los primeros atisbos del Renacimiento. La escultura del Doncel es un elogio al mejor humanismo, rezumante de espiritualidad y trascendencia, de gallardía e idealismo. Es emblema de la mejor España, entonces todavía alboreante. La obra destila belleza, lirismo y hasta melancolía. Es como una hechura manriqueña de las “Coplas a la muerte de su padre” del también castellano y coetáneo Jorge Manrique. Su autoría permanece anónima. Y es mejor que así siga… porque “casi todo lo grande que hay en España es anónimo”, como escribiera al respecto Ortega y Gasset mientras contemplaba el Doncel leyendo siempre la misma página de un ignoto y misterioso libro, “página siempre la misma, página que no se pasa”.
Otros elementos de primer orden son la sacristía de las cabezas, diseñada por el gran Alonso de Covarrubias; los púlpitos de la capilla mayor; los retablos platerescos de Santa Librada y de don Fadrique de Portugal en el transepto de la nave del evangelio; la fachada mudéjar de la capilla de la Anunciación, un prodigio alabastrino de arte mudéjar; el claustro tardogótico; un cuadro de El Greco –la Anunciación-y otro quizás de Tiziano –el Santo Entierro-, ahora en exposición en el vecino Museo Diocesano de Sigüenza; y la sencilla y elegante custodia procesional del día del Corpus, de finales del siglo XVIII.
Lo que es una catedral: templo, cátedra, sede, ara, casa
Pero una catedral es mucho más que un museo, que un conjunto extraordinario de arte y de historia. La catedral es un edificio religioso. Es:
1.- Es el primer –“caput et mater”- edificio religioso de una Iglesia local o diócesis.
2.- Es la cátedra del obispo –de ahí su nombre de catedral-, donde ejerce en plenitud su misión docente al servicio y para la edificación del pueblo santo de Dios que le ha sido confiado.
3.- Es su sede –de ahí el nombre que también reciben las catedrales como seos-, desde la que rige y pastoreo a este pueblo.
4.- Es ara o altar. Es su alma y corazón sacramental, donde el obispo de la diócesis ha de celebrar las principales funciones y celebraciones litúrgicas, significando y simbolizando con ello su ministerio de santificación, prolongado diariamente por el rezo coral de la Liturgia de las Horas a cargo de los canónigos, los sacerdotes de la catedral.
5.- Por todo ello, la catedral es fuente de comunión de toda una diócesis, es su templo primero y más sagrado. Es la casa –el “doumo” en italiano- de toda la Iglesia diocesana.
Los santos, los mártires, María
Las catedrales del Medievo se levantaron todas ellas bajo la tutela, patrocinio y protección de las reliquias de un mártir, en la catedral seguntina la joven mártir aquitana del siglo IV Santa Librada, traída en el siglo XII por su paisano el obispo Bernardo de Agén.
El misterio de la Asunción de la Virgen María a los cielos es, mucho antes de su definición dogmática en 1950, la advocación patronal de la diócesis. Y lo es también de la catedral, catedral de Santa María de la Asunción de Sigüenza, como muestra el escudo catedralicio y del cabildo con el emblemático razón de azucenas.
La Señora y el Señor
La catedral, toda catedral, es un espacio religioso, un inmenso sagrario, que, en la catedral seguntina encuentra los dos ámbitos privilegiados del altar de la Virgen de la Mayor y, sobre todo, la capilla del Santísimo Sacramento, ubicada en la capilla de la girola - prolongación de la cruz (cruz latina para más señas) en forma de corona - de la nave de la epístola
Y de la Señora al Señor. De la Madre al Hijo. La capilla de la girola es la capilla del Santísimo, está dedicada además al Cristo de las Misericordias, una esplendorosa y a la par sobria y austera talla de finales del siglo XVI, anuncio de la exuberante imaginería religiosa del barroco. El Cristo de las Misericordias es el Cristo de la agonía, es el Cristo de la lucha, es el Cristo del “Padre, pase de mí este cáliz” y, a la vez, del Cristo de “en tus manos encomiendo mi espíritu”. Es el Cristo Dios y hombre verdadero. Nunca más Dios ni nunca más hombre que en la cruz, muriendo, amando, redimiendo. Nunca más Dios ni más hombre que luchando y sufriendo como muestra su anatomía en movimiento y en escarnio y su mirada serena, apacible y transfigurada, testigo del “todo está cumplido”.
Jesús de las Heras Muela
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