Las celebraciones recientes de la Navidad y Año Nuevo, nos ha regalado las claves para vivir cada día la belleza de lo doméstico y cotidiano.
Te ofrezco, para este tiempo nuevo, unos auxilios con los que te podrás ayudar en el camino. Con los apoyos de la luz de la fe y de la Palabra afrontamos este tiempo, el más largo del año.
La cotidianidad, la vida laboral, la convivencia humana, las circunstancias adversas, los acontecimientos sociales pueden producir cansancio, desánimo, violencia, rupturas.
EQUIPAMIENTO PARA LA ANDADURA
El auxilio de la misericordia y del perdón sacramental es un recurso amoroso, que permite comenzar de nuevo cada día, sin el peso de la mala memoria.
La Eucaristía es el pan del desierto, el alimento de los hijos de Dios. La Eucaristía es necesidad para los cristianos, quien pueda participar en ella cada día tiene un don especial.
Nunca, y hoy menos, se puede vivir la fe en solitario. Cada uno debe buscar la forma de compartir la fe. Los espacios comunitarios ayudan para mantener la fidelidad.
Recordar lo vivido en los momentos de luz ha sido sabiduría de los que han acertado en el camino.
Saber esperar es una consigna de los santos. “Con la paciencia todo se alcanza”. Dios merece confianza.
La oración es una posibilidad de respirar la fe y de vivir como creyentes, la relación con Jesús amigo.
El tiempo ordinario permite valorar el silencio, la soledad, la intimidad, lo permanente, lo doméstico.
La vida ordinaria profetiza lo eterno, por ser el tiempo más duradero, y la fe en lo eterno deja saborear cada instante.
No son fórmulas, sino deseos. No son recetas, sino indicaciones. No son atavismos, sino propuestas. En todo caso, hay una verdad que acabamos de celebrar: que Dios se ha hecho compañero de camino en el Emmanuel. ¡Feliz Tiempo Ordinario!