Monición inicial

 

Jesucristo, “el Retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba” (Ap 22, 16), celebra, por el Espíritu Santo, su Misterio Pascual, aquí y ahora, para gloria del Padre y salvación de las almas.

 

Lo celebra Él, aquí y ahora, en este segundo Domingo de Adviento, en estos primeros días del mes de diciembre, cuando ya se empiezan a sentir los primeros fríos del cercano invierno. Pero si desciende la temperatura exterior, suba, en cambio, la temperatura interior de nuestro corazón al calor de otra cercanía, la del Señor.

 

Y junto a la temperatura interior, cuidemos la pureza de corazón para “ver” así, con los ojos de la fe, a Dios sacramentalmente presente en medio de nosotros. Por eso, con este deseo de pureza interior, reconocemos al inicio de la celebración con humildad nuestros pecados e invocamos con confianza filial la misericordia divina.

 

Petición

 

En este Año de la Vida Consagrada tenemos muy presentes a todos los consagrados de nuestra diócesis. De forma muy particular en esta semana  oramos por las Ursulinas de Sigüenza, las Adoratrices de Guadalajara, las Carmelitas del Sagrado Corazón de Guadalajara y Humanes, las Religiosas de Santo Domingo de Azuqueca, las Hermanas Maestras de Santa Dorotea de Alovera, Azuqueca, Guadalajara y Sigüenza, las Hermanas de la Caridad de Santa Ana en Guadalajara y Molina y las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Guadalajara y Sigüenza. Por estas comunidades nos pide la diócesis que oremos en esta semana y lo hacemos con gusto. Roguemos al Señor.

 

Avisos finales

 

El Domingo es el primer día de una nueva semana cristiana, en este caso, la segunda semana de Adviento, que trae consigo algunas celebraciones destacadas que vamos a adelantar:

 

Mañana, día 8, celebraremos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, patrona de España. Aquí, en la catedral diocesana, presidirá la celebración el Sr. obispo, a las doce del mediodía, y nos impartirá al final la bendición apostólica que, recibida con las debidas disposiciones, nos enriquecerá con la gracia de la Indulgencia plenaria.

 

A lo largo de esta semana tendremos muy presentes a nuestros hermanos de Méjico, una semana a la que podríamos calificar como su “semana grande” del Año, ya que celebrarán el día 9 a san Juan Diego y el día 12 a la Virgen de Guadalupe. Nos uniremos en espíritu a los miles de peregrinos que llegarán hasta la gran basílica para decirle otra vez a la Virgen cantando: “Por patria nos diste este lindo suelo/ y lo bendijiste pues era tu anhelo/ tener un santuario cerquita del cielo… ¡Que viva la Reina de los mejicanos/ la que con sus manos sembró rosas bellas/ y puso en el cielo millares de estrellas!”

 

El sábado, día 13, celebraremos la memoria de santa Lucía, de quien el Martirologio Romano hace el siguiente elogio: “Memoria de santa Lucía, virgen y mártir, la cual, mientras vivió, conservó encendida la lámpara esperando al Esposo, y llevada al martirio en Siracusa, ciudad de Sicilia, en Italia, mereció entrar con Él a las bodas y poseer la luz indefectible”.

 

Sea para todos nosotros esta nueva semana cristiana, la segunda semana de Adviento, una semana llena de esperanza, de gracia, de gozo y de paz.

CONCATEDRAL DE GUADALAJARA

 

  

10 de diciembre: Aniversario de la Dedicación de la Concatedral de Guadalajara

 

El aumento de población, la intensa vida religiosa de algunas regiones y ciudades, la necesidad de que las circunscripciones eclesiásticas se ajustaran en lo posible a las civiles o la excesiva extensión territorial de algunas, fueron las causas más influyentes para la creación y el reajuste de su territorio a mediados del siglo XX. En concreto, el concordato de 1953 dispuso una revisión de las diócesis a fin de evitar, en lo posible, que comprendieran territorios pertenecientes a diversas provincias civiles.

A la luz de los principios enumerados y tras dicho concordato se reformaron, en 1955, los límites de la antigua diócesis de Sigüenza.  Por la Bula del papa Juan XXIII, Cum laetissimo animo, del año 1959, se modificó el nombre de la diócesis, otorgando al Obispo el derecho de residir en Guadalajara siempre que lo considere oportuno. Con unas Letras Apostólicas del mismo Papa, la iglesia de santa María de la Fuente Mayor de Guadalajara, se vio elevada al grado de Concatedral con todos los derechos.

El templo de Santa María, iglesia matriz de la capital de la provincia, que data del siglo XIII, con sucesivas ampliaciones y reformas, combina diversos estilos. Muestra en su exterior elementos típicos del arte mudéjar, como su torre campanario y sus puertas, formadas con arcos de herradura apuntados, de tradición siria, cobijadas por un pórtico mendocino del siglo XVI. En su rango de Concatedral fue inaugurada el día 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, de 1959. Desde entonces se decretó que se celebrara la fiesta de su dedicación el 10 de diciembre.

 

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RESEÑA HISTÓRICA DE LA CATEDRAL DE SIGÜENZA

 

 

Un bajel en Castilla

Hace medio siglo el gran crítico e historiador de arte José Camón Aznar  describió, hermosa y atinadamente, la catedral seguntina con estas palabras: “Una vez más en tierras españolas, un exterior hosco, macizo y de bélica rudeza, encierra los primores más delicados del arte. Así es la catedral de Sigüenza, cuyo proceso constructivo nos permite seguir la misma evolución del arte cristiano desde el siglo XII”.

Y José Ortega y Gasset escribió poéticamente sobre ella: “La catedral de Sigüenza, toda oliveña y rosa a la hora del amanecer, parece sobre la tierra quebrada, tormentosa, una bajel secular que lleva bogando hacía mi…”

 

Desde el siglo XII

Consta que la actual iglesia de Santa María de los Huertos (siglo XVI), en la Alameda y actual templo del monasterio de las Hermanas Clarisas, se levantó sobre las ruinas de la primitiva Catedral seguntina, reconocida como Santa María de Medina o Santa María Antiquísima.

Reconquistada Sigüenza del poder musulmán en el año 1124, gracias a su preconizado pastor, Bernardo de Agén, obispo y guerrero, este procedió enseguida a la construcción de un templo catedralicio que sirviera, a la vez, de fortaleza militar. La actual catedral no es, como afirma el historiador local y sacerdote Felipe Peces, "ni en su elevación ni en sus proporciones la que erigió el obispo Bernardo de Agén en los años de su pontificado".

En el año 1138 el Emperador Alfonso VII donó al cabildo la propiedad del terreno sobre el que se levantó la catedral. Inmediatamente después, en torno a 1140 ó 1144, comenzó el culto en el templo, erigiéndose quizás alguna pequeña iglesia previa.

Los obispos Pedro de Leucata (1152-1156) y Cerebruno (1156-1166), sucesores inmediatos de Bernardo de Agén, dieron gran impulso a la construcción del edificio. Fue el obispo Martín de Finojosa (1186-1192) quien promovió la construcción de una gran catedral gótica, puesta en "hombros" de la románica. El obispo Martín de Finojosa era monje cisterciense y es santo, está canonizado por la Iglesia, con fiesta el 5 de mayo.

El 19 de junio del año 1169, siendo obispo de la diócesis Joscelmo Adelida -también llamado Goscelmo o Joscelino-, tenía lugar la consagración y dedicación de la catedral de Sigüenza. La fiesta litúrgica de la dedicación de la catedral se celebra el 19 de junio. La catedral seguntina fue declarada basílica por el Papa Pío XII en 1948, siendo litúrgicamente dedicada o consagrada como templo basilical, quedando como muestra de ella las cruces rojas basilicales sitas en las naves del templo. Era obispo de la diócesis seguntina Luis Alonso Muñoyerro.

La primitiva planta de esta catedral es del siglo XII, en su mitad, perteneciente al estilo cisterciense, de cruz latina con tres naves, torres cuadradas en los ángulos accidentales, cimborrio sobre el crucero y dos torrecillas en los extremos de este. Al norte, a comienzos del siglo XVI se levantó el claustro principal, gótico tardío. La fábrica primera es de dos estilos superpuestos; uno románico avanzado y otro, gótico incipiente. La girola y otras dependencias pertenecen a los siglos XVI a XVII. Del siglo XVII, son sus dieciséis tapices flamencos, ocho de ellos –la colección titulada “Alegoría de Palas Atenea”, todo un tratado sobre el buen gobernante y las virtudes cívicas- acaban de ser restaurados primorosamente y se exponen en la sala grande la panda norte del claustro.

 

Descripción de la Catedral

En la construcción de la catedral, podemos distinguir tres grandes períodos globales. El primero corresponde a la catedral medieval, entre los siglos XII-XV, a la que pertenecen las torres y las fachadas, las naves interiores, la capilla del ábside, la capilla mayor la capilla de los Arce (donde se halla el inmortal Doncel, Martín Vázquez de Arce) y el claustro.

La segunda época corresponde a la catedral renacentista y plateresca, con el retablo de la capilla mayor, ornamentación de la capilla de los Arce, retablo de Santa Librada y mausoleo del obispo del siglo XVI Fadrique de Portugal, coro y trascoro, sacristía de las cabezas, capilla del Espíritu Santo, girola, capillas laterales, capillas de San Pedro, de la Anunciación, de San Marcos, del Cristo de la Misericordia y otras dependencias menores.

A partir de la primera mitad del siglo XVII, llega la catedral barroca, una de cuyas muestras es el retablo de la Virgen de la Mayor, en el trascoro. El neoclásico también dejó hermosas muestras en la catedral como la puerta del mercado, mandada construir en la segunda parte del siglo XVIII por el obispo Juan Díaz de la Guerra.

 

 

 

La catedral en la Guerra Civil

Este hermoso templo catedralicio quedó muy deteriorado durante la última guerra civil española (1936-1939). El crucero, la capilla mayor, las torres del poniente y del mediodía, el coro, el púlpito del evangelio, las capillas de Santa Librada, el retablo de don Fadrique, el retablo de la Virgen de la Mayor, los bellos rosetones, el magnífico órgano y otros elementos quedaron profundamente dañados durante los días de la liberación de Sigüenza. Sus valores artísticos más valiosos -las alhajas, el viril de la custodia, una custodia del siglo XVI, algunos tapices flamencos, vasos sagrados, el cuadro de la Anunciación de El Greco...- habían desaparecido; los valores bancarios, usurpados; el archivo-biblioteca, hundido; el mobiliario destrozado y sus fondos, dispersos.

Asesinado el 27 de julio de 1936 el obispo diocesano Eustaquio Nieto y Martín, correspondía al menguado cabildo catedralicio, tras la entrada en Sigüenza del ejército nacional, la elección de un vicario capitular, un gobernador eclesiástico provisional, un obispo sin mitra y en funciones, para entendernos... Quedaban vivos tan solo cuatro canónigos. Fue elegido el arcediano Hilario Yaben Yaben. A él le correspondieron las primeras, apremiantes e imprescindibles obras y gestiones de reconstrucción de la catedral. Obras y gestiones sin las cuales quizás la catedral no se habría podido mantener en pie.

Tras el final de la Guerra, el Gobierno del general Franco asumió la reconstrucción. El 27 de julio de 1946 la catedral seguntina, cicatrizadas sus heridas, era solemnemente reabierta.

 

"La Fortis Seguntina"

El edificio de la catedral ofrece semblante militar, respondiendo a una de sus primitivas funciones de templo-fortaleza. Es la "fortis seguntina", como ha popularizado, con acierto y éxito mi colega Felipe Peces, antes citado.

El conjunto del templo, y, de forma especial, el interior respira austeridad, energía, armonía y recogimiento. Así, la catedral de Sigüenza -que debe figurar entre las diez/doce mejores catedrales de España, como os decía al comienzo- ha merecido encendidos elogios de historiadores, críticos, artistas, turistas, visitantes, literatos y ha generado una bella y amplia literatura.

 

La catedral del Doncel

Tal vez su elemento más destacado y el que reporta una mayor celebridad a la catedral seguntina sea la singular y bellísima estatua yacente del Doncel, don Martín Vázquez de Arce. Se trata de una extraordinaria escultura en alabastro de finales del siglo XV, trazada en el estilo gótico isabelino y revestida ya de los primeros atisbos del Renacimiento. La escultura del Doncel es un elogio al mejor humanismo, rezumante de espiritualidad y trascendencia, de gallardía e idealismo. Es emblema de la mejor España, entonces todavía alboreante. La obra destila belleza, lirismo y hasta melancolía. Es como una hechura manriqueña de las “Coplas a la muerte de su padre” del también castellano y coetáneo Jorge Manrique. Su autoría permanece anónima. Y es mejor que así siga…  porque “casi todo lo grande que hay en España es anónimo”, como escribiera al respecto Ortega y Gasset mientras contemplaba el Doncel leyendo siempre la misma página de un ignoto y misterioso libro, “página siempre la misma, página que no se pasa”.

Otros elementos de primer orden son la sacristía de las cabezas, diseñada por el gran Alonso de Covarrubias; los púlpitos de la capilla mayor; los retablos platerescos de Santa Librada y de don Fadrique de Portugal en el transepto de la nave del evangelio; la fachada mudéjar de la capilla de la Anunciación, un prodigio alabastrino de arte mudéjar; el claustro tardogótico; un cuadro de El Greco –la Anunciación-y otro quizás de Tiziano –el Santo Entierro-, ahora en exposición en el  vecino Museo Diocesano de Sigüenza; y la sencilla y elegante custodia procesional del día del Corpus, de finales del siglo XVIII.

 

Lo que es una catedral: templo, cátedra, sede, ara, casa

Pero una catedral es mucho más que un museo, que un conjunto extraordinario de arte y de historia. La catedral es un edificio religioso. Es:

1.- Es el primer –“caput et mater”- edificio religioso de una Iglesia local o diócesis.

2.- Es la cátedra del obispo –de ahí su nombre de catedral-, donde ejerce en plenitud su misión docente al servicio y para la edificación del pueblo santo de Dios que le ha sido confiado.

3.- Es su sede –de ahí el nombre que también reciben las catedrales como seos-, desde la que rige y pastoreo a este pueblo.

4.- Es ara o altar. Es su alma y corazón sacramental, donde el obispo de la diócesis ha de celebrar las principales funciones y celebraciones litúrgicas, significando y simbolizando con ello su ministerio de santificación, prolongado diariamente por el rezo coral de la Liturgia de las Horas a  cargo de los canónigos, los sacerdotes de la catedral.

5.- Por todo ello, la catedral es fuente de comunión de toda una diócesis, es su templo primero y más sagrado. Es la casa –el “doumo” en italiano- de toda la Iglesia diocesana.

 

Los santos, los mártires, María

Las catedrales del Medievo se levantaron todas ellas bajo la tutela, patrocinio y protección de las reliquias de un mártir, en la catedral seguntina la joven mártir aquitana del siglo IV Santa Librada, traída en el siglo XII por su paisano el obispo Bernardo de Agén.

El misterio de la Asunción de la Virgen María a los cielos es, mucho antes de su definición dogmática en 1950, la advocación patronal de la diócesis. Y lo es también de la catedral, catedral de Santa María de la Asunción de Sigüenza, como muestra el escudo catedralicio y del cabildo con el emblemático razón de azucenas.

 

La Señora y el Señor

La catedral, toda catedral, es un espacio religioso, un inmenso sagrario, que, en la catedral seguntina encuentra los dos ámbitos privilegiados del altar de la Virgen de la Mayor y, sobre todo, la capilla del Santísimo Sacramento, ubicada en la capilla de la girola - prolongación de la cruz (cruz latina para más señas) en forma de  corona - de la nave de la epístola

Y de la Señora al Señor. De la Madre al Hijo. La capilla de la girola es la capilla del Santísimo, está dedicada además al Cristo de las Misericordias, una esplendorosa y a la par sobria y austera talla de finales del siglo XVI, anuncio de la exuberante imaginería religiosa del barroco. El Cristo de las Misericordias es el Cristo de la agonía, es el Cristo de la lucha, es el Cristo del “Padre, pase de mí este cáliz” y, a la vez, del Cristo de “en tus manos encomiendo mi espíritu”.  Es el Cristo Dios y hombre verdadero. Nunca más Dios ni nunca más hombre que en la cruz, muriendo, amando, redimiendo. Nunca más Dios ni más hombre que luchando y sufriendo como muestra su anatomía en movimiento y en escarnio y su mirada serena, apacible y transfigurada, testigo del “todo está cumplido”.

 

 Jesús de las Heras Muela

 

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RESEÑA HISTÓRICA

 

 

Apuntes para la historia de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara

 

La historia de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara cuenta, al menos, con más de mil cuatrocientos años. Es la nuestra una diócesis y tierra de cristianos viejos.

Sin embargo, el actual territorio y la actual porción del pueblo de Dios que peregrina en la Iglesia local de Sigüenza-Guadalajara, es muy distinto al de sus orígenes. Hasta podríamos afirmar que la historia de nuestra Iglesia diocesana, como hoy es, cuenta tan solo con 60 años. Hasta entonces los ojos y los corazones del pueblo santo de Dios que hoy peregrina en la Iglesia particular de Sigüenza-Guadalajara tenían su centro eclesial en las históricas ciudades de Sigüenza, Toledo, Cuenca y Albarracín.

No obstante, la historia y la tradición de nuestra Iglesia hunde sus raíces en el histórico Obispado de Sigüenza, que llegó a ser, incluso, la cuarta sede episcopal de España.

 

Orígenes y configuraciones territoriales

Los orígenes del obispado de Sigüenza no están del todo claros. Si nos atenemos a una fuerte y razonada tradición, podríamos retrotraerlos hasta el siglo IV, época, pues, postapostólica. Según nos dice el historiador y obispo fray Toribio de Minguella y Arnedo, la diócesis de Sigüenza hubo de nacer en el tiempo que medió entre la conversión de Constantino y la irrupción de los bárbaros.

Documentalmente, con todo, el primer obispo de Sigüenza que consta como tal es Protógenes, en plena época visigótica, que firma las actas del III Concilio de Toledo, del año 589, como obispo de Sigüenza.

La vida cristiana se interrumpe con la invasión musulmana del año 711 y se recupera a partir del 22 de enero de 1224, cuando Bernardo de Agén, nombrado obispo de Sigüenza, reconquista la ciudad y emprende la tarea de reconquistar el territorio y proceder a su nueva evangelización.

 

Los anteriores límites geográficos diocesanos

Los límites geográficos de la diócesis han sufrido variaciones y oscilaciones con el paso de los tiempos. Propiamente, la actual diócesis, reestructurada en 1955, que es ya obispado de Sigüenza-Guadalajara desde 1959, y que coincide absolutamente con los límites de la provincia de Guadalajara a lo largo de 12.190 kilómetros cuadrados, no es ni, por lo tanto, la exactamente misma diócesis de Bernardo de Agén ni la de Mendoza ni la de Yaben, Vicario Capitular entre 1936 y 1944.

En concreto, los límites geográficos de la diócesis Sigüenza entre 1268 y 1955 eran estos: confinaban con las diócesis de Osma, Tarazona, Zaragoza, Albarracín, Cuenca, Toledo y Segovia.

La última distribución en arciprestazgos, previa a 1955, contaba con dieciocho arciprestazgos: Sigüenza, Almazán, Ariza, Atienza, Ayllón, Berlanga, Baraona, Caracena, Cifuentes, Galve, Hiendelaencia, Hortezuela de Océn, Jadraque, Maranchón, Medinaceli, Milmarcos, Molina y Tordesilos. Existían 354 parroquias, algunas iglesias filiales y 112 pueblos anejados, a lo largo de 9.814 kilómetros cuadrados.

        

La "construcción" de la Iglesia diocesana

A partir del siglo XII, la vida de la diócesis comienza su caminar en normalización. La vida y actividad diocesana empezará vertebrándose en torno a la Catedral y al Cabildo. Hasta 1465, tras la muerte del Obispo Fernando de Luján, correspondía al Cabildo la elección de los Obispos diocesanos. Desde entonces, la hace directamente la Sede Apostólica.

La diócesis que se empieza a "construir" en el siglo XII Bernardo de Agén se inserta en la sociedad agraria y rural de aquel entonces. Las estructuras diocesanas, en el contexto del feudalismo predominante, comenzarán a formarse desde las claves de la primacía del culto, el centralismo seguntino, el prebendismo, la atención al mundo rural estableciendo parroquias y curatos en la práctica totalidad de los pueblos, el fomento de la religiosidad popular y la construcción de los templos y edificios eclesiásticos La vida monacal y religiosa llega muy pronto a la diócesis.

Entre los templos que empiezan a levantarse en el siglo XIII cabe destacar San Vicente y Santiago en Sigüenza, obras del Obispo Cerubruno. El románico rural, uno de los legados artísticos más hermosos de nuestra diócesis, arranca en esta época. Las Iglesias de Carabias, Albendiego o Campisábalos, Villacadima son algunos ejemplos.

En 1186, se erigen los Monasterios del Císter en Ovila y Valfermoso de las Monjas. En esta misma época se establecen en Buenafuente del Sistal Canónigos regulares de San Agustín hasta que en 1246 el Convento se convierte en Monasterio cisterciense de monjas blancas. En Córcoles, en tierras entonces del Obispado de Cuenca, los monjes blancos levantan el gran Monasterio de Monsalud, uno de los mayores conventos cistercienses de Castilla.

 

Desde Protógenes a Bernardo de Agén

Tras el ya citado Obispo seguntino del siglo VI, Protógenes, están documentados los siguientes prelados visigodos: Ildisclo, Widerico, Egica, Ella y Gunderico. La última mención de un Obispo seguntino de la época visigótica aparece en el 693. Así lo confirman por los sucesivos concilios de Toledo.

Nuestra diócesis, tanto en su configuración actual como en las anteriores, ha pertenecido siempre a la provincia eclesiástica de Toledo.

Desde el 693 hasta el 851 no volvemos a tener noticia alguna de obispos seguntinos, cuando Sigüenza, al igual que el resto de la práctica totalidad de la península, vivía bajo la dominación musulmana.

En el año 851 tenemos noticias del obispo Sisemundo. Nos consta su existencia por una carta que San Eulogio de Córdoba escribió al obispo de Pamplona, Wilesindo, en el referido año. De los obispos seguntinos del siglo X y XI no poseemos ningún dato. Sigüenza seguía bajo el poder musulmán, comenzado en el 713 por las tropas de Tarik y Muza.

 

Obispos y Señores

 A partir del año 1124, en que Bernardo de Agén, obispo de Sigüenza entre 1121-1151, reconquista Sigüenza de los musulmanes, la serie de obispos seguntinos es ininterrumpida hasta nuestros días. Bernardo de Agén era monje cluniacense, de origen aquitano. Fue traído a España por el Arzobispo de Toledo Bernardo de Sédirac. Lo hizo Chantre de la Catedral toledana. Bernardo de Agén es uno de los personajes más significativos y míticos de la historia de la diócesis y ciudad.

Uno de los primeros Obispos de la Sigüenza reconquistada, el abad cisterciense de Santa María de Huerta, fue santo. Es San Martín de Finojosa, que rige la diócesis a finales del siglo XII.

Desde la mitad del siglo XII, 1138, siendo Obispo Bernardo de Agén, hasta finales del siglo XVIII, 1798, en la prelacía de Juan Díaz de la Guerra, el Obispo de Sigüenza ha sido, junto al Cabildo Catedralicio, el Señor temporal de la ciudad y comarca. Este hecho ha tenido también grandes repercusiones para la vida de la Iglesia diocesana y para actividad pastoral.

La universidad de Sigüenza, obra de la Iglesia diocesana, promovida por el sacerdote Juan López de Medina, entre 1489 y 1827, el hospital, la beneficencia (como el Hospital San Mateo de Sigüenza, del siglo XV), las infraestructuras, las bellas artes fueron algunas de las fecundas expresiones de estos tiempos, de las que resultó especialmente beneficiada la capital diocesana.

 

Destacados Prelados

 Han ocupado la diócesis de Sigüenza, que llegó a ser la cuarta sede de España en los siglos XV y XVI, tras Toledo, Sevilla y Santiago de Compostela, eclesiásticos de gran importancia para la historia de la iglesia. Once de los Obispos seguntinos fueron también cardenales y la diócesis contó con diecisiete obispos auxiliares.

Han destacado entre los Obispos seguntinos Bernardo de Agén, Pedro de Leucata, Cerebruno y Martín de Finojosa, en el siglo XII; Rodrigo y Simón Girón de Cisneros, en los siglos XIII y XIV; Pedro de Fonseca, Alfonso Carrillo de Albornoz, Alonso Carrillo de Acuña, Juan de Mella y Pedro González de Mendoza, en el siglo XV; en el siglo XVI, Bernardino López de Carvajal, Fadrique de Portugal, Fernando de Valdés, Diego de Espinosa y Pedro Pacheco; en el siglo XVII, Andrés Bravo de Salamanca, Pedro de Godoy y Tomás Carbonell; en el siglo XVIII, José García, José de la Cuesta Velarde, Francisco Delgado Venegas y Juan Díaz de Guerra; y en el siglo XIX, Pedro Inocencio Vejarano, Francisco de Paula Benavides y Navarrete y Antonio Ochoa y Arenas.

 

En los siglos XX y XXI

En el siglo XX, han regido la diócesis los Obispos Toribio de Minguella y Arnedo (1898-1917), Eustaquio Nieto y Martín (1917-1936), Luis Alonso Muñoyerro (1944-1951), Pablo Gúrpide Beope (1951-1955), Lorenzo Bereciartúa Balerdi (1955-1964), Laureano Castán Lacoma (1964-1980), Jesús Pla Gandía (1981-1991), José Sánchez González (1991-2011) y desde el 2 de abril de 2011, Atilano Vicente Rodríguez Martínez.

Los sacerdotes diocesanos Hilario Yaben Yaben y Vicente Moñux Cabrerizo rigieron la diócesis como Vicarios Capitulares, entre 1936 y 1944 y 1980 y 1981, respectivamente.

Durante la última persecución religiosa en España (1931-1939), fueron martirizados el Obispo diocesano, Eustaquio Nieto y Martín, y un centenar de sacerdotes, consagrados y laicos.

Entre los buenos y virtuosos sacerdotes de la diócesis durante el siglo XX, cabe hacer menciones de dos excepcionales curas rurales Fausto Bolaños García y Vicente Mínguez Monge.

 

Cuatro santos de "memoria obligatoria"

El calendario litúrgico oficial diocesano recoge entre sus "propios" santos a San Martín de Finojosa, San Pascual Baylón y Santa María Micaela del Santísimo Sacramento y a San Marciano José. Para los cuatro se prescribe memoria obligatoria.

El primero, Martín de Finojosa, fue Obispo de Sigüenza a finales del siglo XII. Fue monje cisterciense en Santa María de Huerta -antiguo lugar diocesano- y murió probablemente en Sotoca de Tajo -otros dicen que en Sotodosos-. Había nacido en Deza (Soria). Su fiesta litúrgica es el 5 de mayo.

Por su parte, el franciscano Pascual Baylón, del siglo XVI, patrono de los movimientos eucarísticos, nació en Torrehermosa (Zaragoza), también antiguo pueblo de nuestra diócesis, junto al valle del Mesa, y fue el primer santo canonizado de la diócesis en la segunda parte del siglo XVII. Su fiesta litúrgica es el 17 de mayo y es muy celebrada en lugares como Mochales, Fuentelsaz o Torremocha del Campo, que lo tienen por patrón. Una de las parroquias de la ciudad de Guadalajara lo tiene como titular.

La relación con la diócesis de la fundadora del Instituto Consagrado de las Adoratrices, María Micaela Desmaisières, Vizcondesa de Jorbalán, es bastante notable, por razones familiares y por su estancia veraniega en los años de su infancia y adolescencia en Guadalajara, tal y como se refleja en un cuadro conservado en la Concatedral. Su fiesta litúrgica es el día 15 de junio. Vivió en el siglo XIX. Pertenecía a la familia de la Condesa de la Vega del Pozo y de la Duqueda de Sevillano. De ahí, que las Adoratrices estén en Guadalajara junto al célebre Panteón de esta familia.

El día 9 de octubre es la memoria litúrgica de Filomeno López López, en la vida consagrada y en el santoral San Marciano José, nació en El Pedregal en 1900. Era Hermano de las Escuelas Cristianas (Hermanos de la Salle). Fue martirizado en Turón (Asturias) el 9 de octubre de 1934. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en abril de 1990 y canonizado por este mismo Papa el 21 de noviembre de 1999. En su honor, su localidad natal de El Pedregal, celebra fiestas el citado 9 de octubre.

 

Dos santas dignas de hacer “memoria”

A estos cuatro santos, hay que sumar otras dos: Santa Librada, mártir en los albores del cristianismo, de origen lusitano o aquitano, bajo cuyas reliquias se edificó la Catedral, muy celebrada en Sigüenza y en la diócesis hasta los años sesenta del siglo XX; y Santa María de la Cabeza, la esposa de San Isidro Labrador, natural de Caraquiz, junto a Uceda. Sus "días" litúrgicos son el 20 de julio y el 9 de septiembre, respectivamente.

 

20 beatos mártires del siglo XX

El 13 de octubre de 2013, en Tarragona, fueron beatificados 522 mártires del siglo XX en España. Nueve religiosos estrechamente vinculados con nuestra diócesis se encontraron entre ellos. Tres nacieron en pueblos de nuestra Iglesia diocesana: el hospitalario de San Juan de Dios, Gumersindo Sanz Sanz, nacido en Almadrones y martirizado en Málaga; el jerónimo Manuel Sanz Domínguez, de Sotodosos y mártir en Paracuellos del Jarama; el misionero redentorista hijo de Horche Victoriano Calvo Lozano. Otros cinco son los cuatro religiosos paúles –Ireneo Rodríguez González, Gregorio Cermeño Barceló, Vicente Vilumbrales Fuente y Narciso Pascual Pascual- martirizados en Guadalajara, en la tristemente célebre “saca” de la cárcel del 6 de diciembre de 1936,y el joven claretiano extremeño José María Ruiz Cano, martirizado en Sigüenza, en la falda del Cerro del Otero, el 27 de julio de 1936. Además, entre los mártires claretianos que fueron beatificados el 13 de octubre, se halló el joven Gabriel Barriopedro Tejedor, nacido en Barahona, localidad soriana que perteneció a nuestro Obispado hasta 1955. Barriopedro fue seminarista de nuestra diócesis y después ingresó en los Misioneros Claretianos. Fue martirizado en Fernán Caballero (Ciudad Real).

También están en los altares otros 11 mártires diocesanos de este mismo periodo. Se trata, como ya se dijo, del hermano de La Salle Filomeno López López, de El Pedregal, ya santo, San Marciano José, beatificado en 1990 y canonizado en 1999; las tres mártires carmelitas de Guadalajara (beatas sor María del Pilar, sor María de los Ángeles y sor Teresa del Niño Jesús), beatificadas en 1987 y con memoria litúrgica el 24 de julio, día de su martirio en 1936; y los hermanos de San Juan de Dios Juan Jesús Andradas, José Agapito Mora y Gonzalo Gonzalo Gonzalo, los tres beatificados en 1992; la corazonista de Somolinos, beata Francisca Aldea Araujo, beata desde 1998; y el sacerdote briocense Saturnino Ortega; los franciscanos Julián Navío, de Mazarete, y Ángel Remigio Hernández, de Pastrana, los tres beatificados en 2007.

Todos los mártires del siglo XX en España declarados beatos a partir de 2007 tienen como fecha de su memoria litúrgica el 6 de noviembre.

 

Otros dos beatos

El 14 de noviembre de 1976 el Papa Pablo VI declaró beata a la "letradillo de Santa Teresa de Jesús", la carmelita descalza María Jesús López Rivas, de Tartanedo, que vivió entre el siglo XVI y XVII, natural de Tartanedo y fallecida en Toledo. Tiene en Guadalajara una parroquia a su nombre.

A ellos, habría que sumar el jesuita Miguel de Urrea, misionero en Bolivia durante el siglo XVI, natural de Fuentes de la Alcarria, también declarado Beato.

 

Venerables

Los Venerables Pedro de Urraca, misionero mercedario, de Jadraque; el hermano hospitalario de San Juan de Dios, Fray Martín de Castilmimbre, nacido en este pueblo alcarreño; Sor Inés de San Pablo, nacida en Fuentelaencina o en Pastrana en 1563, nonja en Alcalá de Henares, donde instauró la Escvlavitud Mariana; y la monja carmelita descalza Sor María Micaela de la Santísma Trinidad, muerta en olor de santidad en 1639 y cuyo cuerpo se conserva desde entonces incorrupto, del Convento de Ntra. Sra. de las Vírgenes, ahora en Iriépal, antes en Guadalajara, engrosan el número de cristianos virtuosos de la diócesis, en la que vivió también San Diego de Alcalá, en el Convento franciscano de La Salceda, en Tendilla.

De gran devoción popular y carisma y con proceso de canonización abierto es la monja concepcionista franciscana Sor Patrocinio, "la monja de las llagas", muy querida en Guadalajara, por su benéfico paso en el Convento de El Carmen en la mitad del siglo XIX. Oriunda de La Venta de Pinar, Sn Clemente (Cuenca), vivió entre 1811 y 1891. Murió en Guadalajara.

Entre los beatos pertenecientes al antiguo Obispado cabe hacer mención del fraile franciscano de La Salceda Julián de Medinaceli. Entre los beatos y beatas mártires de la persecución religiosa del siglo XX, se encuentran sacerdotes y religiosos vinculados con el histórico Obispado de Sigüenza y con lugares de nuestra actual diócesis, entonces pertenecientes a Toledo o Cuenca.

        

Fundadores religiosos camino de los altares

En nuestra diócesis han nacido varios fundadores de Institutos de Vida Consagrada como, en el siglo XIX, el segunino Saturnino López Novoa, fundador de las Hermanitas de Ancianos Desamparados; Eladio Mozas Santamera, natural de Miedes de Atienza y fundador de las Josefinas de la Santísima Trinidad; y Manuel Malo Malo, fundador de las Franciscanas de la Inmaculada y reformador franciscano, los tres en el siglo XIX.

Fundadores en el siglo XX fueron Manuel Herranz Estables, hijo de El Pobo de Dueñas, y Doroteo Hernández Vera, natual de Matute de Almazán, fundadores, respectivamente, de las Esclavas de la Virgen Dolorosa y del Instituto Secular de las Cruzadas Evangélicas.

De los que cinco, está abierto y en curso el proceso de canonización, en algunos casos, como en los de Manuel Herranz Estables, Saturnino López Novoa, Eladio Mozas Santamera y Doroteo Hernández Vera, muy próximos a la declaración oficial de santidad. De los tres primeros, la Santa Sede ya ha emitido el correspondiente decreto de virtudes heroicas. Los tres primeros son, pues, venerables y su beatificación queda pendiente tan solo del reconocimiento de un milagro obrado por su intercesión respectiva.

En Guadalajara, en el siglo XIV, nació el restaurador en España de la Orden Jerónima y fundador del Monasterio de San Bartolomé de Lupiana Pedro Fernández Pecha.

 

La nueva y vieja diócesis

A partir de mayo de 1955, dos años después de la firma del Concordato, la Santa Sede empieza a emanar los llamados decretos consistoriales mediante los cuales cambia los límites geográficos y la configuración de distintas diócesis española, entre ellas, la nuestra. La diócesis de Sigüenza coincidirá desde entonces plenamente con la provincia de Guadalajara. Recuperará, pues, la franja sur o margen izquierdo del río Tajo, la Campiña, la Alcarria baja y la ciudad y zona de Guadalajara.

A cambio, las tierras de Berlanga de Duero y de Almazán pasarán a la diócesis de Osma, que también es reestructurada; la zona de Ariza pasa al Obispado de Tarazona; y el arciprestazgo de Ayllón, a Segovia. Con todo, esta vieja-nueva diócesis seguía llamándose todavía Obispado de Sigüenza.

El 9 de marzo de 1959 el Papa Juan XXIII hará pública la bula fundacional de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. La hasta entonces denominada diócesis de Sigüenza cambió su nombre al de diócesis de Sigüenza-Guadalajara. El nombre latino oficial de nuestra diócesis reza Segontia-Guadalajara u Obispado Seguntinus-Guadalaiarensis.

En dicha bula el Papa otorgaba al Obispo de Sigüenza-Guadalajara -entonces Lorenzo Bereciartúa Balerdi- y a sus sucesores el derecho de residir en la segunda de dichas ciudades, cuantas veces lo exigieran las necesidades de los fieles.

La diócesis de Sigüenza-Guadalajara es heredera, en buena parte, pues, del histórico obispado de Sigüenza. Los límites geográficos de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara lindan en 38 kilómetros con la diócesis de Segovia, 130 de Osma-Soria, 50 con Tarazona, 85 con Teruel, 201 con Cuenca y 185 con Madrid, con un perímetro total de 689 kilómetros. Su extensión y población son los mismos que los de la provincia de Guadalajara: 12.190 kilómetros cuadrados y la población total de la diócesis y provincia se sitúa actualmente en torno a los 250.000 habitantes.

 

Los obispos de Sigüenza-Guadalajara desde 1955

En 1955, cuando se reordenaron los límites provincial del antiguo e histórico obispado de Sigüenza para hacerlos coincidir con los de la provincia civil de Guadalajara, era obispo de esta diócesis el navarro Pablo Gúrpide Beope, trasladado unos meses después a Bilbao como obispo diocesano y donde falleció en 1968. Su lema episcopal era la frase paulina “Mihi vivire Christus est”.En el momento de su nombramiento como obispo de Sigüenza era rector del seminario de Pamplona y canónigo de su catedral.

De 1956 a 1964 rigió esta diócesis, que desde el 9 de marzo de 1959 pasó a denominarse de Sigüenza-Guadalajara, el guipuzcoano Lorenzo Bereciartúa Balerdi, quien falleció en San Sebastián, de donde era obispo, en 1968. Su lema episcopal era “Salus et charitate”. Con anterioridad a su ministerio episcopal en Sigüenza-Guadalajara, Bereciartúa era obispo auxiliar de Zaragoza.

Obispo auxiliar de Tarragona desde 1954, el 19 de marzo de 1964 tomó posesión de la diócesis Laureano Castán Lacoma, oriundo de la provincia de Lérida. Rigió la diócesis hasta el 25 de julio de 1980, en que se jubiló por razones de salud. Falleció en 2000. Su lema episcopal era otra frase paulina: “Quae sursum sunt quaerite”.

Tras casi un año de sede vacante, ocupada por el sacerdote Vicente Moñux Cabrerizo como vicario episcopal, el 5 de mayo de 1981 fue nombrado obispo de Sigüenza-Guadalajara el valenciano Jesús Pla Gandía. Rigió la diócesis diez años y medio. Falleció el 8 de noviembre de 2000 en Valencia, de cuya archidiócesis fue obispo auxiliar de 1971 a 1981. Su lema episcopal fue la frase joanea “La verdad os hará libres”

El 11 de septiembre de 1991 fue nombrado obispo de Sigüenza-Guadalajara el hasta entonces y desde hacía once años y medio obispo auxiliar de Oviedo José Sánchez González. Tomó posesión el 17 de noviembre de 1991 y su renuncia, por razones de edad, le fue aceptada el 2 de febrero de 2011. Sánchez nació en Fuenteguinaldo (provincia de Salamanca y diócesis de Ciudad Rodrigo) en 1934. Su lema episcopal es “Servir”.

El 2 de abril de 2011 Atilano Rodríguez Martínez se convirtió en el nuevo obispo de Sigüenza-Guadalajara. Asturiano de origen, nació el 25 de octubre de 1946. Es sacerdote desde el 15 de agosto de 1970 y obispo desde el 18 de febrero de 1996. Fue obispo auxiliar de Oviedo de 1996 a 2003 y obispo de Ciudad Rodrigo de 2003 a 2011. La frase del profeta Isaías y del evangelio según San Lucas, “Misit me evangelizare pauperum” (“He sido enviado a evangelizar a los pobres”) es su lema episcopal.

 

 Jesús de las Heras Muela

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