El sábado 8 de octubre falleció en Guadalajara la religiosa adoratriz María del Carmen Bordel Lozano. Había nacido en Molacillos (Zamora) e ingresó en las Adoratrices en 1951. A largo de su vida religiosa pasó por distintas casas y servicios, con destinos en Gijón, Alcalá de Henares, Madrid y Guadalajara.

Días después, el domingo 16, falleció también en Guadalajara sor Elisa Alcalá, zaragozana, con profesión perpetua desde 1971 y con destinos sucesivos en Málaga, Guadalajara, Madrid, Valencia y Guadalajara.

Y una semana más tarde, fue sor Marina Cámara Gallego, burgalesa y adoratriz desde 1949 quien fue llamada a la casa del Padre. Sor Marina sirvió en las comunidades adoratrices de Logroño, Bilbao, Gijón, Algorta, Barcelona, Alcalá de Henares, Torrente, Alicante, Madrid y Guadalajara.

La archidiócesis de Sevilla organizó del 21 al 23 de octubre la iniciativa llamada Muestra de la Misericordia, una feria de carismas laicales, que el domingo 23 de octubre concluía su edición con una adoración eucarística en la Plaza de San Francisco. En la víspera, sábado 22, hubo una procesión con imágenes marianas, con destino al mismo lugar ya indicado.

Entre las imágenes que procesionaron estaba, por expreso deseo de las cofradías, una réplica que de la imagen de la Virgen de la Salud de Barbatona que le fue regalada al actual arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, por la cofradía de la Virgen de la Salud, de la que era hermano y ahora es hermano honorario, con ocasión de su ordenación episcopal, en 1997.

Las bienaventuranzas son un programa de santidad.

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

(Mt 5,3-12)

LA SANTIDAD

(Zenit)

Ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien como él, amar como él. SER SANTO ES SER AMIGO DE JESÚS.

Algunos santos, han ido a lugares muy lejanos donde no se conoce a Jesús y les enseñan a amar a nuestro Señor, a ellos se les llaman Misioneros, algunos han muerto dando su vida por la fe, estos son los Mártires. Otros se han dedicado a cuidar a los enfermos, a los pobres, algunos fundaron colegios para que los niños se educaran y conocieran a Jesús.  Otros se han quedado en su ciudad y en su casa pero han hecho la voluntad de Dios y se han mantenido en su amistad. Algunos santos son muy conocidos por todos, pero hay otros que nadie conoce, más que Dios. Otros que han estado enfermos le entregan a Jesús todos sus sufrimientos, y así, nos encontramos que aunque los santos no salen mucho en la televisión ni los periódicos nos platican de ellos, están haciendo que en el mundo brille la gloria de Dios.

Los santos, o sea los que ya están en el cielo porque vivieron su bautismo, son venerados porque son:

Modelo: Porque viendo lo que ellos hicieron para ser amigos de Dios nosotros los podemos imitar.

Estímulo: Porque ellos, lucharon como ahora nosotros y ya gozan de la herencia a la que también nosotros estamos llamados.

Intercesores: Son amigos y hermanos nuestros y grandes bienhechores a quienes podemos recurrir suplicándoles que hagan valer su influencia ante Dios en ayuda de nuestras necesidades.

EXPERIENCIA CRISTIANA

San Papa Juan Pablo II nos invitó a vivir la santidad muchas veces, él ha llevó una vida de santidad y llevó al altar a muchos santos, y nos dijo que para ser santos  hay que:

Orar: Hacer  oración, no sólo rezar oraciones de memoria sino poner en ellas el corazón, orar es platicar con Dios.

Ir a Misa y comulgar. La Misa (La Eucaristía), es el lugar más hermoso del mundo, es como estar en el cielo porque ahí está presente Jesús que se nos da  en la comunión.

La Confesión. Acercaros seguido al perdón que Dios siempre nos da cuando  hemos pecado. Así recuperamos  su amistad y volvemos a ser felices.

La Gracia. Confiar en Dios,  saber que sólo porque Jesús nos acompaña siempre, podemos ser buenos.

Escuchar la Palabra de Dios. Conocer lo que Dios nos dice en la Biblia, aprender el catecismo, para hacer lo que le agrada a Dios.

Anunciar la Palabra de Dios. Ser misioneros, llevar a otros la alegría de encontrarse  con Jesús, lo podemos hacer con palabras, con nuestro comportamiento, con nuestra compañía, ayudando a los demás con amor.

La Santísima Virgen, san José, los apóstoles, mártires y santos todos esperan nuestro triunfo, están atentos a nuestra lucha, no nos olvidan.

INDULGENCIA

A los fieles que visiten devotamente el cementerio, o simplemente recen, aunque sea solo mentalmente, por los difuntos se les concede la indulgencia, aplicable solamente a las almas del purgatorio, del 1 al 8 de noviembre plenaria cada día, parcial en los demás días del año. El día de la conmemoración de los fieles difuntos, o con el consentimiento del Ordinario del domingo precedente o el siguiente, o en la fiesta de Todos los Santos, en todas las iglesias y oratorios se pueden lucrar de indulgencia plenaria.

La fiesta de Todos los Santos nos trae, como naturalmente, a la memoria el recuerdo de nuestros difuntos. Así que, después de haber celebrado la Iglesia, en medio de gran regocijo la gloria de los Santos que constituyen la Iglesia del cielo, se conmemora tradicional y devotamente a todos los que ya pasaron por este mundo a nuestro lado.

En estos días cabe destacar esta diferenciación de las “tres Iglesias” la Iglesia de la tierra, que llamamos militante, es decir la que en este mundo trabaja por extender el Reino de Dios por todos los rincones de la tierra, la Iglesia triunfante, la del cielo, de la que ya hemos hablado y la Iglesia purgante, los difuntos que aún necesitan purificación: por estos rezamos y ofrecemos sufragios.

La Iglesia se interesa, por tanto, ante el Señor a favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe solo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha de pecado y asociados a los ciudadanos del cielo, pueda gozar de la vida eterna.

Las lecturas que hoy se proclaman en la liturgia son tomadas de las misas de difuntos. Nos invitan a la confianza en Dios y a descansar el Cristo, a quien en este día, de forma especial, reconocemos como resucitado de entre los muertos.

 

RESPONSO POR LOS DIFUNTOS

 

Antífona: ¡Dichoso el que ha muerto en el Señor! Que descanse ya de sus fatigas y que sus obras lo acompañen.

Preces

Pidamos por nuestro hermano (nuestra hermana) a Jesucristo, que ha dicho: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre”.

 

Tú que resucitaste a los muertos, concede la vida eterna a nuestro hermano (nuestra hermana).
R/. Te lo pedimos, Señor.

Tú que desde la cruz prometiste el paraíso al buen ladrón, acoge a nuestro hermano (nuestra hermana).
R/. Te lo pedimos, Señor.

Tú que experimentaste el dolor de la muerte y resucitaste gloriosamente del sepulcro, concede a nuestro hermano (nuestra hermana) la vida feliz de la resurrección.
R/. Te lo pedimos, Señor.

Tú que lloraste ante la tumba de tu amigo Lázaro, dígnate enjugar las lágrimas de quienes lloramos la muerte de nuestro hermano (nuestra hermana).
R/. Te lo pedimos, Señor.

 

Oración: Señor, nuestra vida es corta y frágil; la muerte que contemplamos hoy nos lo recuerda. Pero tú vives eternamente, y tu amor es más fuerte que la muerte. Llenos, pues, de confianza, ponemos en tus manos a nuestro hermano (nuestra hermana) N., que acaba de dejarnos. Perdónale sus faltas y acógelo (acógela) en tu reino, para que viva feliz en tu presencia por los siglos de los siglos.
R/. Amén.

 

Se puede continuar con las siguientes oraciones:

V/. Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.

V/. Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.

V/. Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.

 

Padrenuestro...

 

Oración: Escucha, Señor, nuestras súplicas y ten misericordia de tu siervo (sierva) N., para que no sufra castigo por sus pecados, pues deseó cumplir tu voluntad; y, ya que la verdadera fe lo (la) unió aquí, en la tierra, al pueblo fiel, que tu bondad ahora lo (la) una al coro de los ángeles y elegidos. Por Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.

 

V/. Señor, † dale el descanso eterno.
R/. Y brille sobre él (ella) la luz eterna.

V/. Descanse en paz.
R/. Amén.

V/. Su alma y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz.
R/. Amén.

V/. Podéis ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.

 

INDULGENCIA

A los fieles que visiten devotamente el cementerio u oren solo mentalmente por los difuntos se les concede la indulgencia, aplicable solamente a las almas del purgatorio, del 1 al 8 de noviembre plenaria cada día, parcial en los demás días del año. El día de la conmemoración de los fieles difuntos, o con el consentimiento del Ordinario del domingo precedente o el siguiente, o en la fiesta de Todos los Santos, en todas las iglesias y oratorios se pueden lucrar de indulgencia plenaria.

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