Procesión General del Viernes Santo en Guadalajara

Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

 

Preámbulo

 

Sólo por verte danzar,

Cristo ya unido al madero,

tu procesión es sendero

que nos convoca aquí a estar.

 

Y a este Jesús yo le quiero

este canto dedicar,

que Arriaca sabe amar

a Jesús, el gran Viajero.

 

 

I. Viernes de Dolor

 

Es ya Viernes de Dolor

que llega a Guadalajara.

¡Quien pudiera y ya pasara

a otra jornada mejor!

 

En que el dolor se aliviara

de todos alrededor,

y no muriese hoy el sol

que a todos alimentara.

 

La procesión del Silencio

y también del Santo Entierro,

 

sale en la Concatedral.

Es la Pasión general.

 

 

II. Cofradía de la Pasión del Señor

 

Cofrades de la Pasión del Señor

abren la comitiva en desconsuelo,

¡qué triste se pone, y en congoja, el cielo

sintiendo, en sí mismo, abrirse un temblor!

 

Los pasos que lleva son:

Cristo de la Expiración.

 

La Virgen de la Piedad

y Jesús de la Pasión.

 

 

III. Cofradía de los Dolores

 

Después Cofradía de los Dolores

sigue detrás a la de la Pasión.

Van en pos de Jesús, el Redentor

de nuestros humanos yerros y errores.

 

Lleva pasos del Calvario

y Virgen de los Dolores

que va rezando el rosario,

por llenarle aún de amores

 

 

IV. Cofradía del Cristo Yacente

 

La cofradía del Yacente Cristo

del Santo Sepulcro hilera es siguiente,

con todo su nazareno penitente

y el luto en los hábitos entrevisto.

 

Desfila el Cristo Yacente,

la Cruz Desnuda va enfrente.

 

 

V. Cofradía de la Virgen de la Soledad

 

Y al final sale a la nocturna escena

la más postrera y última Hermandad:

la de la Virgen de la Soledad.

Porta en lágrimas su Virgen Morena.

 

Con Virgen de Soledad

Cristo un Consuelo hallará.

 

 

VI. La esperanza final

 

¡Oh, Procesión General de Arriaca

en que el Dios Jesús, el Crucificado,

ya en clavos de dolor ha agonizado,

ante la gente de Guadalajara!

 

¡Oh, Procesión General de Arriaca

en que el Dios Jesús, el Crucificado,

ya en clavos de dolor ha agonizado,

ante la gente de Guadalajara!

 

Y ha sido ya en un sepulcro enterrado.

¡Pero aún cierra el desfile alcarreño,

la gran esperanza de un mayor sueño:

la Pascua en que sea resucitado!

 

 

Juan Pablo Mañueco

Poema extraído del libro “Cantil de Cantos V. Saetas a las Semanas Santas de España”

 

 

Pasión de Cristo, confórtanos

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

De la Hora de Prima a la Hora de Nona del Viernes Santo

 

 

 

 

Este artículo, esta meditación para la Semana Santa de 2025, es la evocación de aquellas horas de la noche y del despuntar del día (Hora de Prima) del día más largo –o más corto, según se mire, porque atardeció a las tres de tarde (la Hora de Nona) …-, del día más doloroso, del día más fecundo y fecundador del tiempo y de la historia: el Viernes Santo.

 

De las negaciones de Pedro al pueblo manipulado

Esta meditación es, así, el tiempo para recordar a Pedro y a sus tres negaciones mientras el gallo cantaba. El tiempo de la desesperación suprema de Judas, ojalá abierta a la misericordia de Dios. El tiempo de preguntarnos que dónde y por dónde se hallaban los otros diez apóstoles. El tiempo de la mentira y de la blasfemia del hipócrita juicio religioso; el tiempo de la primera fase del injusto e inicuo juicio civil; el tiempo de la farsa y de la burla de un Herodes Antipas desbordado, frívolo e impotente.

Es el de tiempo de la desgana primero, de la búsqueda –tímida búsqueda-  después de Pilatos y finalmente de su cobardía, trufada de relativismo y de pragmatismo, siempre plegado a lo políticamente correcto y a los intereses personales.

Es el tiempo del pueblo manipulado, embravecido, variable y pendular: el mismo pueblo que el Domingo de Ramos aclamó con vítores y hosannas al que llamaban bendito el que viene en el nombre del Señor, en esta mañana de pasión de pasiones, pide la muerte en cruz de Jesucristo.

 

 

Encarnizamiento y ensañamiento homicida y deicida

Es el tiempo del encarnizamiento y ensañamiento homicida y deicida de los soldados de unos y de otros, de los judíos y de los romanos, que afrentan y zahieren hasta la saciedad y la extenuación el cuerpo humano y sacrosanto del Señor: en su espalda lo flagelan hasta el fin y hasta abrir sus carnes ensangrentadas; sobre sus sienes colocan una corona de espinas punzantes; abofetean y llenan de salivazos sin cesar su hermoso rostro hasta dejarlo sin apariencia humana.

Visten sus espaldas escarnecidas con un manto rojo de oprobio y golpean sin piedad este cuerpo malherido y atado, este rostro ensangrentado y partido. Clavan sus pies y sus manos al madero; sin pudor besan con vinagre sus labios; sacian con hiel su sed y su garganta.

Juegan y reparten a los dados su túnica inconsútil y hasta, ya muerto, al no poder quebrar sus piernas, hieren su pecho amante del que brotan al instante la sangre –quizás la poca sangre que todavía le quedaba- y el agua.

 

Silencio y dignidad sublimes de Jesús

Y es también, y, sobre todo, y, ante todo, el tiempo del silencio y de la dignidad sublimes de Jesús. Es su hora, preludio ya último de su hora definitiva: la hora de la obediencia total, la hora de la entrega radical, la hora del abandono supremo, la hora del servicio sin límites, la hora del amor hasta el extremo, la hora de la salvación.

Y, por todo ello, esta meditación de Pasión sigue siendo fiel reflejo del más hondo palpitar humano, de la verdad más cierta de su alma y de su peripecia, de la caracterización más aguda de su realidad, de nuestra realidad. Porque, al igual que en Getsemaní tú y yo -todos- estábamos allí, también lo estamos en esta Hora de Prima de la Pasión, también lo estamos en la Hora de Tercia, de Sexta y de Nona de aquel Viernes Santo y de todos los Viernes Santos de la entera historia del hombre. Como también lo estamos en la Hora del Prima, en al alba del día sin ocaso de la Pascua donde el Señor hace nuevas y ya siempre todas las cosas.

 

Todos estamos en estas horas de la Pasión 

Como Pedro, también nosotros negamos tantas veces a Jesús y nos avergonzamos de Él.  Incluso como Judas, lo traicionamos y vendemos al mejor postor porque cómo es posible que las voraces crisis en que llevamos sumidos desde hace años todavía no haya hecho recapacitar en sus causas más hondas y más verdaderas, que son causas morales y éticas, causas de ausencia, abandono y apostasía práctica de la fe cristiana.

Como los otros diez apóstoles –apenas Juan aparece a última hora al pie de la Cruz, junto a María y otros dos o tres mujeres-, también nosotros nos escondemos despavoridos, desconcertados, desnortados y aterrados.

Como los sumos sacerdotes, los fariseos y los letrados, también nosotros hacemos juicio sumarísimo a lo que de Él no nos gusta o nos resulta demasiado comprometedor, demasiado desestabilizador, demasiado exigente.

Como Herodes Antias, la frivolidad anida en exceso en nuestros corazones, en nuestras mentes y en nuestras conductas.

Como Pilatos, nos rendimos ante el poder –ante tantos poderes establecidos, poderes de hecho o de derecho, ante quienes rendimos la pleitesía de la comodidad y del conservar nuestros privilegios y nos rendimos a mitad de camino en la búsqueda de la verdad, escuchando más los cantos de sirena de quienes dicen y aseguran que no hay verdad, que todo es relativo y acomodaticio, de todo depende de color del cristal con que se mira.

Como el pueblo jerosolimitano, también nosotros cambiamos de parecer como las veletas, también nosotros nos dejamos llevar por la incoherencia y la inconsistencia, por la ira, por el influjo de los poderosos, por las seducciones de la mundanidad.

Y como los soldados, nuestros pecados –los pecados de toda la humanidad de ayer, de hoy y de mañana- vuelvan  a dejar al cuerpo de Jesús, su semblante y su figura ya adelantadas por el profeta Isaías en sus cantos del Siervo, del varón de dolores probado en sufrimientos, desfigurado, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza, sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, desestimado, leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros errores, maltratado, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecido, sin defensa, sin justicia.

 

¿Qué cuándo lo hacemos, qué cuándo actuamos así?

Recordemos el capítulo 25 del evangelio según San Mateo. Sí, cada vez que así lo hacemos y así actuamos –y son tantas veces- con nuestros hermanos menores los pobres, los enfermos, los ancianos, los parados, los necesitados. Cada vez que desconectamos del llanto de la humanidad gimiente.

¿Qué cuándo lo hacemos, que cuándo así actuamos? Cuando dejamos, por ejemplo, que los símbolos religiosos, los símbolos que forman parte de nuestro patrimonio del alma, se puedan ver expuestos al vaivén de lo políticamente correcto, al único juego de mayorías o minorías, de consensos o contrapartidas.

¿Qué cuándo lo hacemos, que cuándo así actuamos? Cuando, en la teoría o en la práctica, optamos por una vida a la carta, indolora, blanda, solo para sanos y “perfectos”, de “calidad”, estúpida e irrealmente feliz solo para mí y los míos.

¿Qué cuándo lo hacemos, que cuándo así actuamos? Cuando queremos y creemos en un Cristo sin su Iglesia, en un Cristo a mi medida, a la medida del hombre y no a la medida de Dios.

¿Qué cuándo lo hacemos, que cuándo así actuamos? Cuando queremos y creemos en una Iglesia y en un cristianismo light, bajo en calorías, descafeinado, edulcorado. En una Iglesia a mi gusto, medida y manera. En una Iglesia en rebajas que necesariamente tiene que hacerse atractiva no desde la verdad sino desde el relativismo de la moda, de la cultura y de las apetencias y gustos coyunturales. En una Iglesia donde yo me confieso solo con Dios, donde yo participó en la misa dominical solo cuando toca… y, eso sí, tengo todos los derechos del mundo y muy poquitas –por no decir ninguna- obligaciones.

 

La somnolencia de los discípulos, la fuerza de la Pasión

En la segunda parte de su libro sobre Jesús de Nazaret, Joseph Ratzinger-Benedicto XVI nos alerta sobre el mal que devoró el Jueves Santo en Getsemaní a los apóstoles y que sigue planteando con tanta fuerza también entre nosotros: La somnolencia de los discípulos sigue siendo a lo largo de los siglos una ocasión favorable para el poder del mal. Esta somnolencia es un embotamiento del alma que no se deja inquietar por el poder del mal en el mundo, por toda la injusticia y sufrimiento que devastan la tierra. Es una insensibilidad que prefiere ignorar todo eso; que se tranquiliza pensando que, en el fondo, no es tan grave, para poder permanecer así en la autocomplacencia de la propia existencia satisfecha. Pero esta falta de sensibilidad de las almas, esta falta de vigilancia, tanto por lo que se refiere a la cercanía de Dios como al poder amenazador del mal, otorga un poder en el mundo al maligno”.

Sin embargo, la Pasión de Cristo es, sigue siendo, nuestra fuerza. Y seguimos teniendo motivos para gritar a Dios en esta hora, para orar en esta hora a Dios, para comprometernos en esta hora (entre la Hora de Prima y la Hora de Nona del Viernes Santo y siempre es Viernes Santo) para sentir, vivir y transmitir que solo la Pasión de Cristo nos salva y que solo en la Pasión despertamos a la vida nueva y que nada más que la Pasión de Cristo es lo que necesitamos.

 

Alma de Cristo, Santifícame
Cuerpo de Cristo, Sálvame
Sangre de Cristo, Embriágame
Agua del Costado de Cristo, Lávame

Pasión de Cristo, Confórtame
Oh buen Jesús, Óyeme
Y dentro de tus llagas, Escóndeme
No permitas que me aparte de Ti

Del enemigo, Defiéndeme
En la hora de mi muerte, Llámame
Y mándame ir a Ti para con tus santos

Te alabe por los siglos de los siglos. 

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 16 de abril de 2025

Así será la Semana Santa 2025 en la Diócesis

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Actos inmediatamente previos, recorrido por las celebraciones litúrgicas en la catedral y en la concatedral y colecta pro Santos Lugares y su significado y destino

 

 

 

En las vísperas mismas de la Semana Santa, que comienza pasado mañana, Domingo de Ramos, día 13 de abril de 2025, fijamos la atención en las celebraciones litúrgicas y en otras actividades pastorales relevantes.

 

Hoy, pregón de Semana Santa en Guadalajara; y otros preámbulos

La concatedral de Guadalajara acoge, a las 20 horas, de hoy, viernes 11 de abril, Viernes de Dolores, el pregón de Semana Santa, que este año es pronunciado por el obispo diocesano, monseñor Julián Ruiz Martorell. Tras su intervención, la Asociación Sinfónica de Guadalajara ofreció un recital de música sacra.

Molina de Aragón tuvo su pregón de Semana Santa el sábado 5 de abril, en la iglesia de San Gil, con la actuación de la Banda del Aula de Música; y mañana, sábado 12, también en San Gil, a las 18 horas, se ofrecerá el concierto del Réquiem de Mozart. Otro Réquiem, en este caso el del escocés Karl Jenkins, es interpretado por dos corales de Zaragoza en la catedral de Sigüenza, a las 20 horas, del sábado 12 de abril. Y el sábado 12 de abril, a las 12 horas, desde San Ginés hasta Santiago de Guadalajara, habrá una procesión infantil con pasos de Semana Santa

 

 

 

Primera Semana Santa de don Julián en Guadalajara

En consonancia con la praxis establecida en la diócesis hace ya más de cinco décadas de alternancia del obispo para presidir la Semana Santa bien en Sigüenza o en Guadalajara, este mismo ciclo lleva a que en 2025 a nuestro obispo diocesano, monseñor Julián Ruiz Martorell, le corresponda hacerlo, pro primera vez (el año pasado lo hizo en Sigüenza) en Guadalajara.

El Domingo de Ramos, pasado mañana, 13 de abril, la correspondiente procesión comenzará a las 11:15 horas en la Plaza de Santo Domingo, junto a San Ginés, y discurrirá hasta San Francisco, donde será la misa.

Los oficios del Jueves Santo y del Viernes Santo, ya en la concatedral de Santa María, serán, respectivamente, a las 18:30 horas y a las 17:30 horas. En la misa del Jueves Santo participará la Cofradía de los Apóstoles.

La vigilia pascual será el sábado 19 de abril, a las 22 horas. Antes y también el Sábado Santo, la concatedral acoge a las 10 horas el Vía Matris, vigilia mariana de oración que será a las 10:30 horas en la parroquia de María Auxiliadora (Salesianos) y a las 11 horas en las parroquias de El Salvador y de San Diego. El acto principal del Domingo de Pascua, 20 de abril, será la procesión por las calles del centro de la ciudad con la imagen de Cristo Resucitado, a partir de las 11:30 horas, desde la parroquia de Santiago Apóstol y regreso a la concatedral, donde, a las 13 horas, se oficiará la eucaristía, presidida por el obispo, y con la actuación musical del Coro “Novi Cantores”.

 

La Semana Santa en Sigüenza

En Sigüenza, el Domingo de Ramos y su procesión comenzará en la parroquia de Santa María a las 11:20 horas, y a las 12 horas, una vez concluida esta, la misa será en la catedral (parroquia de San Pedro).

Este mismo templo catedralicio acoge los oficios del Jueves Santo y del Viernes Santo, con horario, respectivamente, a las 19 y a las 18:30 horas, la vigilia pascual a las 21:30 horas del sábado santo, día 19 de abril, y la misa de Pascua a las 12 horas del domingo 20 de abril, tras la cual será la procesión del Encuentro desde la catedral hasta la iglesia de las Clarisas

Las dos principales procesiones de la Semana Santa seguntina serán el Viernes Santo, 18 de abril, a las 12 horas, la procesión del Vía Crucis y a las 21 horas, tras el sermón de Soledad, la procesión del Cristo Yacente y del Santo Entierro. Como acontece desde 2017, y una vez recuperada la tradición interrumpida en 1780, antes de esta procesión la cofradía procederá al descendimiento de Jesús de la cruz. Será a las 20:30 horas en el altar de la Virgen de la Mayor, seguido de Rosario, sermón y posterior procesión.

 

 

Martes Santo Sacerdotal en Sigüenza

Una de las citas ya tradicionales de la Semana Santa en la diócesis —al igual que en toda la Iglesia— es la celebración de la Misa Crismal, en la que se bendicen los santos óleos para la administración de los sacramentos y los sacerdotes renuevan las promesas de la ordenación sacerdotal.

La cita será en Sigüenza el Martes Santo, día 15 de abril. La primera parte de los actos será en el colegio episcopal Sagrada Familia, desde las 10:30 a las 12 horas, con retiro espiritual.

A las 12:30 horas será la misa en la catedral de Sigüenza (parroquia de San Pedro), presidida por don Julián. Más de un centenar de sacerdotes, y numerosos fieles asisten a los actos.

 

 Vía Crucis de los Jóvenes en Guadalajara, Martes Santo noche

La Delegación diocesana de Pastoral Juvenil organiza en Semana Santa el Vía Crucis de los Jóvenes. Será el Martes Santo, día 15 de abril, a partir de las 21 horas.

El Vía Crucis, con la cruz diocesana de los jóvenes como principal signo externo, partirá de la parroquia de San Diego de Alcalá, con destino final en la parroquia de Santa María, la concatedral. Varios centenares de personas se suman a esta iniciativa.

 

Vía Lucis en Guadalajara, el sábado 26 de abril

El Vía Lucis es una práctica de oración y piedad similar al Vía Crucis. Si en este se recorren 14 estaciones de la pasión y muerte del Señor, en el Vía Lucis son otras tantas estaciones que recrean la resurrección de Jesús, sus apariciones, su Ascensión y el envío del Espíritu Santo.

Más allá de su ejercicio en las parroquias y comunidades, desde hace una decena de años, hay un Vía Lucis diocesana. Será a partir de las 9:30 horas del sábado 26 de abril desde el santuario de la Virgen de la Antigua hasta la parroquia de San Antonio de Padua, en su cincuentenario. Es una iniciativa de la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar y Nueva Evangelización.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 11 de abril de 2025

Testigos de Esperanza en Semana Santa

Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)

 

 

 

En las vísperas del comienzo de la Semana Santa del presente año, desde esta Delegación de Piedad Popular, Cofradías y Hermandades, queremos invitar a todos a vivir estos días de fe y devoción.

En esta semana los sentidos nos acercan al misterio central de nuestra fe: la Pascua. Las cofradías y hermandades, con sus manifestaciones religiosas dan testimonio público de fe. Con las manifestaciones de piedad popular, las calles de nuestros pueblos y ciudades se llenan de imágenes sagradas, de marchas procesionales, de flores e incienso.

Son unos días de gracia, de contemplación y oración, de miradas al exterior y a nuestro interior, contemplando los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Los cantos, la música y las imágenes manifiestan la verdadera fe y convierte a los cofrades en testigos de Cristo, muerto y resucitado. Procesionar es facilitar que el Señor y su Santísima Madre sean objeto de miradas y oraciones, facilitando una transformación interior de quien los contempla.

El Directorio para la Piedad Popular y la Liturgia da importancia en estos días a la importancia de las palmas y los ramos de olivo, como testimonio de fe en Cristo Rey mesiánico y en su victoria pascal; el jueves santo reflexiona sobre la visita a los lugares de la reserva y adoración del Santísimo; el viernes santo habla del viacrucis, las representaciones de la pasión y la procesión del entierro del Señor y el recuerdo de la virgen de los Dolores; el sábado santo nos habla de la Hora de la Madre, que espera la resurrección; y el domingo de Resurrección reflexiona sobre el Encuentro del Resucitado con la Madre, la bendición de huevos y de la mesa y el saludo pascual a la madre del Resucitado con el Regina Coeli (Cfr. nn.139-151).

Que estos días de gran riqueza espiritual sirvan para la renovación interior de todos, tanto a nivel individual como de grupo. Que el Señor bendiga nuestras parroquias, las cofradías y hermandades que estos días realizan sus procesiones y estaciones de penitencia,  y a todos los que se acercan, con más o menos fe, a celebrar los misterios centrales de nuestra fe.

Los cristianos en general y los cofrades en particular estamos llamados a ser Testigos de Esperanza, testigos de la vida de Dios en nosotros y testigos de nuestra fe. 

¡Feliz y Santa Semana!

 

Fe y testimonio en tiempos de cambio

Por Alfonso Olmos Embid

(Director de la Oficina de Información)

 

 

 

 

La Semana Santa en Guadalajara y sus pueblos es una tradición que, año tras año, se vive con fervor y devoción. Las procesiones, los pasos y la música sacra conforman un ambiente de recogimiento que invita a la reflexión. Cada uno de los municipios guadalajareños, desde la capital hasta los rincones más pequeños, celebra este acontecimiento, histórico y salvífico, con un sentimiento profundo de fe y recogimiento, recordando la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. 

Sin embargo, en el contexto ideológico y social actual de España, donde la secularización y el relativismo parecen ganar terreno, la Semana Santa cobra una dimensión aún más relevante. En un mundo marcado por la incertidumbre y la fragmentación, es vital que los cristianos no solo vivan estos días como una tradición cultural, sino que den un testimonio auténtico de su fe. Esta es una oportunidad para recordar que, aunque los tiempos cambian, la esencia del mensaje cristiano sigue siendo un motivo de esperanza y unidad. 

Hoy, más que nunca, debemos ser testigos del amor de Cristo en medio de la sociedad, mostrando con nuestras vidas la fuerza de una fe viva que desafía las adversidades del mundo moderno. En Guadalajara, como en toda España, la Semana Santa es una invitación a renovar nuestro compromiso con la fe y a vivirla con valentía.

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