'Jesucristo, Rey del Universo'
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
Agradecemos el tiempo de gracia que nos prepara para acoger al Señor que se acerca en su triple venida: en su primera venida en carne; en todo momento y circunstancia, especialmente en el rostro del hermano necesitado con quien Él se identifica; en su gloriosa última venida al final de la historia.
La novedad aporta frescura, ilusión y esperanza. La esperanza es la clave del Jubileo 2025. Esperar no es simplemente aguardar, sino caminar hacia lo esperado, que en nuestro caso es caminar hacia “el Esperado”, que viene a nuestro encuentro.
Adviento es un nuevo tiempo, una ocasión de gracia, una histórica oportunidad que requiere acogida, respuesta y compromiso. Es Cristo quien se acerca. Él es el protagonista de la historia, que es siempre historia de salvación.
Adviento es un campo de siembra, una experiencia de comunión, una oportunidad de participación, un compromiso de corresponsabilidad diferenciada, un proyecto ilusionante, un fragmento de vida que dejará huella en nuestro futuro.
Todos los eventos necesitan preparación para poder vivirlos con intensidad. Es preciso evitar la improvisación o el riesgo de dejar pasar el tiempo sin saborearlo en su valor, sentido y orientación.
Navidad no llega sin Adviento. Nos abrimos a un nuevo contexto, otra vertiente y otra trayectoria. Para alcanzar la meta es preciso conocer bien el sendero.
Adviento es un camino sensible en el que nos acompañan textos bíblicos, oraciones litúrgicas, cantos de esperanza y, fundamentalmente, personas: la Bienaventurada Virgen María, Juan Bautista, los profetas. Cuando la historia se hace profecía, se ilumina el firmamento, aparecen las luces indicadoras que señalan a la Luz de la Vida: Jesucristo que viene.
Adviento es tiempo fuerte para expresar, también, la fortaleza de nuestro compromiso. Es tiempo privilegiado de reencuentro con todos los hermanos: el preso olvidado; el indigente desorientado; la anciana inmovilizada en su hogar; el anciano rodeado de achaques; el parado de larga duración, sin horizonte, sin expectativa; el migrante que lo dejó todo para encontrarse con nada y con nadie; el enfermo desesperanzado; el trabajador que sufre unas condiciones indignas y recibe un sueldo de miseria; el agricultor que deja en el surco el sudor y la vida; el humilde ganadero que custodia su rebaño con incertidumbre; el gitano al que la sociedad propone una integración llena de recelo; el adolescente atribulado, inquieto ante mil interrogantes; el joven que vive con fruición el presente porque teme pensar en el futuro; el niño lleno de cosas y carente de afecto.
El Señor nos quiere “artesanos de una historia nueva, tejedores de esperanza, constructores de futuro, artífices de paz” (Papa Francisco, Homilía, 26 julio 2022).
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, Obispo de Sigüenza-Guadalajara