Fernando Serrano Garrido es un sacerdote de nuestra diócesis, natural de Guadalajara, que fue ordenado hace 24 años. Actualmente es párroco de Loranca, Aranzueque, Hontoba y Armuña de Tajuña. Entrevista realizada por Diego Almazán Pérez.
- ¿Quién es Jesús en tu vida?
Jesucristo en mi vida, como en la de todos los cristianos, es Aquel que fue escogido para ser mi Salvador. Por su sufrimiento -que fue mucho-, por su muerte, ha hecho posible que si me arrepiento pueda ser perdonado para poder regresar a la presencia de mi Padre Celestial, ha hecho que resucite… ha hecho un montón de cosas, y todas ellas a cual mejor.
- Un recuerdo del día que te ordenaste.
Recuerdo especialmente el momento de la consagración de mis manos. Habían de servir para hacer el bien y perdonar. Desde entonces sería sacerdote para siempre.
- ¿Podrías decirme por qué te has hecho sacerdote?
Los motivos, fueron varios. En primer lugar, a través de la educación religiosa de mi familia, en mi casa. Después a través del colegio, el buen ejemplo de muchos maestros y maestras… la parroquia…
Después surgió el deseo de trabajar por el Evangelio y por Jesucristo. Fue un proceso largo que se fraguó durante mi adolescencia; pero una vez que llega el momento de la decisión, todo es sorprendentemente rápido
- Un buen recuerdo de estos años ejerciendo el ministerio.
La verdad es que hay muchos. Montones… Desde el momento en que me ordené, desde el momento en que fui a mi primera parroquia, todo está lleno de buenos recuerdos y de buenos amigos.
- El mejor momento del día para el sacerdote...
Evidentemente, el mejor momento del día para un sacerdote es el momento de la Consagración; también el momento de la Absolución… cuando es Cristo el que actúa en el sacerdote realizando lo que éste no puede hacer, cuando no solo actúas en nombre de Cristo, sino como el mismo Cristo. Cuando por medio de ti se realiza el milagro de la Consagración y el milagro de la Absolución.
- ¿Qué crees que espera hoy la gente de un sacerdote?
De los sacerdotes, los fieles esperan solo una cosa: que sean especialistas en lo suyo, que promuevan el encuentro entre el Hombre con Dios. Al sacerdote no se le pide que sea un experto en economía, en construcción o en política. De él se espera que sea un experto en la vida espiritual.
- ¿Qué dirías a un chico que estuviera pensando entrar en el seminario?
Yo le diría lo mismo que dice Jesús: “No tengáis miedo”. Se trata solamente de decidirse. Tras sentir la llamada y la providencia de Dios, cuanto menos Le hagas esperar… mejor.
- ¿Quieres mandar algún mensaje a los monaguillos de nuestra diócesis?
Ser monaguillo no es cualquier cosa. Es un privilegio estar cerca del altar, poder acompañar al sacerdote, pero sobre todo ser amigo de Jesús.
A la vista de toda la comunidad que participa en la Santa Misa o en otras celebraciones, el monaguillo tiene que ser un ejemplo de vida cristiana: limpios de alma y cuerpo, alegres y amistosos y, al mismo tiempo, serios y responsables al cumplir su oficio. Los monaguillos van descubriendo cada día su vocación de servidores.