Hoy ha sido el día dedicado a las Familias que nos han acogido. Cada uno de los peregrinos hemos participado en la Eucaristía de las Parroquias a las que pertenecen. Hemos podido vivir la Fraternidad en Comunidad con nuestros hermanos polacos y peregrinos franceses, algo que hemos compartido desde que llegamos; nos hemos sentido como en casa y en familia. Son unos maestros de los que podemos aprender realmente qué es acoger al hermano, desprendiéndose de sus comodidades, tiempo... ofreciéndonos todo lo mejor. ¡Eso sí que es AMOR! Nos han mostrado el amor gratuito que dice el Evangelio. Desde el momento que llegamos nos dijeron que para ellos recibir a los peregrinos es como recibir al mismo Dios, y nosotros ahora que nos vamos, también les decimos que ha sido como estar con el mismo Señor, viéndose reflejado en cada acto, en cada sonrisa, en esa HOSPITALIDAD que nos han demostrado.
Después de compartir la comida, hemos participado en un concierto en el centro de la ciudad, con todos los peregrinos. Ha sido una explosión de alegría y color con las banderas de los países ondeando. Nuestro grupo español ha participado bailando y cantando.
Por la tarde, la Parroquia nos había preparado una Fiesta de Despedida, en la que una vez más, familias, voluntarios y peregrinos, hemos unido nuestras manos y corazones, deseando que esta fuerza de la FE siga dándonos fuerza para conseguir un mundo mejor, sabiendo que "nada nos separará del amor de Dios".