La festividad del Bautismo del Señor se celebra el domingo siguiente a la Epifanía, con la que se culmina el ciclo de Navidad. Este día se conmemora el Bautismo de Jesús en el río Jordán, por parte de Juan Bautista.
Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al río Jordán donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” Jesús le respondió: “Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.” Bautizado Jesús, salió del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”.
ASPERSIÓN DEL AGUA
RITO DE LA BENDICIÓN Y ASPERSIÓN DEL AGUA
El sacerdote invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos: Invoquemos la bendición de Dios, nuestro Padre, y pidámosle que la aspersión de esta agua reavive en nosotros la gracia del bautismo, por medio del cual fuimos sumergidos en la muerte redentora del Señor para resucitar con él a una vida nueva.
Después de una breve oración en silencio, el sacerdote prosigue, diciendo:
Oh Padre, que del Cordero inmolado en la cruz haces brotar una fuente de agua viva. R/. Bendice y purifica a tu Iglesia. [O bien: Bendito seas por siempre, Señor.]
Oh Cristo, que renuevas la juventud de la Iglesia en el baño del agua con la palabra de la vida. R/. Bendice y purifica a tu Iglesia. [O bien: Bendito seas por siempre, Señor.]
Oh Espíritu, que nos haces renacer de las aguas del bautismo como primicia de la humanidad nueva. R/. Bendice y purifica a tu Iglesia. [O bien: Bendito seas por siempre, Señor.]
Dios todopoderoso, que por medio de los sacramentos de la fe renuevas las maravillas de la creación y de la redención, bendice † esta agua y concede que todos los renacidos en el bautismo sean mensajeros y testimonios de la Pascua, que se renueva incesantemente en tu Iglesia. Por Jesucristo nuestro Señor. R/. Amén.
Terminada la bendición, el sacerdote toma el hisopo, se rocía a sí mismo y, luego, rocía a los ministros, al clero y a los fieles. Si le parece conveniente, puede recorrer la iglesia para la aspersión de los fieles.
Mientras tanto, se canta un canto apropiado (cf. CLN, A 81-84).
Una vez acabado el canto, el sacerdote, de pie y de cara al pueblo, con las manos juntas, dice:
Que Dios todopoderoso nos purifique del pecado y, por la celebración de esta Eucaristía, nos haga dignos de participar del banquete de su reino. R/. Amén
RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
El sacerdote se dirige a los fieles con estas o semejantes palabras:
Queridos hermanos: Por el Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la santa Iglesia católica.
Así pues.
I
Sacerdote:
¿Renunciáis a Satanás?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Y a todas sus obras?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Y a todas sus seducciones?
Todos:
Sí, renuncio.*
II
Sacerdote:
¿Renunciáis al pecado
para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renunciáis a todas las seducciones del mal,
para que no domine en vosotros el pecado?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Todos:
Sí, renuncio.*
*Prosigue el sacerdote:
¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra?
Todos:
Sí, creo.
Sacerdote:
¿Creéis en Jesucristo,
su Hijo único, nuestro Señor,
que nació de Santa María Virgen,
murió, fue sepultado,
resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre?
Todos:
Sí, creo.
Sacerdote:
¿Creéis en el Espíritu Santo,
en la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos,
en el perdón de los pecados,
en la resurrección de la carne
y en la vida eterna?
Todos:
Sí, creo.
Y concluye el sacerdote:
Que Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo
y que nos concedió la remisión de los pecados,
nos guarde en su gracia,
en el mismo Jesucristo nuestro Señor,
para la vida eterna.
R/. Amén.