Palabras del Papa Francisco en el Ángelus (4 de febrero de 2018).
Y ahora un anuncio. Ante la trágica prolongación de situaciones de conflicto en diferentes partes del mundo, invito a todos los fieles a una Jornada especial de oración y ayuno por la paz el 23 de febrero próximo, viernes de la primera semana de Cuaresma.
La ofreceremos, en particular, por las poblaciones de la República Democrática del Congo y de Sudán del Sur. Como en otras ocasiones similares también invito a los hermanos y hermanas no católicos y no cristianos a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más apropiada, pero todos juntos.
Nuestro Padre Celestial siempre escucha a sus hijos, que claman a él en el dolor y la angustia, «sana a los rotos de corazón, y venda sus heridas» (Sal. 147, 3).
Lanzo de todo corazón un llamamiento para que también nosotros escuchemos este grito y, cada uno ante nuestra propia conciencia, ante Dios, se pregunte: «¿Qué puedo hacer por la paz?».
Ciertamente podemos orar; pero no solo: cada uno puede decir «no» a la violencia en lo que dependa de él o de ella. Porque las victorias obtenidas con la violencia son victorias falsas, mientras trabajar por la paz es bueno para todos.
JORNADA DE ORACIÓN Y AYUNO POR LA PAZ
23 de febrero de 2018
Viernes de la primera semana de Cuaresma
SUBSIDIO LITÚRGICO
Monición de entrada
Hermanos:
Nos reunimos para celebrar la Eucaristía, que es el memorial de Cristo y la acción de gracias y alabanza a Dios por la salvación que él nos ha alcanzado con su muerte y resurrección. Lo hacemos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma, tiempo en que, recordando el bautismo que nos hizo hijos de Dios, intensificamos nuestra penitencia para preparar adecuadamente la celebración anual de la Pascua del Señor.
Hoy, por deseo del papa Francisco, nuestra penitencia y oración se orientan hacia una intención especial: la paz en el mundo. Ante la existencia de tantas situaciones de conflicto y violencia en muchos países, los cristianos estamos llamados a orar intensamente y a ser testigos de aquella paz que Cristo vino a traer a este mundo, reconciliando con su muerte y resurrección a todos los hombres y eliminando todo tipo de discordia y enemistad.
Pidamos en esta celebración que, continuando su obra en el mundo, el Señor nos ayude a esforzarnos de manera personal y comunitaria, y cooperemos en su obra pacificadora.
Acto penitencial
— Tú, que has venido a salvar al pueblo de sus pecados: Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
— Tú, que nos reconcilias con el Padre: Cristo ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.
— Tú, que eres el Príncipe de la paz: Señor ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
Por mandato o con permiso del obispo diocesano puede celebrarse la misa por la paz y la justicia que se ofrece a continuación (Misal Romano, misas y oraciones por diversas necesidades, nº 30, pp. 1042-1044); las lecturas del viernes de la primera semana de Cuaresma (leccionario II, pp. 198-200).
Oración colecta
Oh, Dios,
que cuidas de todos con amor paternal,
concede, en tu bondad,
que los hombres,
a quienes diste un mismo origen,
formen una sola familia en la paz
y vivan siempre unidos por el amor fraterno.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración de los fieles
A Dios Padre, fuente y origen de todo bien, elevemos hoy nuestras súplicas confiadas, en nombre de Jesucristo, el Príncipe de la paz.
— Por la Iglesia, para sea siempre ejemplo de reconciliación y paz entre los hombres. Roguemos al Señor.
— Por los gobiernos de las naciones, para que crezcan en solidaridad y justicia, olviden los recelos y fomenten la mutua confianza, depongan las armas y trabajen por el diálogo y la paz. Roguemos al Señor.
— Por los que son víctimas de las injusticias, las guerras, el terrorismo y toda clase de violencia, para que no se sientan abandonados y sean reconocidos en su dignidad. Roguemos al Señor.
— Por todos los cristianos, para que seamos en nuestro entorno testigos de perdón generoso, vida reconciliada y fraternidad. Roguemos al Señor.
— Por nosotros, para que con nuestra convivencia fraterna seamos en nuestro entorno testigos de la verdadera paz y justicia que nos trae el Evangelio y que sólo Cristo nos puede dar. Roguemos al Señor.
Concédenos, oh, Dios, que en todos los pueblos de la tierra se instaure el reino de justicia y de paz de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Señor,
que el sacrificio salvador de tu Hijo, Rey pacífico,
ofrecido bajo estos signos sacramentales
que significan la paz y la unidad,
sirva para fortalecer la concordia entre todos tus hijos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Mt 5, 9
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
O bien: Cf. Jn 14, 27
La paz os dejo, mi paz os doy, dice el Señor.
Oración después de la comunión
Concédenos, Señor,
tu espíritu de caridad
para que, alimentados con el Cuerpo y Sangre de tu Unigénito,
fomentemos con eficacia
la paz entre todos que él mismo dejó.
Por Jesucristo, nuestro Señor.