A primeros de Agosto falleció en accidente laboral una persona. Demasiados accidentes laborales en nuestra provincia en lo que va del año. Y ya son demasiados años con cadáveres en la obra, en la fábrica, en el campo (sabemos que “muertos” queda más pío, aséptico y elegante, pero también menos certero, solidario y samaritano).
Hemos visto, y vemos, cómo los representantes de los trabajadores claman ante el muro pétreo y sordo de las instituciones del Estado y de las organizaciones empresariales la aplicación y supervisión de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Y los funcionarios que representan al Estado y empresarios no devuelven el eco de sus reclamos.
Hemos visto, y vemos, cómo asociaciones civiles y creyentes imparten y difunden formación para formar conciencia solidaria, social y samaritana en el barrio y en las parroquias. Y su voz no tiene eco en las comunidades, en la ciudad, en el campo.
No hemos visto, y no queremos verlo, que mañana el cadáver podemos ser uno de nosotros.
Y, ¿qué podemos hacer?
Comentar entre nuestros amigos y conocidos que se pueden evitar estas muertes.
Dialogar en nuestros trabajos la necesidad de los inspectores, bien del Estado, bien de la empresa.
Exigir en nuestros ambientes políticos y empresariales que se aplique la ley. Y al Estado más inspectores.
Desde el equipo del Departamento de Pastoral Obrera de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara trabajamos, y deseamos no ser los únicos en luchar, por la dignidad del trabajador para tener y vivir en una sociedad justa y decente.
Desde nuestro ser cristiano defendemos la vida y queremos transmitir nuestra cercanía desde la fe y el ofrecimiento solidario para lo que nos necesiten las víctimas y sus familias.
Departamento de Pastoral Obrera de la Delegación de Apostolado Seglar de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara