Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo, que aglutina a las diócesis de Castilla-La Mancha, Francisco Cerro, arzobispo de Toledo, Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara, José María Yanguas, obispo de Cuenca, Gerardo Melgar, obispo de Ciudad Real y Ángel Fernández, obispo de Albacete, han escrito una Carta Pastoral con motivo de la pandemia del Covid-19. Comienza refiriendo una cita bíblica: “Yo estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20), que evoca la celebración solemne de la Ascensión que celebramos en estos días.
La carta consta de seis capítulos y con ella, los obispos, pretenden dar aliento a los cristianos de las distintas diócesis, en estos momentos difíciles, mostrar su cercanía con los que más sufren y ofrecer una palabra de confianza invitando a sus fieles a dejarse iluminar por Cristo.
En el primer capítulo constatan que “el mal, el dolor y el sufrimiento se han hecho presentes en nuestras vidas” y que, precisamente por eso, las personas han sentido miedo y, algunos, mucho dolor por una “herida profunda y difícil de curar”. A continuación, los obispos agradecen el trabajo de “tantas personas que nos ayudan a sobrellevar nuestro dolor con esperanza”, reconociendo la entrega de los sacerdotes, que en este tiempo han sido “testigos de fe y esperanza” haciendo presente ese mensaje mediante los medios de comunicación, agradeciendo a todos los religiosos y religiosas su entrega y vocación y valorando el trabajo del personal sanitario y la dedicación de Cáritas y de todos los voluntarios que en este tiempo han trabajado a favor de los más necesitados.
Los obispos reconocen el daño que este virus minúsculo ha hecho a las personas y a nuestra sociedad, puesto que “nos ha hecho tomar conciencia de nuestra vulnerabilidad”, ante las aparentes seguridades que a veces arrinconan a Dios. También elevan su oración “por los fallecidos en soledad, sin la oportunidad de recibir la manifestación del amor de sus familiares y el consuelo de su compañía en los últimos momentos” de su vida.
En la misiva se pone en valor la bondad de muchas personas que, aparentemente, pasaban desapercibidas y ahora se han convertido en “los santos de la casa de al lado” y se invita a recuperar el ánimo y la confianza, puesto que, aunque lentamente, esta situación será superada y todo volverá, poco a poco, a la normalidad. En ese momento tendremos que servir los unos de apoyo de los otros “para recuperar la ilusión y la esperanza”.
Finalmente, los prelados exhortan a todos a vivir una fe más “comprometida y solidaria”, puesto que las consecuencias económicas de la pandemia van a ser muy graves, y se comprometen a canalizar la caridad cristiana mediante Cáritas, en colaboración con las distintas administraciones públicas.