La soledad por la libertad, es una frase que me repetían mucho las feligresas de mis primeras parroquias: “usted, está solo, pero es libre.”
Desde el comienzo del confinamiento, en casa la rutina de siempre: levantarse a las seis, oración diaria, misa ante el altar de la Esperanza que hay en el despacho, una hora de spinning, desayuno, estudio, atención a mis labores, llamadas de teléfono a los parroquianos… El día 20 de marzo llamé al médico de cabecera para reponer los medicamentos de la alergia y poder salir a por ellos a la farmacia.
- ¿Qué tal esta nuestro párroco?
- Pues bien, doctora, la alergia este año ha venido pronto: me siento cansado, con mucho moco, no tengo ganas ni de comer, además he perdido el olfato y el sabor de las comidas, ayer no pude hacer deporte pues me fatigaba y a los cinco minutos me bajé de la bici y al sofá a descansar.
-D. Raúl… ¡acaba usted de describir los síntomas del Coronavirus! Se queda en casa 14 días encerrado sin que nadie, ni nada, entre ni salga de su casa. Si necesita algo urgente o se siente mal nos llama al centro. Bajo ningún concepto salga de casa. ¿Dónde ha ido en estos días, ha salido? Sí, a celebrar la misa a las Monjas Clarisas y a presidir algún doloroso y triste entierro, en este desierto de vida.
La tarde de ese día, subió la fiebre y así sucedió también los cinco días siguientes. A partir de ahí, ni ganas de levantarme para ir al baño, ni siquiera quería descolgar el móvil a mi familia para hacer la videollamada de rigor…
Tres momentos eran sagrados en mi vida en esos días, hasta que pude, después de un mes, subirme una hora a la bicicleta de spinning: la misa en casa por los enfermos y difuntos, un “vermucito” español en la terraza al sol y 45 minutos de música que ponía desde el balcón de mi casa, para alegrar a los seis vecinos, la mayoría ancianos, de nuestro poco concurrido barrio, que concluían cantando unidos el himno a Molina de Aragón.
En esos días entre otras muchas cosas aprendí que nadie estaba solo, y que ya no éramos tan libres.
#SomosIglesia24Siete #quedan9
Raúl Pérez Sanz
Sacerdote
Molina de Aragón
Guadalajara