Mons. Atilano Rodríguez ha firmado un decreto, con fecha de 16 de febrero, en que dirige a los fieles diocesanos dos normas y varias orientaciones para Cuaresma y Semana Santa. Por la primera norma, y teniendo en cuenta la situación sanitaria, suprime las procesiones y actos en la vía pública en todo el territorio diocesano. Y en la segunda, considerando la religiosidad de esta etapa litúrgica, establece que los templos permanezcan abiertos el mayor tiempo posible, sobre todo en los días principales. El documento se extiende con exhortaciones que reiteran, por un lado, prudencia y observación de las normas sanitarias en las celebraciones religiosas. Y por otro animan a sacerdotes, cofrades y familias a cuidar la vivencia religiosa tanto en los templos como en los hogares y en los ámbitos cofrades. Esta misma orientación inspira la carta semanal que publica El Eco este domingo con el título ‘El tiempo cuaresmal’.
Los cuarenta días que constituyen la Cuaresma discurren este año entre el 17 de febrero, Miércoles de Ceniza, y el 1 de abril, Jueves Santo. Es período de religiosidad intensa en celebraciones y en comportamientos evangélicos con objeto de preparar bien la celebración de la Pascua. Por ello se practican con mayor intensidad la penitencia del ayuno, la limosna y la oración, como escribe en su mensaje cuaresmal el papa Francisco: «El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante».
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