El acompañamiento educativo a los menores y jóvenes que viven en hogares vulnerables y en situación de exclusión social es uno de los ejes prioritarios del trabajo desarrollado por Cáritas en el ámbito de la infancia, la adolescencia y la familia. A causa de la Covid-19, esta labor se enfrenta a los retos añadidos por una crisis que está sometiendo a una enorme presión a los sistemas educativos y, especialmente, al alumnado y al personal docente.
Este es el motivo por el que la celebración del 24 de enero, del Día Internacional de la Educación - una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para concienciar a todo el planeta de la importancia de la educación para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, concretamente el Objetivo 4 establece una Educación de Calidad - Cáritas quiere alertar sobre la desigualdad educativa que afecta a la infancia y la adolescencia más vulnerables.
La ausencia de una educación de calidad está en el origen de muchas desigualdades y, sobre todo, de la falta de oportunidades y de la pobreza. El valor imprescindible de la educación, que actúa generación tras generación como factor de transmisión de las situaciones de vulnerabilidad y exclusión social, hace que las posibilidades de estar en riesgo de pobreza disminuyan a medida que aumenta el nivel educativo de padres y madres.
Por todo ello, Cáritas propone este decálogo de medidas para una educación inclusiva y de calidad que rompa con las desigualdades educativas.
1. Dotación a los centros educativos y a los hogares con soluciones tecnológicas que trasladen la escuela a toda la sociedad.
2. Metodologías educativas alternativas que promuevan los aprendizajes a lo largo de toda la vida, adaptando los conocimientos a los estudiantes y centrándose no solo en los contenidos curriculares, sino también aprendizajes humanistas, como la activación de un pensamiento crítico o el desarrollo de habilidades sociales, valores y capacidades, tales como el esfuerzo.
3. Medidas contra el fracaso y absentismo educativo para reducir el abandono escolar.
4. Escolarización de calidad de 0-3 años.
5. Participación de los niños, niñas y adolescentes en sus propios procesos educativos.
6. Impulsar el empleo y conciliación familiar con propuestas que pongan el foco en los menores de edad y no únicamente en la necesidad laboral de los adultos.
7. Gratuidad real y efectiva en la educación obligatoria, reforzando el sistema de becas al alumnado.
8. Detección temprana de dificultades con estrategias de prevención y seguimiento individualizado. Ese objetivo se vería facilitado si las ratios por clase fueran menores.
9. Formación del profesorado y otros profesionales especializados de apoyo.
10. Acceso a actividades extraescolares gratuitas.