En una carta con fecha de 4 de octubre, don Atilano se dirige a todo el Pueblo de Dios, a todos los diocesanos, fieles, religiosos y laicos, comentando la actual situación pandémica, las normas sanitarias que la rigen y las variaciones que todo ello abre a la actividad pastoral de las parroquias, de los movimientos y del resto de comunidades diocesanas. En la primera parte recuerda las medidas que hay que seguir observando y los comportamientos que se recomiendan por sensatez y prudencia. Tras ello, invita a reactivar la pastoral en todas sus dimensiones y a participar en las actividades de formación y en las celebraciones sinodales. Además, anima a “reavivar la vida parroquial” con la reactivación de los encuentros de vida cristiana, las catequesis, la lectura creyente y demás acciones habituales de signo caritativo o evangelizador.