El tiempo de Cuaresma que hemos vivido este año ha estado marcado por la guerra en Ucrania, además de la situación de pandemia que llevamos arrastrando desde el 2020 en nuestras vidas. Para todos nosotros está siendo un tiempo de vivencias, relatos y testimonios con un antes y un después que nos ofrece claves de espiritualidad para convertirnos a la vida y a lo humano, a lo natural y a lo fraterno.
Somos criaturas y no vamos a dejar de serlo. No vale vivir de prisa, aprendamos a vivir con profundidad cada momento, cada día, cada relación, porque esa será nuestra huella definitiva. Somos como la hierba del campo que hoy es y mañana no es.
El interior de lo humano. La seguridad de lo humano no está en lo externo, ni en el éxito, sino en la interioridad de cada persona, en su alma, y desde ahí en la capacidad de amar y ser amado. Todos estamos interconectados y llamados a tejer redes
Ser felices. La felicidad es una tarea interior y debe ser trabajada cada día. El hombre feliz es el que se da y se entrega en el deseo de facilitar la vida a los demás. La generosidad es la clave de lo humano.
Nuestros límites. No merece la pena tener que esforzarse y luchar por parecer fuertes siempre en la vida. Todos somos débiles, todos necesitamos de todos, la fuerza no está en el yo o en el tú, sino en el “nosotros”, gastemos nuestra vida en construir un nosotros lo más grande posible. No estamos llamados a ser perfectos sino es desde la compasión y el cuidado de todos y de nuestra casa común.
Lo mejor, la bondad. La salvación no está en ser el mejor, el más grande, el más exitoso, sino ser lo mejor que yo puedo ser, tener mi propia identidad, mi mejor imagen desde mi interior. Hay un yo en mi interior que lo voy redescubriendo en cada circunstancia que me toca vivir. Los demás necesitan lo mejor de mí.
Utopía y esperanza. Que nuestra sociedad no frustre y sepa llenar de ideales y de esperanza a los niños y jóvenes de hoy. ¿Qué mundo dejaremos a nuestros hijos y qué hijos le dejaremos a nuestro mundo? Soñemos una resurrección de fraternidad universal.
El Crucificado ha resucitado, Aleluya¡¡¡¡
Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara
