Desde hace siglos, el 10 de julio se celebra san Cristóbal en numerosos lugares y con gran devoción como protector de viajeros, pese a no figurar en el calendario litúrgico actual. Secularmente se le tenía como protector de caminantes de montañas y ríos, pero desde mitad del siglo pasado se ha impuesto su patronazgo de transportistas, camioneros y automovilistas en general. Por tal variación se asocia a la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico del primer domingo de julio. Y esa misma consideración domina en las hermandades de san Cristóbal, que suelen ser las principales animadoras de la fiesta considerada patronal.
Así, ellas animan las misas con procesión y con bendición de vehículos en localidades como Torija, Alovera, Yebra, Yunquera, Cifuentes y otras. En Orea se organiza fiesta especial, de arraigada tradición, en que los lugareños acostumbran a tener la misa en el cerro de San Cristóbal, el punto más elevado de todo el Alto Tajo con 1.862 metros. Sin tener rango patronal, en Torija y en Yebra la fiesta se ha extendido a todo el fin semana con un programa que hasta incluye festejos taurinos. Y en varios lugares se mantiene la costumbre de repartir rosquillas, limonada y otras viandas. Con todo, la celebración más sonora de san Cristóbal como patrono de transportistas, camioneros y automovilistas puede que sea la de Guadalajara, que se hace en San Ginés con gran asistencia de fieles, sobre todo conductores. Los actos de este año son la procesión con la imagen del santo acompañada de conductores y automóviles, a las 10:30 horas. Y a las 12:30, la misa de la fiesta, completada con la bendición de vehículos.
Cabe añadir que Canales de Molina y Mojares tienen la iglesia parroquial dedicada a san Cristóbal. Y que en la catedral de Sigüenza se contemplan dos imágenes de san Cristóbal, además de tener una campana menor con tal dedicación y nombre, con fecha de fundición de 1698, colocada en la torre sur.
Por último, el santoral recuerda que el santo fue mártir en Asia Menor el siglo III. También es muy conocida la leyenda, asociada al nombre propio, que relata que hubo de llevar sobre sus hombros a Jesús niño para atravesar un río, hecho que le da el nombre de Christophorus o portador de Cristo. A ello se debe la abundantísima iconografía cristiana, que se hace eco de la anécdota figurándole como un hombretón alto y poderoso que lleva un niño sobre sus hombros y se apoya en un bastón nudoso coronado a modo de palmera.
