Hace más de cuatro décadas que en el barrio del Balconcillo de Guadalajara, entonces naciente, fue erigida la parroquia de San Juan de Ávila. En la actualidad, es una de las más pobladas de la diócesis con más de ocho mil habitantes. El templo es muy espacioso, con dos capillas, y dispone, además, de salones parroquiales y de viviendas. Pero no había campanario.
Gracias a la iniciativa de los párrocos y del donativo de un feligrés, la parroquia cuenta también con un hermoso y simbólico campanario exento, en la entrada al conjunto del complejo parroquial. De arriba abajo, el campanario consta de una cruz, de dos campanas (puestas bajo los nombres de Santa María Madre de la Iglesia y de Jesús Salvador y que simbolizan, además, la doble naturaleza Cristo Dios y hombre), un bloque con los anagramas de los cuatro evangelistas, separados por la cruz, y un bloque inferior en rojo con un crismón y un pez, símbolos de los orígenes del cristianismo y recordatorio de que la sangre de los mártires cristianos es semilla de vida cristiana. Además, dos grandes y pesadas muelas de un antiguo molino, se sitúan a los pies del campanario para expresar el esfuerzo y el trabajo de la vida humana, que se eleva y transfigura con el cristianismo, expresado en el contiguo campanario. Remata el conjunto una gran cruz pintada en rojo sobre el suelo del patio de la entrada a la parroquia, rodeada de pavimento amarillo, que evoca el desierto de la vida, y de árboles y rosales, como brotes de vida, y signos de la vocación cristiana.
El diseño del campanario ha sido realizado por el arquitecto Luis Montalvo de la Blanca y la obra ha sido ejecutada por la Empresa Guillermo Alguacil SL.