Comienza en la tarde del Jueves Santo con la celebración de la «Misa vespertina de la Cena del Señor» y se extiende hasta las vísperas del Domingo de Resurrección.

Los días del Triduo muestran facetas –momentos– de una misma y única Pascua de Cristo. Sin embargo, los distintos avatares por los que ha pasado el año litúrgico y la necesaria pedagogía de la liturgia han desplegado su riqueza en el espacio de tres días y han desarrollado una contenida «dramatización ritual» que ayuda a visualizar los misterios centrales de la fe cristiana y a reproducir los necesarios sentimientos de adhesión al misterio que se celebra.

 

Aquella misma memorable Cena

En la tarde del Jueves Santo se presentan tres secuencias que, aunque distantes en el tiempo, están condensadas en la última cena del Señor con sus apóstoles. El rito de la cena pascual hebrea era memorial (recuerdo actual y actualizante) de la salvación obrada por Dios en el éxodo. Aquella cena era un anuncio –«tipo»– de la nueva instituida por Cristo precisamente en el contexto celebrativo de la antigua. Sin embargo, el episodio del cenáculo no queda cerrado en sí mismo o en referencia a un pasado salvador; se proyecta al futuro pues allí el Señor anticipa ritualmente los sucesos del Calvario. Desde esta manera, el mismo Cristo que entrega su cuerpo sacrificado por la salvación del mundo, entrega a la Iglesia la prolongación en el tiempo de este sacrificio «hasta que vuelva».

El lavatorio de los pies, históricamente no siempre realizado dentro de la Misa y a los fieles laicos, reproduce, a su modo, la misma dinámica de entrega de Jesús en la cruz: «dramatiza» su absoluto abajamiento y recuerda su «mandatum» de amor fraterno. Hay que hacer notar que, en otras liturgias, este rito tiene sentido bautismal pues representa la purificación con el agua del nuevo nacimiento.

La reserva y adoración del Santísimo ha de ser concebida especialmente desde la perspectiva sacrificial de la Eucaristía. Quien está en el sagrario es quien se entregó en la cruz y quien sigue haciéndolo en cada celebración. Por eso, en los tiempos de oración posteriores, se recomienda la meditación de los capítulos 13-17 de San Juan.

 

La muerte victoriosa del Señor

La entrega de Cristo a la voluntad del Padre que cumplió en toda su vida llega a su máxima expresión en la cruz alcanzando la vida nueva para todos; esto es lo que se conmemora con la impresionante «Celebración de la Pasión del Señor» cargada de emoción contenida en la tarde del Viernes Santo. Todos los ritos de este día han de ser contemplados desde la cruz y la pasión: pasión proclamada (las lecturas de la palabra de Dios que llegan a su culmen en la pasión según San Juan), pasión invocada (la solemne oración universal que manifiesta la universalidad de la salvación), pasión adorada (adoración de la Santa Cruz), pasión comulgada (Sagrada Comunión con el Cuerpo del Señor consagrado el Jueves Santo). Es el día de la cruz por excelencia; ella es el leño nuevo que, en contraposición a aquel del paraíso, es causa de salvación y derrota del mal, de modo que «donde tuvo origen la muerte, de allí resurgiera la vida, y el que venció en un árbol, fuera en un árbol vencido». Los cantos que señala el Misal ofrecen una maravillosa meditación exaltando el signo e instrumento de la salvación y la pregunta desgarrada y sin respuesta que Cristo dirige a los hombres desde la cruz: «¡Pueblo mío! ¿Qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme».

 

Un gran silencio envuelve la tierra

El Sábado Santo es la celebración del tiempo detenido, del silencio y de la espera. Es el día en que la Iglesia entera contiene la respiración ante la contemplación de Cristo depositado en el sepulcro. Este silencio es roto únicamente por la celebración de la Liturgia de las Horas que muestra progresivamente el dolor de la Iglesia, el descanso del Señor, su descenso al lugar de los muertos y la espera de la victoria.

Triunfante se levanta

La celebración anual de la Pascua comienza con la «Vigilia Pascual» una vez que ha llegado la noche; no se trata del último acto del Sábado Santo, sino que es ya la celebración del Domingo de Pascua. La Iglesia entera se reúne en oración prolongada durante la noche en la espera de la resurrección del Señor, de ahí el carácter vigiliar por el que se distingue esta celebración. Su riqueza lírica, simbólica, ritual, oracional y sacramental trata de mostrar y celebrar desde las más variadas perspectivas el gran misterio de la Resurrección de Cristo presente en la vida de los hombres: la luz que vence las tinieblas de la muerte (lucernario), la unidad de toda la historia salvífica en Cristo y su misterio pascual (extensa liturgia de la palabra), la pascua del cristiano por medio del bautismo y la confirmación (liturgia bautismal) y, finalmente, la celebración de la Eucaristía, momento culminante de la Vigilia, sacramento pascual por excelencia, memorial de la muerte y resurrección del Señor, plenitud de la Iniciación Cristiana, anticipo de la Pascua eterna. La Misa del día de Pascua es continuación y prolongación diurna de los contenidos festejados en la gran noche. El Triduo Pascual y la Semana Santa están llegando su fin, se abre ahora un precioso espacio para meditar sobre la Pascua de Cristo y la Pascua de la Iglesia.

 

Luis García Gutiérrez

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"SAETAS A LAS SEMANAS SANTAS DE ESPAÑA", de Juan Pablo Mañueco y María Victoria Fernández. Prólogo especial sobre la Semana Santa de Guadalajara, escrito por el etnólogo alcarreño José Ramón López de los Mozos.

15 saetas a todos los desfiles porcesionales de la ciudad de Guadalajara y una o más saetas -cantos poéticos de las distintas formas de celebrar la Semana Santa- a cada región o comunidad autónoma española.

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Saetas a las Semanas Santas de España: Saetas a todas las regiones españolas (Religión y Cultura nº 2)

Los principales cultos del triduo pascual en la catedral de Sigüenza se ajustan a los siguientes horarios: misa de la Cena del Señor en el Jueves Santo, a las 19:00 horas; oficios de Viernes Santo, a las 19:00 horas; vigilia pascual, a las 19:00 horas; y misa del domingo de Pascua, presidida por el obispo, a las 12:00 horas.

 

 

 

 

Y en la concatedral de Guadalajara, transmitidas en directo por Guadalajara Media, las ceremonias se ajustarán al horario siguiente: la misa del Jueves Santo, a las 18:30 horas; los santos oficios del Viernes Santo, a las 17:30 horas; la vigilia pascual, a las 21:00 horas; y misa del domingo de Pascua, a las 12.00 horas, presidida por el vicario general y párroco de Santa María de Guadalajara.

En la situación de pandemia que impide las estaciones de penitencia y las procesiones, los equipos directivos de hermandades y cofradías animan a vivir los actos parroquiales de Semana Santa y algunos propios de cada cofradía, siempre según sea posible la participación. También invitan a poner balconeras y a usar mascarillas y medallas de cada cofradía. Además, a través de los boletines habituales de estas fechas, las páginas digitales y las redes sociales lanzan estímulos e información sobre los actos más propios de cada hermandad y sobre los horarios parroquiales. En esta misma línea y espíritu fueron unas palabras de José González Vegas, presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías en la presentación del pregón de Semana Santa.

En Guadalajara, por citar algunos casos, la Hermandad del Stmo. Cristo del Amor y de la Paz recuerda el sermón de las Siete Palabras a las 11.30 del Viernes Santo en San Ginés. Las de la parroquia de Santiago Apóstol invitan al Vía Crucis del miércoles, a la oración y vela del Viernes Santo, así como al inmediato sermón de Soledad, y, además, al Vía Matris del sábado por la mañana. En Santa María, las cofradías del Cristo Yacente y de Ntra. Sra. de los Dolores animan a participar en ratos de vela y oración del Viernes Santo y en el Vía Matris del sábado a las 11.00 horas. Y las de San Nicolás hacen lo propio con los actos parroquiales y aquellos otros propios de cada cofradía.

"/Ángel Moreno, vicario episcopal para la Vida Consagrada de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara y capellán del monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal, así como párroco de diversas parroquias del Alto Tajo, ha sido el encargado de pronunciar el pregón con el que dan comienzo los actos de la Semana Santa de Guadalajara.

Tras el saludo del presidente de la Junta de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, José González Vegas, el sacerdote trillano, que ya debía haber sido pregonero el pasado año, ha hecho un recorrido evangélico y espiritual de la subida de Jesús a Jerusalén, sin olvidar a todos los afectados por esta pandemia que estamos viviendo a causa del Covid-19.

En el pregón han participado autoridades civiles y eclesiásticas, representantes de las cofradías de la ciudad y el público que el aforo vigente ha permitido. A continuación, se ha podido disfrutar de una breve actuación musical, con melodías procesionales, a cargo de la Asociación Musical Sinfónica de Guadalajara.

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