Hoy celebramos como cada 19 de marzo a San José y con ello al patrón del Seminario. Otros años también celebrábamos para esta fecha el Día del Seminario pero debido a la situación que vive nuestro país y el mundo entero se ha visto aplaza para el 3 de mayo, fiesta del Buen Pastor, y que esperemos podamos celebrar con gran alegría. Pese a esta situación nosotros hoy seguimos celebrando, como se merece nuestro Patrón, su fiesta.

Una de las cosas más llamativas de estos momentos que vivimos es el gran silencio que hay en las calles. Esto nos recuerda en el día de hoy al gran silencio de San José y nos invita a vivir este silencio, a vivir esta situación, desde la confianza en Dios. Como nos dice San Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica Redemptoris custos,  es un silencio que descubre de modo especial el perfil interior de esta figura. Un silencio por tanto que le hace estar a San José completamente unido al Hijo, unido de modo contemplativo y de modo activo, unido por el amor paterno que tiene San José a Jesús y por ese amor filial de Cristo a nuestro Patrón. ¿No será hoy momento de unirnos en el silencio a Cristo? ¿No será momento para descubrir que es lo que Jesús me pide y a que vocación me llama?

En nuestro día a día apenas tenemos momento de silencio, momento de parar y pensar qué quiere Dios para cada uno de nosotros, aprovechemos este momento. Los seminaristas, como cada uno de los que leéis estas palabras, nos encontramos en casa, nosotros también “nos quedamos en casa”, pero con una peculiaridad y es que en estos momentos nuestra casa es el Seminario. Estamos en Madrid en el Seminario Conciliar de esta diócesis que nos acoge, pero muy unidos a nuestra Diócesis de Sigüenza – Guadalajara, unidos a nuestro pastor D. Atilano y hoy más si cabe unidos a todas las personas que rezan por las vocaciones y por nosotros. ¡Gracias!

Por terminar estas palabras, se nos dice que siempre hay que descubrir a Dios en todas las cosas, y así es. Os invitamos a que descubráis en esta situación a Dios y que la aprovechemos. Ofrezcamos nuestras cuarentenas, nuestras tristezas, nuestros agobios por los enfermos, por los pobres y los que se encuentran solos. Pero hoy especialmente os pedimos que ofrezcamos esta situación que vivimos por las vocaciones sacerdotales a nuestra Iglesia Diocesana. Ojalá Dios mande trabajadores a su mies.

¡Feliz día de San José!

 

 

 

Formadores y seminaristas de Sigüenza-Guadalajara

 

En los primeros días de la crisis sanitaria y ante la declaración del estado de alarma, el obispo diocesano, monseñor Atilano Rodríguez, ha dirigido a los fieles diocesanos dos cartas centradas en la inédita situación sanitaria y social. A las pocas horas de anunciarse el estado de alarma, y junto con el primer decreto diocesano al respecto, publicó la primera en el portal digital de la Diócesis y la envió por medios electrónicos a párrocos y comunidades. Con el título ‘Sólo Dios es omnipotente’, en ella hacía una llamada a la solidaridad y a la colaboración requerida por las autoridades. Y al tiempo que reflexionaba sobre la fragilidad humana, ofrecía pistas sobre la vivencia cristiana de esta situación.

El segundo mensaje lo ha titulado ‘Coronavirus’ y, como todas sus cartas semanales, se distribuirá en los próximos días por toda la diócesis y medios de comunicación. Partiendo de la pregunta “¿Qué podemos hacer nosotros en esta inesperada realidad?”, alude a los comportamientos obligados según las normas sanitarias para evitar contagios; solicita una mirada solidaria hacia las personas que puedan necesitar ayuda por vejez o enfermedad; y anima a dar sentido religioso a esta situación y a rezar, sobre todo por los enfermos y sus familiares, así como por los sanitarios.

El estado de alarma ha motivado un decreto por el que monseñor Atilano Rodríguez establece la suspensión de la misa pública en todos los templos de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Consecuentemente, también se suprimen las celebraciones sacramentales (bautizos, matrimonios, confirmaciones y confesiones comunitarias) y otros actos públicos de piedad.

En coherencia, las exequias se reducen a un acto religioso en el cementerio o en el tanatorio, sin misa. La celebración eucarística se mantiene, con las debidas medidas sanitarias, en conventos y comunidades religiosas.

Al mismo tiempo, algunos templos pueden abrirse, con horario estudiado y observando las normas establecidas, para que los fieles puedan orar ante el Santísimo, siguiendo indicaciones del Papa Francisco.

Don Atilano pide a los sacerdotes que celebran a diario la misa en privado o con alguna persona asistente, rezando por los fallecidos, por los enfermos y por la superación de la crisis sanitaria. Y anima a todos los fieles a seguir la misa por los medios de comunicación, a mantener la oración personal y al rezo en familia.

Dos días antes de este decreto, fechado el 15 de marzo, el obispo había firmado otro dispensando a los diocesanos “del precepto dominical mientras dure la actual emergencia sanitaria”. Y el jueves 12, tras las primeras indicaciones sanitarias, los obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo (Toledo, Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Sigüenza-Guadalajara), emitieron “una nota conjunta con algunas medidas a tomar de inmediato en las distintas comunidades de las cinco diócesis, destinadas a combatir la expansión del coronavirus”.

 

La situación de confinamiento y suspensión de actos religiosos públicos ha dado pie a ofrecer sugerencias favorecedoras de las prácticas religiosas en y desde casa, además de comportamientos fraternos y de ayuda. Así lo ha pedido el Papa Francisco, así lo secunda la Conferencia Episcopal Española y así hay párrocos que están difundiendo actividades y oraciones para el tiempo de crisis sanitaria; sobre todo referidas a la eucaristía dominical y las preces por superar la situación.

Como servicio ofrecido a toda la diócesis, destacada es la transmisión de la misa mediante el canal de YouTube desde la concatedral de Santa María. Se ofrecen en directo las celebraciones diarias a las 19.00 horas y la eucaristía dominical a las 12.00 y a las 19.00 horas; también el rezo del rosario a las 12.00 de lunes a sábado. Otras parroquias, como la de San Juan de Ávila, informan de emisoras por que pueden seguirse las misas, además de ofrecer a los feligreses vías de comunicación para posibles ayudas o acompañamientos, que se anuncian mediante la pegatina ’La parroquia te acompaña’ y llamadas telefónicas a muchos fieles. Otra fórmula es la de oraciones a través de las redes sociales, como ha hecho el párroco de Barbatona, Jesús de las Heras, con una oración ante la imagen de la Virgen de la Salud. 

Se accede a las retransmisiones desde la concatedral de Santa María por el enlace https://www.youtube.com/channel/UCgavYLKJHRFaIRBweBoRq_A.

Ante la imposibilidad de participar en la celebración eucarística es posible para cualquier cristiano individualmente o en familia celebrar la Liturgia de las Horas, sobre todo los Laudes y las Vísperas.

 

A las invocaciones de Laudes o a las intercesiones de Vísperas es posible añadir una oración especial de entre las que se sugieren en este subsidio:

 

INVOCACIONES PARA LOS LAUDES DE LA MAÑANA

 

Jesús, médico de los cuerpos y de las almas, cura las heridas profundas de nuestra humanidad,

- para que podamos gozar plenamente de los dones de tu redención.

 

Haz que nuestros hermanos enfermos se sientan partícipes de tu pasión,

- y de ella obtengan la gracia y el consuelo.

 

Te ofrecemos, Señor Jesús, las acciones de este día y de este tiempo,

- prometemos servirte siempre con un corazón puro y leal.

 

Dirige tu mirada de bondad sobre los enfermos y los que sufren, que has asociado a tu cruz,

- para que sientan en consuelo de tu presencia.

 

INTERCESIONES PARA LAS VÍSPERAS

 

Esta oración se incluye como penúltima, antes de la de los difuntos.

 

Tú, que has tenido compasión por todos los sufrimientos humanos, reanima la esperanza de los enfermos y dales serenidad y salud,

- pero haznos también a nosotros solícitos para aliviar sus sufrimientos.

 

Enséñanos a llevar nuestra cruz unidos a tus sufrimientos,

- para que se manifieste en nosotros la luz de tu gloria.

 

Haz que en medio de las luchas y las pruebas de la vida nos sintamos partícipes de tu pasión,

- para experimentar en nosotros la fuerza de tu redención.

 

Cristo, que en la Eucaristía nos das la medicina de la inmortalidad y la prenda de la resurrección,

- concede la salud a los enfermos y el perdón a los pecadores.

 

 

 

ORAR CON LOS SALMOS

 

Salmo 33 (32). Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme

 

Aclamad, justos, al Señor,

que merece la alabanza de los buenos. 

Dad gracias al Señor con la cítara,

tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; 

 

cantadle un cántico nuevo,

acompañando los vítores con bordones. 

Que la palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales; 

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra. 

 

La palabra del Señor hizo el cielo;

el aliento de su boca, sus ejércitos; 

encierra en un odre las aguas marinas,

mete en un depósito el océano. 

 

Tema al Señor la tierra entera,

tiemblen ante él los habitantes del orbe: 

porque él lo dijo, y existió;

él lo mandó y todo fue creado.

 

El Señor deshace los planes de las naciones,

frustra los proyectos de los pueblos; 

pero el plan del Señor subsiste por siempre;

los proyectos de su corazón, de edad en edad.

 

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad. 

 

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres.

Desde su morada observa

a todos los habitantes de la tierra: 

 

él modeló cada corazón,

y comprende todas sus acciones.

No vence el rey por su gran ejército,

no escapa el soldado por su mucha fuerza; 

nada valen sus caballos para la victoria,

ni por su gran ejército se salvan. 

 

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esperan su misericordia, 

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre.

 

Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo; 

con él se alegra nuestro corazón,

en su santo nombre confiamos. 

 

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

 

 

Salmo 34 (32). EL Señor salva a los abatidos.

 

Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca; 

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren. 

 

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre. 

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias.

 

Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará. 

El afligido invocó al Señor,

él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. 

 

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen

y los protege. 

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él. 

 

Todos sus santos, temed al Señor,

porque nada les falta a los que lo temen; 

 

los ricos empobrecen y pasan hambre,

los que buscan al Señor no carecen de nada. 

Venid, hijos, escuchadme:

os instruiré en el temor del Señor. 

 

¿Hay alguien que ame la vida

y desee días de prosperidad?

Guarda tu lengua del mal,

tus labios de la falsedad; 

 

apártate del mal, obra el bien,

busca la paz y corre tras ella. 

Los ojos del Señor miran a los justos,

sus oídos escuchan sus gritos; 

 

pero el Señor se enfrenta con los malhechores,

para borrar de la tierra su memoria

Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra de sus angustias; 

 

el Señor está cerca de los atribulados,

salva a los abatidos.

 

Aunque el justo sufra muchos males,

de todos lo libra el Señor; 

 

él cuida de todos sus huesos,

y ni uno solo se quebrará. 

La maldad da muerte al malvado,

los que odian al justo serán castigados.

 

El Señor redime a sus siervos,

no será castigado quien se acoge a él.

 

 

Salmo 85 (84). EL Señor salva a los abatidos.

 

Señor, has sido bueno con tu tierra,

has restaurado la suerte de Jacob, 

has perdonado la culpa de tu pueblo,

has sepultado todos sus pecados,

 

has reprimido tu cólera,

has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios Salvador nuestro;

cesa en tu rencor contra nosotros. 

 

¿Vas a estar siempre enojado,

o a prolongar tu ira de edad en edad? 

 

No vas a devolvernos la vida,

para que tu pueblo se alegre contigo? 

 

Muéstranos, Señor, tu misericordia

y danos tu salvación. 

Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos

y a los que se convierten de corazón». 

 

La salvación está cerca de los que lo temen,

y la gloria habitará en nuestra tierra;

la misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

 

La fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. 

El Señor nos dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto. 

La justicia marchará ante él,

y sus pasos señalarán el camino.

 

 

 

 

INVOCACIONES A CRISTO

 

Se puede sugerir también para la oración personal o en familia las siguientes invocaciones cristológicas de la tercera forma del acto penitencial de la misa inspiradas en el Ritual para la Unción y la pastoral de los enfermos.

 

Tú, que has cargado sobre ti nuestros sufrimientos y has llevado nuestros dolores: Señor, ten piedad.

 

Tú, que en tu bondad hacia todos has pasado haciendo el bien y sanando a los enfermos: Cristo, ten piedad.

 

Tú, que has dicho a tus apóstoles que impongan las manos sobre los enfermos: Señor, ten piedad.

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