Juan José Plaza
(Delegación de Misiones)
Paso a paso nos vamos introduciendo en la espesura del Año de la Misericordia.
El Papa Francisco titulaba la Bula de convocatoria del Año Santo con estas palabras: “Misericordiae vultus”, aludiendo a que Jesucristo es el rostro de la Misericordia del Padre (nº 1).
Tan cercana ya la Cuaresma, creo es importante poner atención a lo que se nos dice respecto a ella en la Bula M.V.: “La cuaresma de este año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la Misericordia de Dios…” (nº 17).
El rostro del Señor no cambia, siempre nos expresa que su Misericordia es eterna. Pero esa Misericordia se hace como más visible en la Cuaresma a la que aplican estas palabras de la Sagrada Escritura: “Este es el día del Señor, este es el tiempo de la misericordia” (Salmo 123).
Sí, acerquémonos a la Misericordia de Dios en este tiempo cuaresmal:
a/ A través de la meditación de la Palabra de Dios, pues, como decimos en un cántico: “ Tu palabra me da vida, confío en Ti , Señor” ( Salmo 18).
b/ A través de la recepción del Sacramento de la confesión, donde se hacen realidad las palabras del profeta: “ Aunque vuestros pecados sean rojos como la escarlata, quedarán más blancos que la nieve”( Isaías 1,18).
c/ Y a través de la adoración asidua del Santísimo Sacramento de la Eucaristía, fuente inagotable de la Misericordia de Dios, que purifica nuestros pecados.
Así como se derrite la escarcha al contacto de los rayos del Sol, de la misma manera desaparecen nuestros pecados ante los rayos de gracia que salen de Jesús Sacramentado, pues, como dice Simeón en el Benedictus, Jesús es el Sol que nace de lo alto (Luc 1, 78).
Recuerdo también haber escuchado un ejemplo muy parecido a éste. Dice así: Lo mismo que cuando nuestras madres tendía al sol las prendas que lavaban , para que las manchas más persistentes desaparecieran con sus rayos, de la misma manera el que se pone delante del Señor en adoración sus rayos de gracia purifican nuestras almas de las manchas de los pecados.
¡Qué hermosa forma de decir que Jesús Sacramentado, rostro de la Misericordia de Dios, derrama su gracia sobre nuestras almas de manera especial cuando nos postramos en adoración ante su presencia!
Esto nos debe llevar a hacer esta reflexión o consideración. ¿Por qué en este Año Santo de la Misericordia no se promueve de manera especial la exposición solemne de Santísimo en las parroquias…, como fuente preciosa de la Misericordia de Dios? (Sabiendo, además, que está establecido que quien haga media hora de adoración ante Santísimo puede conseguir la indulgencia plenaria).
No nos olvidemos tampoco en esta Cuaresma, como cristianos (como otros cristos que somos), de ser el rostro misericordioso de Dios para con nuestros hermanos.