Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

Este domingo 16 de noviembre es la Jornada Mundial de los Pobres, cuyo lema pontificio para 2025, al compás del año jubilar, es «Tú, Señor, eres mi esperanza»

 

 

 

 

 

La cita fue fijada ya hace mueve años. Concluido el Jubileo de la Misericordia, en la carta apostólica «Misericordia et misera», en su punto 21, el Papa Francisco anunció la creación de la Jornada. «A la luz –escribió Francisco- del Jubileo de las personas socialmente excluidas (…), intuí que, como otro signo concreto de este año santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada Mundial de los Pobres. Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, quien se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mateo 25,31-46)».

Y a renglón seguido, el mismo Santo Padre adelantaba sus objetivos: «Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lucas 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social».  Y concluía: «Esta Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mateo 11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia».

Y ahora, el nuevo Papa, León XIV, ha hecho suya la Jornada (es jornada pontificia), confirmando sus objetivos, fechas y principales actividades. Además, ya ha sido León XIV el autor del mensaje papal para la jornada, firmado, como siempre viene aconteciendo desde que se instituyó la iniciativa, el 13 de junio, memoria litúrgica de san Antonio de Padua, patrono de los pobres.

 

 

Actividades de la Jornada

En Roma, el Papa organiza para la jornada una misa y un almuerzo para los pobres y quienes les atienden. Las actividades jubilares pueden verse en la foto que ilustra este artículo. Asimismo, despliega una muy amplia serie de acciones caritativas en favor de ellos: chequeos médicos gratuitos, pagos de alquileres y de electricidad y lotes de alimentos, entre otras iniciativas.

 En nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, a través de la Vicaría Episcopal de Pastoral Social se programan distintas acciones asistenciales, campañas de sensibilización, celebraciones y gestos concretos de caridad y cercanía efectiva y afectiva hacia los pobres. Un ejemplo de ellas, es la convocatoria del XIV Encuentro de Pastoral Social y del Encuentro de la IX Jornada Mundial de los Pobres. Es mañana, sábado 15 de noviembre, en la Casa Nazaret de Guadalajara, entre las 10:30 y las 13:45 horas, presidida por el obispo diocesano.

Además, los días previos a la Jornada, todas las comunidades parroquiales y diocesanas están llamadas a centrar sus actividades pastorales en la atención a las necesidades de los pobres mediante signos concretos.

 

Lemas de la Jornada desde 2017

Son frases bíblicas que ya por sí mismas indican e ilustran el ineludible compromiso cristiano y eclesial en favor de los pobres. En 2017 y en 2018, respectivamente, «No amemos de palabra, sino con obras» (1 Juan 3,18) y «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Salmo 34,7) fueron los lemas.

«La esperanza de los pobres nunca se frustrará» (Salmo 9,19), «Tiende tu mano al pobre» (cf. Sirácida 7,32) y «A los pobres los tendréis siempre con vosotros» (Marcos 14,7) fueron los lemas de 2019, 2020 y 2021, respectivamente.

En 2022, 2023 y 2024, fueron, respectivamente, «Jesucristo se hizo pobre por vosotros» (cf. 2 Corintios 8,9), «No apartes tu rostro del pobre» (Tobías 4,7) y «La oración del pobre sube hasta Dios» (cf. Sirácida 21,5).

Y para este año 2025, dicho queda, «Tú, Señor, eres mi esperanza» (Salmo, 71,5). Este lema se inserta dentro del Año Jubilar 2025, dedicado a la esperanza. Las palabras del salmista elegidas al respecto nos permiten entrever un grito de esperanza que podría salir del corazón humilde y agradecido de un pobre.

 

Modelos e intercesores de servicio a los pobres

Además, cada año, en su mensaje, los papas proponen un modelo concreto de cristiano, normalmente santo, que sobresalió en el ejercicio de la caridad y de su compromiso en favor de los pobres. Así, en 2017 fue san Francisco de Asís; en 2018, santa Teresa de Jesús; en 2019, el sacerdote italiano Primo Mazzolari y Jean Vanier, pensador católico canadiense, laico, fundador de las comunidades del Arca y de Fe y Luz; y en 2020, la Virgen María, presentada como la Madre de los Pobres.

En 2021, fue el padre Damián de Veuster o de Molokai, santo apóstol de los leprosos. Para 2022, fue san Charles de Foucauld, canonizado por Francisco, el 15 de mayo de aquel año.  En 2023, en pleno año jubilar del 150 aniversario de su nacimiento, santa Teresita de Lisieux. En el pasado año 2024, fueron dos los modelos propuestos: santa Teresa de Calcuta (1910-1997) y el francés san Benito José Labre (1748-1783).

Para 2025, León XIV, propone la figura de san Agustín (354-430), quien afirmaba que el pobre no es solo alguien a quien se ayuda, sino la presencia sacramental del Señor. Además, es de San Agustín la siguiente frase citada en el mensaje papal: «Como observa San Agustín, das pan al hambriento, pero sería mejor que nadie sintiese hambre y no tuvieses a nadie a quien dar; vistes al desnudo, pero ¡ojalá todos estuviesen vestidos y no hubiese necesidad de vestir a nadie!».

Y valga también esta otra cita del santo, presente en el mensaje papal: «Sea Dios toda tu presunción: siéntete indigente de Él, y así serás de Él colmado. Todo lo que poseas sin Él, te causará un mayor vacío».

 

Ideas centrales del mensaje papal

En su mensaje, el Papa León subraya la necesidad de la fe, puesto que Dios es nuestro refugio y solo en su amor se encuentra esperanza ante las dificultades y angustias de la vida: «De ahí nace la confianza indefectible de que la esperanza en Él no defrauda En el caso de los pobres, sus vidas están marcadas por la precariedad y la marginación. En lugar de confiar «en las seguridades del poder o del tener», el pobre es víctima de ellas por lo que “su esperanza solo puede reposar en otro lugar”».

En esta línea, León XIV apunta que «la pobreza más grave es no conocer a Dios» y recuerda unas palabras de Francisco en su exhortación apostólica Evangelii gaudium: «La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe».

El mensaje del Santo Padre también está marcado por la importancia de la caridad. León XIV insiste en que la pobreza «tiene causas estructurales que deben ser afrontadas y eliminadas». Sin embargo, mientras ello sucede, «todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas».

Así, esta Jornada es un recordatorio para la Iglesia de que «los pobres están en el centro de toda la acción pastoral». «Los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados, porque cada uno de ellos, con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen, nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio».

 


 

Oración para la Jornada Mundial de los Pobres 2025

«Oh, Dios, Padre de los vivos, Tú eres el Dios de la esperanza. Nuestra roca y nuestra fortaleza, Tú eres nuestro apoyo. En Ti nos refugiamos en medio de las pruebas de la vida. Eres nuestra primera y única esperanza, nuestro compañero de camino. Te necesitamos a Ti, a tu amistad, a tu bendición, a tu Palabra, a la celebración de los Sacramentos para crecer y madurar en la fe. En Ti encontramos nuestro tesoro. Sin Ti, todo lo que tenemos nos vacía aún más.

Oh, Señor Jesús, Verbo Encarnado, Tu asumiste nuestra pobreza para enriquecernos a todos con nuestras voces, nuestras historias y nuestros rostros. Que, con nuestra existencia, y también con las palabras y la sabiduría de la que somos portadores, animemos a todos a entrar en contacto con la verdad de tu Evangelio. Aumenta nuestra fe en ti, que nos has salvado con tu muerte y resurrección y que volverás entre nosotros. Que nuestros corazones estén siempre fijos en ti, que eres nuestra esperanza.

Oh, Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, que inspiras en nosotros el anhelo de la ciudad celestial, ilumina y fortalece a nuestros cristianos, para que se comprometan con nuestras ciudades terrenales, haciéndolas, desde ahora, semejantes a la patria beata. Concede que todos los hombres y mujeres de buena voluntad aborden y eliminen a nivel internacional las causas estructurales de la pobreza, creando nuevos signos de esperanza para que nos testimonien con gestos concretos la caridad que Tú derramas misteriosamente en ellos.

Oh, María Santísima, Consuelo de los Afligidos, y San Antonio de Padua, Patrón de los Pobres, rogad por nosotros para que este Año Jubilar impulse el desarrollo de políticas para combatir las antiguas y nuevas formas de pobreza, así como nuevas iniciativas para apoyar y asistir a los más pobres, para que todos tengamos hogar, alimento, atención médica y educación. Amén».

 

Publicado en Nueva Alcarria el 14 de noviembre de 2025

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

“Tú también puedes ser santo" es el lema de la jornada que llama a incrementar el sentido de pertenencia eclesial y contribuir a su sostenimiento

 

 

 

 

 

Desde hace cerca de cuatro décadas, un domingo de noviembre (este año, pasado mañana, domingo día 9) es en España el Día de la Iglesia Diocesana. Se trata de una jornada destinada a incrementar la pertenencia y corresponsabilidad eclesial en y desde la diócesis.

Esta corresponsabilidad se ha concretar asimismo en una mayor disponibilidad para colaborar en toda la actividad de la Iglesia y en su financiación y sostenimiento económico. Por ello, el Día de la Iglesia Diocesana conlleva colecta imperada, que, en 2024, ascendió a 30.733,97 euros.

Tú también puedes ser santo” es para 2025 el lema de la campaña y jornada. “En todos los amigos y amigas de Dios encontrarás cada día la inspiración que necesitas para llevar una vida de santidad”, afirma uno de los eslóganes de la campaña. Campaña que invita a conectar la santidad con el hoy de nuestras vidas. El contexto de la elección de este tema es que el 9 de noviembre es el día establecido por el Papa Francisco para conmemorar a partir de 2025 a los santos, beatos, venerables y siervos de Dios en las Iglesias particulares. Precisamente, el Día de la Iglesia Diocesana es este año el 9 de noviembre.

Una de las acciones de la campaña del Día de la Iglesia Diocesana es dar mejor a conocer la realidad concreta de cada diócesis. De ahí, que, a continuación, ofrezcamos, como en los pasados años, una descripción de cómo es hoy a día de hoy nuestra Iglesia diocesana de Sigüenza-Guadalajara.

 

 

“Porción del pueblo santo de Dios…”

El Concilio Vaticano II define la diócesis como "una porción del pueblo santo de Dios, que se confía al obispo con la colaboración de los sacerdotes, de suerte, que adherida a su pastor y reunida por él, en el Espíritu Santo por medio del evangelio y de la eucaristía, constituya una Iglesia particular, en la que se encuentra y opera verdaderamente la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica”.

La diócesis de Sigüenza-Guadalajara, cuyos límites geográficos coinciden con los de la provincia civil de Guadalajara.  La población es de 280.225 habitantes.

 

“... que se confía al obispo…”

 Desde el 23 de diciembre de 2023, el obispo de Sigüenza-Guadalajara es monseñor Julián Ruiz Martorell, nacido en Cuenca, aunque educado en Zaragoza, el 19 de enero de 1957. Sacerdote desde el 24 de octubre de 1981, está licenciado en Teología dogmática y en Sagrada Escritura. El 5 de marzo de 2011 recibió la ordenación episcopal y desde entonces y hasta el 23 de diciembre de 2023 fue el obispo de las diócesis de Jaca y de Huesca.

La diócesis tiene dos obispos eméritos: don Atilano Rodríguez Martínez, de 79 años, y don José Sánchez González, de 91. El primero fue nuestro obispo 12 años y ocho meses (2011-2023) y el segundo durante casi 20 años (1991- 2011).  Don Atilano vive en Buenafuente del Sistal y don José en la Casa Sacerdotal de Salamanca.

 

“… con la colaboración de los sacerdotes”

En la actualidad, los sacerdotes relacionados directamente con la diócesis son 198. De ellos, 144 incardinados y al servicio de la diócesis, 34 (la gran mayoría de ellos extranjeros) no incardinados en la diócesis, pero sí con cargo pastoral en ella o residentes en Sigüenza-Guadalajara; tres sacerdotes diocesanos misioneros en América Latina; trece sacerdotes incardinados en la diócesis, pero al servicio de otras diócesis españolas; y cuatro sacerdotes de la Prelatura del Opus Dei.       

Más de un tercio de nuestros sacerdotes están ya jubilados a todos los efectos y más de la mitad de este total sacerdotal vive en la ciudad de Guadalajara. El número de parroquias en la diócesis asciende a 469.

Hay un solo seminarista diocesano.  En los años 2022, 2023 y 2024 se registraron una ordenación sacerdotal en cada uno de estos tres años; en 2025, ninguna. La diócesis cuenta, asimismo, con nueve laicos aspirantes al diaconado permanente.

 

 Vida Consagrada y nuevas formas de consagración

Hay también 37 presencias comunitarias de vida consagrada: 9 monasterios contemplativos, 14 casas de religiosas, 7 de religiosos, 2 institutos seculares, 1 familia eclesial, 1 orden de las vírgenes y 2 asociaciones privadas de fieles. En total, los consagrados presentes en la diócesis se sitúa en 198, a los hay que añadir 81 monjas contemplativas. En total, suman 279 consagrados y consagradas.

Las congregaciones religiosas presentes en los monasterios contemplativos de la diócesis son nueve: Clarisas (en Sigüenza), Carmelitas Descalzas (en Guadalajara y en Iriépal), Jerónimas (en Yunquera de Henares), Benedictinas (en Valfermoso de las Monjas), Cistercienses (en Buenafuente del Sistal), Ursulinas (en Sigüenza), y Franciscanas Concepcionistas (en Pastrana y en Guadalajara)

Las comunidades de religiosos presentes son Josefinos (en Sigüenza y en Azuqueca), Salesianos, Agustinos Recoletos y Franciscanos de la Cruz Blanca (en Guadalajara), Misioneros de San Francisco de Sales (en Fontanar) y Hermanos de la Sagrada Familia (en Sigüenza).

Las religiosas pertenecen a las Carmelitas del Sagrado Corazón (en Guadalajara y en Humanes), Dominicas (en Azuqueca), Doroteas (en Azuqueca), Hermanitas de los Ancianos Desamparados (en Sigüenza y en dos casas en Guadalajara) y en Guadalajara, Hermanas de la Caridad de Santa Ana, Reparadoras del Sagrado Corazón, Scalabrinianas, Hermanas de Nuestra Señora de la Visitación, Ursulinas y Adoratrices (con dos comunidades).

La Obra de la Iglesia, los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios y la Asociación Papa Juan XXIII en Guadalajara, la Comunidad de la Sagrada Familia (en Trillo), el Orden de las Vírgenes (en Cabanillas del Campo) y la Comunidad Betania (en Brihuega) son otras presencias, con sus correspondientes servicios, de vida consagrada, en distintas y nuevas formas, en la diócesis. También hay en la diócesis mujeres consagradas pertenecientes a los institutos seculares Alianza en Jesús por María y Siervas Seglares de Jesucristo Sacerdote.

 

Acción sacramental, catequesis y laicado

En el último año registrado, se administraron en la diócesis 1.002 bautizos, 1.137 primeras comuniones, 703 confirmaciones, 232 bodas canónicas. El número de catequistas en la diócesis se sitúa en los 441, que forman a unos 6.000 niños, adolescentes y jóvenes.

El laicado diocesano organizado se agrupa en torno a veintiuna instituciones: Acción Católica General, Adoración Nocturna Española, Adoración Nocturna Femenina, Asociación Católica de Servicio a la Juventud Femenina, Asociación Cristiana de Viudas, Asociación María Auxiliadora, Asociación Salesianos Cooperadores, Centros de Cultura Popular, Comunidades Fe y Luz, Comunidades Neocatecumenales, Conferencias de San Vicente de Paúl, Cursillos de Cristiandad, Encuentro Matrimonial, Hermandades de Trabajo, HOAC, Manos Unidas, Movimiento Scout Católico, Orden Franciscana Seglar, Renovación Carismática Católica, Sociedad de San Vicente de Paúl, Talleres de Oración y  Vida Ascendente.

 

Acción educativa y cultural

Los colegios de matriz religiosa presentes en la diócesis son 10, tres diocesanos y siete de congregaciones religiosas. Nuestros colegios católicos concertados educan a 7.588 alumnos y emplean a cerca de 800 trabajadores (520 docentes y 268 no decentes).

Estos colegios son de titularidad diocesana tres (Sagrada Familia-Ursulinas de Sigüenza, Cardenal Cisneros de Guadalajara y Santa Cruz de Guadalajara) y de congregaciones religiosas, siete: los Salesianos, los Agustinos Recoletos (dos colegios), los Maristas, las Adoratrices y las Hermanas de Santa Ana, todos en Guadalajara, además colegio de las Doroteas en Azuqueca de Henares.

La diócesis dispone de siete museos: tres de la parroquia de Atienza, otro de la parroquia-colegiata de Pastrana, uno más en Mondéjar y dos en Sigüenza (el diocesano y el catedralicio). La catedral de Sigüenza, la décima mejor catedral de España, recibió en 2024 a 67.000 visitantes registrados.

La diócesis cuenta con 39 templos eclesiásticos declarados bienes de interés cultural (BIC). Y en 2022, hubo 58 proyectos y realizaciones de construcción y de rehabilitación y 69 fiestas religiosas de interés turístico provincial y regional.

 

Formación y espiritualidad

 Junto al Seminario, la diócesis cuenta con ocho ámbitos formativos: Teología, Formación Misionera, Pastoral Obrera, Doctrina Social de la Iglesia, Profesores de Religión, Catequistas, Diaconado Permanente y Hermandades y Cofradías.

 En la actualidad, hay 147 cofradías con estatutos actualizados. Hay también tres santuarios diocesanos y varios cientos de ermitas.

 En Guadalajara, se hallan la Casa Sacerdotal, la Cada Diocesana de Pastoral, el Centro de Acción Social Casa Nazaret, el Centro Juvenil Juan Pablo II, el Centro Diocesano de Orientación Familiar (COF) y el Centro de Escucha San Camilo.

Nuestra diócesis cuenta asimismo con cinco casas de espiritualidad: la Casa María Madre de Guadalajara, la Casa de Oración de los Hermanos de la Sagrada Familia “El Bosque” de Sigüenza, las Casas de Oración de los monasterios de Valfermoso de las Monjas (Benedictinas) y de Buenafuente del Sistal (Cistercienses) y el Centro de Espiritualidad y de Pastoral “San Francisco de Asís” de Trillo.

 

Acción caritativa y social

La diócesis tiene 42 Cáritas parroquiales, que atendieron a 5.175 personas, y el número de voluntarios de Cáritas es de 341 personas.  El Centro de Atención Residencial Betania dio 36.096 comidas y el programa comida sobre ruedas, 88.258 comidas.

Nuestra Iglesia atiende también 5 casas de ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad sirvieron a 526 personas; 2 centros de asistencia a emigrantes, refugiados y prófugos atendieron a 10.041 personas; 1 centro para la promoción de la mujer y para víctimas de violencia fue utilizado por 81 personas; 2 centros para promover el trabajo atendieron a 1.484 personas, de las cuales 132 encontraron trabajo

Y otros registros concretos y desglosados de esta acción sociocaritativa son estos:  el centro diocesano de escucha sirvió a 28 personas; el centro de asistencia a la juventud atendió a 94 personas; y los dos centros diocesanos para la defensa de la vida y de la familia atendieron a 61 personas.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 7 de noviembre de 2025

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

Es una exhortación apostólica, comenzada a redactar por el Papa Francisco, que completa y hace suya León XIV y mediante la cual apremia al amor hacia los pobres

 

 

 

 

 

Como ya adelantaba esta misma página de Religión de NUEVA ALCARRIA del 10 de octubre, el Papa León XIV acaba de publicar su primer gran documento, una exhortación apostólica, un texto empezado a preparar por el Papa Francisco y en conexión directa con la última encíclica de este, 24 de octubre de 2024, «Dilexit nos» («Nos amó») sobre el amor divino y humano del Corazón de Jesucristo. Y es que precisamente desde el amor del Corazón de Cristo se entiende mejor la ineludible obligación del cristiano de su amor y servicio hacia los pobres, entendidos estos en sentido amplio (ancianos, enfermos, marginados, migrantes, transeúntes, etc.).

Es, en suma, una nueva verificación de que la verdad de la fe cristiana, el compendio de los mandamientos es el amor a Dios y al amor al prójimo, especialmente hacia el más vulnerable y necesitado. No hay ni debe haber dicotomías al respecto en el contenido y en la práctica de la fe en la vida cristiana: el amor a los pobres es una exigencia de la vida cristiana, que solo es posible y factible desde el amor a Dios.

El título de la exhortación apostólica de León XIV, «Dilexi te»Te he amado»), está tomado de unas palabras que Cristo dirige, en el libro del Apocalipsis (3, 9), a una comunidad cristiana poco relevante y expuesta al desprecio. El Papa señala que el documento retoma un texto preparado por Francisco, «imaginando que Cristo se dirigiera a cada uno de ellos diciendo: no tienes poder ni fuerza, pero “yo te he amado”».

 

 

Amar a los necesitados, camino de santidad

Partiendo de estas bases, León XIV establece de modo claro el objetivo principal del documento que es proponer el amor a los necesitados como camino de santificación, una llamada y realidad cristiana de fuerte raigambre evangélica. Dicho con otras palabras: la santidad consiste en reconocer a Cristo en los necesitados para configurarse con Cristo.

En el primer capítulo del documento, «Algunas palabras indispensables», León XIV señala cómo el Señor se identifica con los necesitados (cfr. sobre todo Mateo 25, 40). «En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo». Y por ello confiesa el Papa: «Estoy convencido de que la opción preferencial por los pobres genera una renovación extraordinaria tanto en la Iglesia como en la sociedad, cuando somos capaces de liberarnos de la autorreferencialidad y conseguimos escuchar su grito». Esto pide un cambio de mentalidad sin dejarse engañar por burlas, argumentaciones interesadas y pseudocientíficas.

 

En la Palabra de Dios

La Sagrada Escritura (cfr. capítulo II) enseña que «no se puede rezar ni ofrecer sacrificios mientras se oprime a los más débiles y a los más pobres». Jesús se hizo pobre para revelarnos el amor del Padre. Su pobreza y su amor a los pobres es signo de su vínculo con el Padre y de la entrega que pide también a sus discípulos. Por eso, «no se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres» y de ahí que se recomiendan las obras de misericordia, como signo de la autenticidad del culto a Dios.

  Es significativo que el apóstol Santiago, en su epístola, para ejemplificar la necesaria unión entre la fe y las obras, ponga como ejemplos la relación con los necesitados (cfr. Santiago 5, 3-5). De hecho, la primera comunidad cristiana de Jerusalén se cuidaba cotidianamente de compartir los bienes y asistir a los pobres (concretamente a las viudas, cfr. Hechos de los Apóstoles, 1-6) y San Pablo recibió la indicación de que no se olvidase de los pobres (cfr. Gálatas 2, 10).

 

 

 

Los Santos Padres

Los padres de la Iglesia (cfr. capítulo III) vieron en la caridad hacia los necesitados una expresión concreta de la fe en el Verbo encarnado. Con fuertes acentos impulsaron a reconocer a Cristo no solo en la Eucaristía sino también en los necesitados.

Para San Agustín, el pobre no es solo alguien a quien se ayuda, sino la presencia sacramental del Señor. Todo ello teniendo ahora en cuenta la diversificación de las formas de pobreza: moral, espiritual, cultural, «la del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad».

«Sobre este aspecto –señala el Papa- se puede afirmar que la teología patrística fue práctica, apuntando a una Iglesia pobre y para los pobres, recordando que el Evangelio solo se anuncia bien cuando llega a tocar la carne de los últimos, y advirtiendo que el rigor doctrinal sin misericordia es una palabra vacía» (48). Y en esta línea se multiplican las obras de tantos santos y santas, concretamente en la vida religiosa.

 

Los pobres y la educación

En cuanto a la educación de los pobres, para la Iglesia no se trata de un favor, sino de un deber. Merece la pena citar este entero párrafo: «Los pequeños tienen derecho a la sabiduría, como exigencia básica para el reconocimiento de la dignidad humana. Enseñarles es afirmar su valor, darles las herramientas para transformar su realidad. La tradición cristiana entiende que el conocimiento es un don de Dios y una responsabilidad comunitaria. La educación cristiana forma no sólo profesionales, sino personas abiertas al bien, a la belleza y a la verdad. Por eso, la escuela católica, cuando es fiel a su nombre, se convierte en un espacio de inclusión, formación integral y promoción humana. Así, conjugando fe y cultura, se siembra futuro, se honra la imagen de Dios y se construye una sociedad mejor».

Todo ello afecta, por tanto, no solo a la vida personal sino también a la vida social y política, con la ayuda de las ciencias y de la técnica. Hay que luchar contra las causas estructurales de la pobreza, las estructuras de pecado y las desigualdades extremas. También las instituciones de la Iglesia han de implicarse en el esfuerzo por erradicar la pobreza.

El magisterio y concretamente la Doctrina social de la Iglesia (cf. capítulo IV) viene insistiendo en la atención a los pobres no solo por motivos sociológicos y de justicia, sino también por motivos cristológicos. Pablo VI insistió en que todo pobre representa y refleja a Cristo. Y los papas siguientes han subrayado la primacía del criterio del destino universal de los bienes y la necesidad de trabajar por el bien común.

 

Compromiso social ineludible

«Siempre debe recordarse que la propuesta del Evangelio no es solo la de una relación individual e íntima con el Señor. (…) En la medida en que Él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales».

Haciendo eco al Papa Francisco, insiste León XIV en que «los pobres para los cristianos no son una categoría sociológica, sino la misma carne de Cristo». Por eso propone situarlos en el centro de la Iglesia y en el corazón de cada fiel. Y también por eso señala que cada comunidad de la Iglesia debe ocuparse por incluir a todos, a riesgo de correr el riesgo de la mundanidad espiritual e incluso de la disolución.

El aspecto religioso es inseparable de la promoción integral. En ese sentido no es suficiente «rezar y enseñar la verdadera doctrina, como si la auténtica oración y la auténtica doctrina no implicaran la preocupación concreta por el bien integral de todos y cada uno».

La «Dilexi te» concluye con estas palabras: «Ya sea a través del trabajo que ustedes realizan, o de su compromiso por cambiar las estructuras sociales injustas, o por medio de esos gestos sencillos de ayuda, muy cercanos y personales (como la limosna), será posible para aquel pobre sentir que las palabras de Jesús son para él: “Yo te he amado” (Apocalipsis 3,9)».

 


 

Ocho frases principales de «Dilexi te» de León XIV

(1) Considero necesario insistir sobre este camino de santificación, porque en la llamada a reconocerlo en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo

(2) Aún persiste —a veces bien disimulada— una cultura que excluye a los demás sin siquiera notarlo, y tolera con indiferencia que millones de personas mueran de hambre o vivan en condiciones indignas del ser humano.

(3) El hecho de que el ejercicio de la caridad resulte despreciado o ridiculizado, como si se tratase de la fijación de algunos y no del núcleo incandescente de la misión eclesial, me hace pensar que siempre es necesario volver a leer el Evangelio.

(4) Es innegable que el primado de Dios en la enseñanza de Jesús va acompañado de otro punto fijo: no se puede amar a Dios sin extender el propio amor a los pobres. El amor al prójimo representa la prueba tangible de la autenticidad del amor a Dios.

(5) Cuando la Iglesia se arrodilla para romper las nuevas cadenas que aprisionan a los pobres, se convierte en signo de la Pascua, en Iglesia peregrina, humilde y fraterna, que vive entre los pobres no por estrategia proselitista, sino por identidad.

(6) Para los cristianos, los pobres son una cuestión familiar, son de los nuestros. Nuestra relación con ellos no se puede reducir a una actividad o a una oficina de la Iglesia.

(7) Una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino solo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita hoy.

(8)  Como cristianos, no renunciamos a la limosna. La limosna sigue siendo un momento necesario de contacto, de encuentro y de identificación con la situación de los demás.

 

Publicado en Nueva Alcarria el 31 de octubre de 2025

Por Alfonso Olmos Embid

(Director de la Oficina de Información)

 

 

 

 

En un tiempo marcado por la desconfianza y por la sombra de la corrupción que alcanza a tantas personas y ámbitos de responsabilidad en nuestra sociedad y en nuestro país, la llamada a la santidad resuena con más fuerza que nunca. La santidad no es un ideal lejano, sino un camino de coherencia, justicia y amor sincero al que todos los cristianos estamos invitados.

Ser santo hoy significa vivir con honestidad en lo pequeño y en lo grande, actuar con transparencia, servir sin buscar intereses personales y poner la verdad por encima de la conveniencia. Frente a la cultura del egoísmo y la ambición, la santidad propone la cultura de la entrega y la luz.

La Iglesia nos invita a redescubrir este camino como respuesta a las heridas de nuestro tiempo. Solo desde corazones limpios y manos abiertas podrá renacer la confianza y construirse un mundo más justo y fraterno. El lema del Día de la Iglesia Diocesana de este año nos recuerda que cada uno de nosotros podemos dar testimonio de santidad en nuestro tiempo, viviendo las circunstancias cotidianas a la luz del evangelio. Ojalá lo consigamos.

 

Raul Pérez

Delegación Diocesana de Liturgia

 

 

 

Retomamos de nuevo las pequeñas catequesis o comentarios mensuales sobre la liturgia o temas litúrgicos en nuestra Web diocesana. La Delegación diocesana de Liturgia, tiene como objetivo acercar un conocimiento más práctico de lo que es la liturgia en la vida del creyente.

Comenzamos estos pequeños tratados por los cimientos y no por el tejado, por eso traemos a estas letras el estudio de la mistagogía, y comenzamos, danto explicación de lo que significa esta palabra:

La mistagogía es el proceso de introducir a los fieles en los misterios de la fe a través de la celebración litúrgica, ayudándolos con explicaciones, ejemplos y acciones comprensivas a pasar de una visión meramente intelectual a una experiencia vivencial y transformadora. Su etimología griega significa "guiar a través de los misterios".

Podemos decir que la mistagogía, es una forma de catequesis que va más allá de la simple instrucción. Se centra en experimentar los signos, ritos y símbolos de la liturgia para desvelar su profundo significado espiritual. No es solo explicar lo que se celebra, sino guiar a la persona a vivirlo y a integrarlo en su propia existencia. Por eso estas líneas no son ni serán mistagogía. Acerquémonos ahora a las características principales de la mistagogía:

Caminar de lo visible a lo invisible: Conduce a los fieles a contemplar la realidad divina oculta tras los signos materiales de los sacramentos, como el agua, el pan y el vino…

Ofrece una experiencia transformadora: Busca que el creyente asimile la gracia recibida, de modo que lo celebrado en la liturgia dé forma y sentido a su vida diaria.

Regala la enseñanza espiritual: A través de la explicación de los ritos, abre los ojos de la fe para que el cristiano comprenda los misterios de la salvación.

Y nos lleva a una integración comunitaria: Inserta a los creyentes en la comunidad parroquial y en la misión de la Iglesia. 

La mistagogía es fundamental porque conecta el dogma (lo que se cree) con la liturgia (lo que se celebra) y la moral (lo que se vive), evitando que la fe se convierta en una mera clase teórica. 

Pongamos un ejemplo práctico para nuestra enseñanza de hoy. El Concilio Vaticano II definió la Eucaristía como la "fuente y cumbre de toda la vida cristiana". Esta afirmación tiene una profunda resonancia mistagógica: 

Fuente: La Eucaristía es la fuente de la que brota la vida cristiana. El proceso mistagógico conduce al fiel a la celebración eucarística, donde el misterio de la salvación se hace presente, alimentando su fe y su relación con Cristo.

Culmen (cima): La Eucaristía es la cima a la que tiende todo el camino de la vida cristiana. La mistagogía ayuda al creyente a comprender que la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo no es un fin en sí mismo, sino la fuerza que le impulsa a vivir el Evangelio en su vida diaria. La celebración sacramental debe desembocar en una vida transformada y en un compromiso activo con la misión de la Iglesia. 

En la Eucaristía, los fieles experimentan el culmen de la mistagogía, donde los signos del pan y el vino se transforman en la presencia de Cristo, el misterio central de la fe. La liturgia eucarística ilumina la existencia del cristiano y lo capacita para llevar el mensaje de la salvación al mundo.

No hablamos por lo tanto de la explicación de los ritos, o de una catequesis. La mistagogía es la experiencia reveladora del misterio, que intenta en la medida de lo posible, explicar el signo para hacer más inteligible el misterio, pero sobre todo para tener una experiencia más rica del misterio en sí.

 

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