Por Jesús Francisco Andrés Andrés
(Delegado diocesano de Pastoral de la Salud)
Todos nosotros estamos recorriendo el Año de la Misericordia. Un tiempo de gracia en el que Dios se nos manifiesta con todo su cariño hacia nosotros. Y, como no, también se hace presente la Madre a la que rezamos todos los días “Reina y Madre de Misericordia” y a la que pedimos “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”.
Ante la Jornada Mundial del Enfermo, el Papa Francisco nos invita a mirar a María como madre atenta a nuestras necesidades. En Caná ella se dio cuenta del problema de los novios “no tienen vino”.
También hoy, nosotros, pasamos por momentos difíciles, de necesidad, y María también le dice a su Hijo: “no tienen...” Y , de nuevo hoy, escuchamos las palabras de María: “Haced lo que Él os diga”.
Todos estamos llamados a llenar nuestras tinajas para que Jesús convierta nuestra agua en vino de alegría, de entrega, de solidaridad, de encuentro -sin prisas- con el hermano que sufre, de silencio contemplativo, de mano cálida que ofrece presencia y consuelo.
Tenemos todo un año para vivir las obras de misericordia y entre ellas encontramos “visitar y cuidar a los enfermos”, “consolar al que sufre”.
La tarea es amplia y, de una u otra manera, nos toca a todos. Jesús dijo un día: “a los pobres siempre los tendréis con vosotros”. Y hoy, por mucho que avance la ciencia, también tendremos siempre a nuestro lado a los enfermos: familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo...
Que el Señor os bendiga y os siga dando fuerzas para mostrar su rostro a todos los hermanos que sufren en medio del dolor y de la enfermedad.