Por Santiago Moranchel
(Delegación de Enseñanza)
Llevamos ya bastantes meses asistiendo a un continuo chorreo de noticias, por lo tantos de hechos, que vulneran de manera clara la vivencia y expresión de la fe católica en nuestro país. ¿Es algo espontaneo? ¿Algo que se está poniendo de moda? ¿Es preciso arremeter, atacar, infravalorar la fe católica para estar a la altura del progreso actual? Como muestra valgan los siguientes botones (pongo solo los títulos de los artículos, a través de Internet se pude acceder fácilmente a su contenido):
- Un ciudadano retira las formas profanadas en Pamplona.
- El presidente de Castilla la Mancha pacta con Podemos a costa de reducir educación concertada y atención religiosa.
- La portavoz del Ayuntamiento de Madrid acude al juicio por su participación en el asalto a la Capilla de la Universidad Complutense
- Unos titiriteros simulan la violación de una monja durante los actos programados en la celebración del pasado carnaval.
- Una poetisa catalana recita un padre nuestro blasfemo durante los Premios Ciudad de Barcelona, en presencia de la alcaldesa.
Todas estas noticias, y las que el lector quiera añadir, no creo que correspondan a una simple espontaneidad de sus autores, sin más, sino que hay toda una actitud por excluir la presencia de lo religioso y católico de lo público y un esfuerzo continuo por intentar relegar la vivencia de la fe a las sacristías, desprestigiar y generalizar los errores dela Iglesia (que como todos los grupos humanos los tiene)...
No es camino sano para una sociedad o un país alimentar el odio, el resentimiento, la culpa, el rechazo. Da la impresión que hay determinadas personas, grupos o colectivos que parecen consolarse tratando de acabar con todo vestigio religioso en la estructuración de la sociedad. Tal vez con todo eso eliminen "lo religioso" pero "no acabaran con la superstición a la que tan proclives somos los seres humano, y que solo en una fe autentica encuentra modo de convertirse" (Cristianismo y justicia, nº 177).
Dado que este es un escrito desde la Delegación Diocesana de Enseñanza, lo que más nos preocupa, sin descuidar lo demás, es la continua desacreditación de la Clase de Religión (incluidos profesores, alumnos, situación dela asignatura...) porque estamos convencidos que la asignatura tiene carta de ciudadanía por sí misma dentro del ámbito escolar como servicio a la sociedad, expresión delso derechos delos padres, manifestación de la libertad religiosa...
Terminamos esta colaboración con algunas acertadas afirmaciones del Cardenal Cañizares en un Conferencia dirigida a los Profesores de Religión en los Colegios Estatales:
- La enseñanza religiosa, en efecto, es un aspecto fundamental en la formación integral de la persona y un elemento imprescindible en el ejercicio del derecho de libertad religiosa, tan básico como que es la garantía de todas las demás libertades.
- Los padres son quienes tienen el derecho a educar a sus hijos conforme a sus propias convicciones y creencias, como reconoce el mandato constitucional. La enseñanza de la religión en la escuela no es una concesión graciosa que hace la Administración pública a unos determinados ciudadanos; tampoco es un privilegio de la Iglesia católica en el marco escolar.
- No caigamos en la trampa de considerar que el tema de la enseñanza religiosa escolar es un asunto privado o de la Iglesia. Es una cuestión en la que está en juego la persona y la sociedad.
- Por eso el mejor servicio que podéis prestar es mostrar a Dios, en el que el hombre encuentra su sentido, su origen, su meta, su fundamento y su descanso, su logro y su salvación.