Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular)
El Segundo domingo de Pascua es llamado de la Divina Misericordia. Una devoción relativamente reciente que se ha extendido por toda la Iglesia. Nosotros, en ese Año Jubilar de la Misericordia, la ponemos de relieve, porque como dice el papa Francisco afirma al Inicio de la bula Misericordiae vultus, “Jesús es el rostro de la misericordia del Padre” (nº 1).
El Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia afirma lo siguiente: En relación con la octava de Pascua, en nuestros días y a raíz de los mensajes de la religiosa Faustina Kowalska, canonizada el 30 de Abril del 2000, se ha difundido progresivamente una devoción particular a la misericordia divina comunicada por Cristo muerto y resucitado, fuente del Espíritu que perdona los pecados y devuelve la alegría de la salvación. Puesto que la Liturgia del "II Domingo de Pascua o de la divina misericordia" – como se denomina en la actualidad – constituye el espacio natural en el que se expresa la acogida de la misericordia del Redentor del hombre, debe educarse a los fieles para comprender esta devoción a la luz de las celebraciones litúrgicas de estos días de Pascua. En efecto, "El Cristo pascual es la encarnación definitiva de la misericordia, su signo viviente: histórico-salvífico y a la vez escatológico. En el mismo espíritu, la Liturgia del tiempo pascual pone en nuestros labios las palabras del salmo: "Cantaré eternamente las misericordias del Señor" (Sal 89 (88),2)". (nº 154).
Que esta devoción nos ayude a experimentar el Amor de Dios, que Cristo nos muestra en el evangelio, de una manera profunda, y nos anime a poner por obra ese amor en tantas situaciones actuales de pobreza, marginación y exclusión en que el Amor de Dios es tan necesario.