Por Javier Bravo
(Delegación de Medios de Comunicación Social)
Estrenamos a partir de hoy un nuevo espacio en esta sección de opinión de la web del obispado. En ella nos encontraremos una vez al mes, y pretende ser un medio de interlocución para nuestras comunidades en el ámbito de las llamadas “redes sociales”, cómo las usamos –si es que las usamos- o cómo podemos usarlas más y mejor para nuestra pastoral.
Me gustaría dedicar esta primera oportunidad para dar una visión general de cómo podemos evangelizar en las llamadas “redes sociales“.
Lo cierto es que no encontramos muchas diferencias si lo comparamos con nuestra forma de actuar en nuestro entorno físico. El ser humano por naturaleza, el un ser sociable y por tanto necesita relacionarse con la sociedad. Es precisamente en el entorno físico pero también en el virtual, donde encontramos las oportunidades, más cerca de lo que podamos pensar, a la hora de llevar a cabo nuestra evangelización.
Lo que ocurre es que, muchos de nosotros, pensamos o creemos que esa actitud evangelizadora puede crearnos problemas con nuestros familiares y amigos. De ahí ese miedo que a veces nos da manifestar en público nuestra fe y preferimos vivirla más íntimamente y personal.
La llamada cultura de “la tolerancia” nos lleva muchas veces a sentirnos mal o extraños cuando comunicamos nuestra fe en grupo. Y es que para la sociedad parece que esta tarea de la evangelización es algo molesto, que hacemos mal llevándola a cabo, y es ahí donde estamos fomentando, en definitiva, lo que la sociedad de hoy en día quiere, reducir la fe al espacio personal e íntimo.
¿Qué hacer pues? ¿Cómo comenzar? De eso irá este espacio, de ver las posibilidades que disponemos a la hora de evangelizar y de cómo usar esas redes en nuestra pastoral diocesana. Permitidme un primer consejo: lo primero, como en la vida misma, asumir el compromiso de intentar ser los más transparentes posibles. Es decir, dejar que sea Cristo el que se manifieste a través de nosotros.