Por Jesús Montejano
(Delegación de Piedad Popular)
En los próximos días se va a clausurar el Año Jubilar de la Misericordia, año de Gracia para el Pueblo de Dios, que ha supuesto un medio para que los cristianos nos encontremos, de manera más consciente, con el corazón entrañable de nuestro Dios. Contemplar el rostro de Cristo nos ha permitido descubrir el rostro misericordioso de nuestro Padre.
La Delegación Diocesana de Piedad Popular ha vivido una jornada de inmenso gozo y fraternidad, viviendo la alegría de la fe, que el pueblo fiel ha expresado y sigue expresando en la piedad sencilla y sincera de nuestras parroquias y pueblos.
El pasado día 15 de octubre 37 cofradías y hermandades de nuestra Diócesis se han dado cita en Guadalajara para convivir, celebrar, manifestar, vivir la devoción al Señor, a la Santísima Virgen y a los santos, en torno a nuestro obispo diocesano y a la Eucaristía, en la Jornada Jubilar de la Misericordia y Encuentro de hermanos y cofrades de muchos lugares de nuestra diócesis. La piedad popular es verdaderamente sacramento de encuentro con Dios.
Los participantes pudieron disfrutar de la riqueza de nuestra piedad y del amor sincero para con Dios, para con los hermanos y para con uno mismo.
En la presentación de la Carta Pastoral “La caridad en la misión de la Iglesia”, D. Atilano nos decía: En estos tiempos es necesario0 evangelizar. El Evangelio es la primera caridad que podemos ofrecer a los hermanos, pero si no dejamos que cale en nosotros no podemos anunciar ni dar testimonio del amor de Dios a todos, especialmente a los pobres… Estar atentos a las nuevas pobrezas no solo es dar, sino darnos, acoger, acompañar y ayudar, sabiéndonos ayudados.
Gracias a muchas personas ha sido posible esta primera jornada organizada por la Delegación Diocesana de Piedad Popular, Hermandades y Cofradías, que tiene voluntad de continuidad. El próximo año tendrá lugar en Molina de Aragón.
La generosidad de los participantes de las diversas asociaciones y cofradías, la disponibilidad de la Concatedral de Guadalajara en donde atravesamos la puerta del Perdón y celebramos la Eucaristía, y de la parroquia de El Salvador en donde compartimos la comida, del Ayuntamiento que cedió los espacios del Centro Guitián y los jardines del Palacio del Infantado, el apoyo de la Diputación Provincial, el trabajo de la Junta de Cofradías de Guadalajara que trabajado en la organización,… entre todos ha sido posible esta bella y profunda experiencia.