La diócesis, hogar de misericordia

La vida de todos los miembros de la Iglesia, y sus instituciones, debe ser testimonio de misericordia para la sociedad

 

Por Alfonso Olmos Embid

(Sacerdote y periodista)

 

Dios es amor y misericordia infinita, y nos pide a todos ser misericordiosos como el Padre. Así vivieron los primeros cristianos su fe, por eso eran admirados, y ese debe ser el distintivo de los seguidores de Jesús hoy. Nuestra Iglesia diocesana tiene que ser signo de misericordia en esta tierra de Sigüenza-Guadalajara. La Iglesia debe ser siempre para el mundo testimonio de misericordia.

El evangelio nos ofrece unas pistas para encauzar la misericordia. Así las instituciones eclesiales cuentan con un punto de referencia claro al que recurrir, para fomentar el ejercicio de la misericordia en los distintos ámbitos pastorales. Si desgranamos cada una de las catorce obras de misericordia, nos encontramos con que la diócesis está comprometida plenamente en ser hogar de misericordia.

Obras de misericordia corporales

Por medio de los capellanes, y de numerosos voluntarios, los enfermos son visitados y atendidos espiritualmente, tanto en hospitales y clínicas, como en las residencias para mayores y sanatorios de toda la provincia y, especialmente, en sus hogares. También son muchos los voluntarios que trabajan en las organizaciones caritativas de la Iglesia como Cáritas o las Conferencias de San Vicente Paúl, que proporcionan alimento y bebida a los que tienen hambre y sed. Tanto en las parroquias, como en el albergue Betania, como en el comedor social de la Casa Nazaret se cumplen estas obras de misericordia. También en las diversas campañas de recogida de alimentos, especialmente mediante la tradicional “operación kilo” que se lleva a cabo en Navidad. La delegación diocesana de Misiones y Manos Unidas trabajan también en esta dirección.

Desde el ámbito material y espiritual se puede dar posada al peregrino. Para los que los transeúntes, están los albergues de Jadraque, Molina y Guadalajara. También ACCEM, en el centro de refugiados de Sigüenza es signo evidente de acogida. Para los que buscan un lugar donde reposar con Dios, existen hospederías monásticas en Buenafuente, Valfermoso, Brihuega y Yunquera, y casas de convivencia y oración en Sigüenza, Fuentelaencina, Mohernando, Trillo o Guadalajara.

Las frecuentes recogidas de ropa usada llenan los roperos parroquiales y de otras instituciones eclesiales, que nutren de vestido al que no lo tiene, propiciando, además, iniciativas como el rastrillo solidario de ropa usada de Alovera, donde los beneficios suplen las carencias básicas de muchas familias.

Aunque en nuestro territorio diocesano no hay cárceles sí que se promueve la sensibilización, la prevención y el voluntariado. La ayuda es recíproca en este ambiente: los que están dentro ayudan a prevenir a los que están fuera y los que están fuera, ayudan a los de dentro a ser algo más felices.

Para atender la última obra de misericordia corporal hay que tener una sensibilidad especial. Para acompañar en el duelo hay que ser todo corazón. La Iglesia, tanto desde los capellanes nombrados al efecto, como desde los propios párrocos que acompañan a sus feligreses, está presente en los tanatorios de la provincia y en los funerales y exequias, asistiendo desde la fe a las familias que pierden a un ser querido.

Obras de misericordia espirituales

También las obras de misericordia espirituales se viven en realidades eclesiales cercanas. Enseñan al que no sabe en los distintos colegios diocesanos y religiosos de la diócesis, muchos docentes vocacionados para ello. Lo mismo hacen el casi centenar de profesores de religión que imparten esta materia. Igualmente en la escuela de teología o en la de ocio y tiempo libre de la diócesis, o en los grupos de lectura creyente y orante de la Biblia, en cerca de 50 parroquias. Labor pedagógica se ofrece también en los museos de Sigüenza, Pastrana o Atienza.

Son muchos los que reciben sabios consejos en la catequesis y en campamentos, en el Centro de Orientación Familiar o mediante los voluntarios y profesionales del Proyecto Raquel. También en los medios de comunicación promovidos diocesanamente. Muchos los que son acompañados y escuchados espiritualmente o vocacionalmente, también los que tienen alguna discapacidad o dificultad especial. Numerosos los que son orientados por los servicios de pastoral de los colegios. También un número considerable los que son corregidos en estos ámbitos, especialmente los niños. Incontables los que son perdonados personal y sacramentalmente.

Los cristianos deben mostrarse atentos a las necesidades de los demás y así poder consolar a los que sufren y están tristes. Esta es una tarea de todos,  al igual que la de sufrir los defectos de los demás asumiendo con paciencia las carencias de los otros.

Finalmente, a diario, con la liturgia de las horas, en cada rosario parroquial y en cada eucaristía se cumple el mandato del Señor de orar, de rezar por los vivos y por los difuntos (también lo hacen ejemplarmente las hermandades y cofradías). Y ya sabemos que donde dos o tres estén reunidos en nombre de Jesús, allí estará Él, en medio para fortalecer nuestros pasos vacilantes, y para darnos fuerza y cumplir su promesa de acompañarnos todos los días hasta el fin del mundo.

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