Por Raúl Pérez Sanz
(secretario del obispo- Delegación de Liturgia)
Mientras caminamos en este tiempo de Adviento se van acercando las fechas de la Pascua de Navidad, en las cuales; los cristianos celebramos el misterio de la manifestación del Señor. Si salimos por las calles o diversos ambientes vemos y palpamos expresiones propias ya de la Navidad. Pero, ¿Cuándo hay que colocar los adornos de navidad? y ¿el belén?
Las normas litúrgicas de este tiempo no dicen nada al respecto, la tradición, según el lugar, suele dar el pistoletazo de salida a los adornos en el puente de la Inmaculada, o incluso aprovechar los días previos a la Navidad, en semana última de adviento, o desde el 17 de diciembre cuando comienzan las llamadas antífonas de la “O”, ya más cercana la solemnidad de la Pascua.
En las normas litúrgicas si aparece, sin embargo, que se puede hacer la bendición del belén al final de la Misa vespertina del 24 de diciembre, primera del Tiempo de Navidad, o al final de la Misa la noche.
El belenismo sale pues de los hogares y de no pocos escaparates de nuestros pueblos y ciudades para reivindicar un reconocimiento oficial, un marchamo de autenticidad entre la vorágine de modas y tradiciones importadas con mayor o menor éxito.
El misterio del Nacimiento del salvador tiene su peculiar representación desde que S. Francisco de Asís recreara la escena con personajes de carne y hueso para hacer llegar la enseñanza de como fue el nacimiento humilde de Hijo de Dios.
El belén en nuestras parroquias y casas ha de ocupar un lugar privilegiado, es el altar propio del tiempo litúrgico de Navidad, a él no solamente nos acercamos para ver su monumentalidad o el arte en él plasmado, al belén, hemos de acercarnos con el corazón lleno de oración y sentimiento ya que nos ponemos frente al misterio en él representado.
Celebremos, manifestemos nuestra fe y oremos junto al belén, ya que es la representación de la Palabra hecha carne para nuestra salvación.
Felices días de Adviento y feliz Navidad.