Por Juan José Plaza
(Delegación de Misiones)
(Reflexión con motivo de la Navidad de nuestro Señor)
En este mes de Diciembre y en el tiempo litúrgico del Adviento, que vivimos, nuestros pensamientos y miradas, aun inconscientemente, se dirigen al Portal de Belén. El motivo es lógico: ya está próxima la Navidad
En la carta a los gálatas leemos: “ Al llegar la plenitud de los tiempos Dios ENVIÓ A SU HIJO, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que nos hallábamos bajo la Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos” ( Gal. 4,4). En este texto sagrado hemos subrayado que “Dios envió a su Hijo”.
En otros textos evangélicos el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, reconoce explícitamente haber sido enviado por el Padre: “Como el Padre me envió…” (Jn. 20,21). Y también el motivo de su envío: “El espíritu del Señor está sobre mí y me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos”, (Luc. 4,18ss – citando a Isaías-).
El Niño, recién nacido, es el Hijo de Dios, el Mesías-Salvador y el Primer Misionero (que significa enviado). Y también podemos afirmar que el Portal de Belén y el pesebre, donde María y José reclinan al Niño, es la primera Cátedra de vida cristiana y de misionología.
Los santos evangelios nos narran que los primeros que contemplaron y adoraron al Señor fueron los pastores y los Magos de Oriente. Ellos no encontraron a Jesús enseñando en la cátedra de una escuela rabínica ni en un palacio, ni recostado en un trono, ni rodeado de boato, ni de sirvientes, ni nadando en abundantes riquezas…., sino que lo encontraron en una cueva de animales, envuelto en pobres pañales y, según la tradición, junto a un buey y una mula, que le daban calor en aquella fría noche de su nacimiento; pero eso sí, junto a Él estaban sus padres que lo cuidaban y miraban con ternura y amor.
Estos detalles quedaron grabados en la mente y en el corazón de los de los Magos y pastores, dando testimonio a los demás de lo que había visto. ”Pues todos se maravillan de lo que los pastores les decían” (Luc.2, 18).
No, no hacen falta palabras, cuanto rodeó el nacimiento de Jesús es todo un manual de vida cristiana y evangelización, que el mismo Jesús puso en práctica posteriormente en su existencia terrena.
Efectivamente, en los textos evangélicos, comprobamos que tanto la vida oculta como la vida pública Jesús la vivió en la misma línea que la comenzó en su nacimiento: desde la pobreza, la sencillez, la humildad (Mato 8,20). Y este método les pidió a los 72 discípulos que utilizasen, cuando los envió delante de él a evangelizar: “No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias…” (Luc. 10,1-11).
¿A dónde miramos y qué referencias tenemos los cristianos y misioneros en la actualidad para orientar nuestras vidas de hijos de Dios y nuestra acción evangelizadora?
No estaría de más que en esta Navidad nos detuviéramos a mirar al Portal de Belén, al Niño recién nacido y a los 72, que envió…, para ver si la cátedra de Belén es la fuente donde alimentamos nuestros pensamientos, nuestros criterios, nuestros deseos, nuestras acciones; es decir, para ver si la cátedra de Belén es el modelo de nuestra vida de hijos de Dios y de la acción evangelizadora de la Iglesia, como quiere el papa Francisco y como lo fue para San Francisco de Javier, patrono universal de las misiones, cuya fiesta celebramos hoy, 3 de Diciembre.
Con la mirada puesta en la cátedra del Portal de Belén os deseo ¡FELIZ NAVIDAD!