José Ramón Díaz-Torremocha
(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)
Un buen amigo, antiguo empresario de éxito, ha ascendido a poeta. Se pasa el año escribiendo poemas y publicándolos en un blogs que sigue mucha gente. Los hace algunos francamente buenos, aunque he de reconocer, que la poseía en cualquiera de su manifestaciones, no ha sido nunca mi fuerte. Sin embargo, muchos me gustan y me dicen cosas.
Este amigo, "poeta de profesión", de nombre Rafael García Serrano y que quizás algún día tengamos la suerte de tenerle como vecino en Guadalajara, ha escrito el siguiente poema sobre y para la Navidad. No me resisto a que hable él este mes por mí que, además, lo hace mucho mejor que yo. Lo hace con el amor y el verbo del poeta. Veamos:
NAVIDAD
Es difícil de creer
que un Dios que es desde siempre
haya querido nacer
en este mundo doliente.
Pero es así, no dudemos.
Desde que Él al mundo vino
lo que antes fuimos no somos,
nos enseñó otro camino.
Un camino que empezaría
en Belén y con un niño
que luego en su vida sería
sangre y luz de lo divino.
Entrega de hombre hombre
con sus problemas, sus cargas,
con sus dolores, su hambre,
y con sus horas amargas.
Dejó su santa palabra
de redención y consuelo
y terminó su gran obra
subiendo cual era al cielo.
Ese es el gran mensaje
que empezó en la Navidad
dejando abierto el pasaje
que lleva a la eternidad.
Y esa es la gran verdad
que hay en su amor, en su entrega,
esa fue su caridad
y es la luz de nuestra espera
¿No les parece a los queridos lectores que es mejor este poema que cualquier "rollo" que estuviera dispuesto a largarles?
Que vaya y les llegue a todos, junto con mi deseo de una muy feliz Navidad en la que el Grande, vuelve hacerse niño para nuestro disfrute. Que también nosotros nos hagamos más pequeños. Más crédulos, más creyentes.
¡Es Navidad!