Por Agustín Bugeda
(vicario general de Sigüenza Guadalajara)
“Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”. Con estas palabras de la Sagrada Escritura, que resumen una actitud fundamental de la Revelación divina a lo largo de la historia quisiera dirigirme a vosotros en este día de San José.
Queridos amigos, os deseo que al celebrar San José, al aproximarnos a las fiestas pascuales, miremos nuestro corazón, ese corazón que ha de estar lleno de fe, esperanza y caridad para que así vivamos felices cada día.
San José fue un hombre interior, un hombre de corazón. Supo vivir en el silencio, ser fiel, cumplir la vocación y estar siempre atento desde lo más profundo de su ser, al quehacer cotidiano de Jesús y de María, de sus coetáneos y paisanos.
Desde la Iglesia, desde nuestra Diócesis en cada una de sus comunidades trabajamos precisamente para eso, para que vayamos al corazón de cada cosa que hacemos, para que hagamos todos con el corazón en las manos, con el corazón lleno de Dios.
Preparemos nuestro corazón para vivir la gran fiesta de la fe, el Misterio Pascual y desde ahí nos hagamos solidarios con nuestra oración, caridad y silencio de tantas personas del mundo entero que llevan, día tras día, la cruz de la enfermedad, del paro, de la soledad, de la pérdida de un ser querido. Por todos ellos pedimos y a todos queremos acompañar, desde la caridad, para que también puedan contemplar la luz luminosa de la esperanza en una mañana de Pascua.
Vayamos al corazón, entremos en el interior, gocemos del silencio como San José, para que así construyamos entre todos un mundo mejor, una civilización más unida entre nosotros y con Dios, una sociedad más limpia y justa en la que dejemos que Dios sea Dios para que el hombre pueda ser hombre.
Bajo la mirada del justo José caminemos y preparemos el corazón en este mes de marzo, prologo de los grandes días pascuales.