Por Jesús de las Heras
(sacerdote y periodista)
Hizo realidad aquel deseo, convertido en canción por Roberto Carlos, “Yo quiero tener un millón de amigos”. Y un servidor, sin importarle el número que hacía dentro de este inmenso millón de amigos, ha sido –un honor- desde hace más de décadas amigo de Paloma, de Paloma Gómez Borrero.
Paloma era así. Era tan así que era igual en el trato que en la tele: cercana, cariñosa, veraz. Era alguien que transmitía confianza. Nada más lejos de una diva, de la diva de la comunicación que era. Y lo era siempre: en la cumbre del éxito, que le acompañó durante casi su vida profesional y también en su atardecer.
Le dabas cuatro ideas y en la servilleta de una cafetería, por ejemplo, pergeñaba una crónica para la radio, que sonaba luego a las mil maravillas. Las llamaba por teléfono y te lo cogía… y te respondía. Siempre estaba disponible y dispuesta a ayudar y a colaborar. Era un todoterreno de la comunicación e igual hacía una crónica para la radio, una tertulia para la tele, un artículo a mano para el periódico o la revista, que recitaba como nadie a santa Teresa de Jesús o a san Juan de la Cruz.
Para tantos y tantos miles y millones de personas fue la voz traducida, concreta y cercana de Juan Pablo II, su testigo permanente, su defensora aguerrida y amable en los mil y un debates de la comunicación social y de la vida.
Fue también amiga nuestra, amiga de Sigüenza-Guadalajara. No sabría decir con precisión las veces que estuvo entre nosotros, pero fueron varias. Un servidor la trajo, al menos, dos o tres veces a Guadalajara: a la Cope, la Fundación (entonces todavía Club) Siglo Futuro y creo que a la Cátedra Diocesana de Formación Permanente. No recuerdo ahora con precisión si vino al Seminario de Sigüenza. En Sigüenza, le enseñé la catedral hace algún tiempo (en Sigüenza, veranea una íntima amiga suya) y la última vez que vino fue en julio pasado, en un recital teresiano. Seguro que estuvo en Pastrana y creo que también en Brihuega. Y quiero recordar que también estuve con ella en Espinosa de Henares cuando, hará una decena de años, la eligieron alcaldesa de honor por un día, por el día de santa Águeda.
Gracias, Paloma, amiga. Ha sido un honor ser también tu amigo y que también hayas sido amiga de Sigüenza-Guadalajara, y así más fuerte poder cantar y volar… Volar como tú ahora, que a las ocho de la tarde del viernes 24 de marzo, en la víspera de la Anunciación y Encarnación, dijiste tu “fiat” para siempre, tu titular y tu exclusiva para la eternidad. Lo hiciste de sorpresa, deprisa, como siempre ibas. Casi volando. Como casi siempre, Paloma estaba y dejaba de estar… Ahora no estás ni estarás, pero permanecerás para siempre en nuestro corazón de amigos. Gracias, amiga.