Por Alfonso Olmos
(director de la Oficina de Información)
Primera Estación: Jesús es condenado a muerte, como lo son inocentes que mueren por culpa del terrorismo o de la guerra, o los descartados de la sociedad.
Segunda Estación: Jesús carga la cruz, como los enfermos, los que tienen miedo, los que no llegan a fin de mes, los que son perseguidos, violentados o tentados.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez, como cada uno de nosotros que, una y otra vez, tropezamos y caemos.
Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre María. Madre no hay más que una. Estar con nuestra madre es una experiencia irrepetible. En vida, muchas veces, discutimos. Después desearíamos quitarle un minuto a la muerte para pedir perdón por tanta ingratitud.
Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz. Pensemos en los Cirineos de nuestra vida. En todos los que nos han ayudado y nos ayuda a seguir adelante. Seamos agradecidos.
Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús. Miremos al papa Francisco limpiando la Iglesia, arreglándola, acicalándola, haciéndola más transparente y creíble en la sociedad.
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez. Volvemos a caer y Dios siempre está ahí para tendernos una mano. Tropezamos en la misma piedra. Parece que no aprendemos la lección.
Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres que lloran por él. ¿Nos parecemos a él? ¿Consolamos, reconfortamos, calmamos o mitigamos el dolor? O más bien nos dedicamos a amargar la vida a los que nos encontramos en el camino de la vida sin atender, incluso, a los que peor lo pasan.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez. Volvemos a caer y de nuevo Dios sale a nuestro encuentro y nos perdona sin condiciones, sin preguntas ni humillaciones.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras y nos invita a atender a los necesitados, a los refugiados, a los que abandonan su país buscando una vida mejor y son desposeídos de todo, incluso de dignidad.
Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz. El motivo fue la envidia, como tantas veces en nuestra propia vida. Crucificamos sin piedad. "Miente que algo queda". Hablar del otro no cuesta dinero. "¡Crucifícalo!".
Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz. Por ti y por mí. Piénsalo. Dale vueltas. A ver qué podemos hacer nosotros por él. "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos".
Decimotercera Estación: Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre. Cuánto dolor en el corazón de las madres. Cuánta dedicación y cuánto amor no correspondido. No hay dolor más grande para una madre que la pérdida de sus hijos, pero cuidado, no solo por culpa de la muerte.
Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado. Hay que quitar la losa. Hay que abandonar el peso que nos impide seguir adelante. El sepulcro nos habla de muerte y de tristeza. Necesitamos vida y alegría. Dejemos a un lado la carga que nos impide ser felices.
Decimoquinta Estación: Jesús resucita. Jesús es fuente de vida y esperanza. "Si crees verás la gloria de Dios". Atrévete. Sé valiente. Comprométete. Hay que cambiar el mundo, entre todos, para ser felices aquí y ahora, y luego poder descansar en paz.