Por Ángel Moreno
(de Buenafuente)
IV Domingo de Pascua: El Buen Pastor
Texto profético
“Voy a congregar a todo Jacob, a reunir al resto de Israel. Los juntaré como ovejas en el aprisco, como rebaño en medio del prado” (Mq 2, 12).
Texto evangélico
“Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos” (Jn 10, 9).
Texto patrístico
“Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas, es decir, que las amo, y las mías me conocen. Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: «los que aman vienen tras de mí». Pues el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía” (San Gregorio Magno).
Texto místico
Un pastorcico solo está penado,
ajeno de placer y de contento,
y en su pastora puesto el pensamiento,
y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado,
que no le pena verse así afligido,
aunque en el corazón está herido;
mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado
de su bella pastora, con gran pena
se deja maltratar en tierra ajena,
y el pecho del amor muy lastimado. (San Juan de la Cruz)
Consideración
Si el Señor, por propia iniciativa se autopresenta como pastor bueno, y el creyente se acoge al cuidado de quien arriesga su vida por salvar a las ovejas de su rebaño, no es temeraria la confianza y el abandono en manos de pastor tan responsable, y tendrá a gala cantar: “El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pradera me hace reposar”.
La ternura, el cuidado, la entrega que representa la imagen de un pastor, las asume Jesús para ofrecernos la seguridad de su solicitud. Y aunque se pase por cañadas oscuras, nada hay que temer.
A su vez, cada uno, especialmente los que tenemos alguna responsabilidad, encontramos en la imagen del Pastor bueno, el modelo de entrega y de compromiso. Es día de pedir que no falten pastores para cuidar la grey del Señor. Jornada mundial de oración por las vocaciones de especial consagración.